“Enchúlame la Ruina”: Desde la clarividencia artística individual a la exaltación del esteticismo mural local

“Enchúlame la Ruina”: Desde la clarividencia artística individual
a la exaltación del esteticismo mural local.

Descripción de la obra del artista visual caribeño Edgar Argáez Calderón.

Sin lugar a duda «la función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe«. (*1) De ésta manera la noción considerada sobre la gestión estética refiere alegóricamente que “los artistas son las antenas de la raza (*2) . Esto en base de una percepción en la que la penetrancia del talento íntimo puede prolongarse a una regionalidad cultural expresada.

Con el citado hilo asociativo, se evoca que desde los tiempos remotos han existido obras artísticas en diversos pueblos y ciudades;  se ha visto así que en algunos casos su impacto creó un fuerte vínculo de identidad contextual. La suma de dichas edificaciones transfiguraron los objetos rudimentarios en formas enaltecidas; cambiaron el aspecto endeble de un espacio cotidiano a una vista digna de observación lúcida.

Sobre estos modelos de arte público el muralismo mexicano, un movimiento artístico de mediados del siglo XX, refirió un prototipo de gráfica social en la que se pretendió ilustrar a una población sobre temáticas específicas, especialmente en el abordaje de índole político. Hoy en día la influencia de esos relatos pictóricos, dispuestos en las fachadas de construcciones y en variadas superficies de concreto, han ido fusionándose a las opciones manifestativas de los artistas emergentes en diversas partes del mundo. Adoptando así un estilo moderno de tópico libre y espontáneo.

Un ejemplo claro de este tipo de emprendimientos es el expresado en el reciente trabajo del artista mexicano Edgar Argáez Calderón, un joven pintor y grabador contemporáneo que decidió aportar a su lugar de origen parte de la cimentación ornamental visual de sus obras. Fue así que en el mes de febrero del presente año inauguró el proyecto mural “Pimp my ruins”  (“Enchúlame la Ruina”), una improvisación bicolor que tuvo como producto visual un “navío cargado de…vida”; concepto que se cimentó al haberse realizado la obra gráfica sobre una construcción semiabandonada  de la laguna de Bacalar Quintana Roo, popular reserva turística de las costas de México.

La particular asistencia de este exponente cobra sentido elocuente para la escena artística actual, sobre todo en la región caribeña en la que se asienta. Decidí ampliar la crónica del proceso de la construcción ya que atañe un conato profesional que puede dar lugar al desarrollo de equivalentes pasmos, esencialmente en los sitios en los que se procure devolver un arraigo de apreciación hacia el arte en las pequeñas localidades.

La descripción posiblemente otorgue comprensión sobre cómo se erige la expresión estética de un territorio a partir de una idea artística personal de realce.  Algo que puede ser aplicado en cualquier población extranjera para generar un patrocinio en cimentaciones.

Los rudimentos de la intención gráfica.

Es difícil imaginar sin el medio de las fotografías como pudo verse un lote ruinoso que ahora está repleto de resplandores decorativos. Con el emprendimiento de “Pimp my ruins” aquellas paredes, que antes fueron palidecidas por los efectos de la intemperie ribereña, han quedado inundadas por imágenes fascinadas al blanco y negro.

Contándome sobre esta oficiosidad, Edgar Argáez compartió el origen de la idea sobre el proyecto de paramento a la estructura abandonada en Bacalar, refiriendo lo siguiente:

“La intervención de edificios fue una necesidad que se me fue incubando en la cabeza desde mi última visita a Monterrey. Las acciones poéticas y las pintas callejeras, mi reciente acercamiento  a la gráfica urbana, así como el interés por la obra  de David Ellis (*3) y BLU (*9), me despertaron la cosquilla en el lóbulo cerebral dedicado a la monumentalidad y el muralismo, un agrado que tenía dormido desde hace largo tiempo…

Debo mencionar que previo a  mi educación artística formal en la Universidad Veracruzana (*5), y también paralela a ella, siempre tuve una formación muralista. Llevaba gran rato buscando un espacio para realizar una pieza de este tipo y curiosamente encontré el sitio idóneo en casa. Trabajando de guía de turistas en la lancha de mi hermanito me topé con muchos metros cuadrados de muro enmarcados de una forma mas que increíble: una estructura rodeada de un canal artificial construido por los mayas (*4), la ciénaga inundable, el manglar y la exuberante laguna de Bacalar Quintana Roo”.

Sobre esta motivación Argáez se refiere a los antecedentes doctrinales que sostuvo antes del año 2004, fecha en que decidió iniciarse en la formalidad de aprendizaje profesional al ingresar en la renombrada Facultad de Artes Plásticas de la ciudad de Xalapa Veracruz.

Forjado en los talleres de pintura infantil y juvenil del pintor Carlos Valdez Chay (*6), se integró por aquel entonces a un colectivo de jóvenes artistas denominado “Punto y Línea”. Con ellos perpetró murales colectivos, performances e importantes exposiciones grupales en ciudades importantes del caribe mexicano- Cancún, Tulum, Isla Mujeres, Playa del Carmen y Chetumal- así como en la reserva de Corozal Belice y en el estado de Yucatán.

Lo anterior otorga una idea clara del enfoque de experiencia del joven artista en el movimiento exquisito del mural local. Además cabe añadir que durante determinado periodo en el que le fue precedido el proyecto pictórico actual, su gestión continuó matizándose en el procedimiento al fresco al lado de figuras de formidable reputación en la docencia de la corriente descrita. De este modo colaboró con Melchor Peredo García (*7), un innovador muralista con quién recreó parte de las obras realzadas en las paredes del Palacio de Gobierno veracruzano, hace aproximadamente 5 años.

La relevancia del bosquejo en el aforo del monumento.

Contrario a lo que pudiera expresarse en cualquier otro oficio, en el arte queda establecido que la técnica por si sola no es la que hace al maestro.  Para lograr enaltecer el fondo de una obra gráfica hay que manifestarse en un tono intelectual que cohesione al entorno, especialmente cuando se participa en aquellas construcciones artísticas que buscan conformar un contexto respetuoso de identidad dentro de una población.

Tomando en cuenta este principio, Edgar Argáez señala la notable necesidad de permuta que implícitamente se erige con la entidad en donde se edifican las obras murales, dejando en claro que el compromiso depende de la pretensión íntima del exponente pictórico.

“En esta pieza procedí con la  mayor congruencia y coherencia posible, no quería que mi intervención fuera interpretada visualmente como una irrupción agresiva… Es complicado pues lo autorreferencial siempre sale a relucir.  En mi caso basé el proceso creativo en la contemplación y la manifestación del instante, ello para dejar permear en la obra la energía del lugar,  para canalizar mi voluntad, mis mejores deseos y transmitir más energía que discurso visual …” E. Argáez

Y es que como bien profirió el pintor y teórico ruso Wasily Kandinsky “El artista ha de tener algo que decir, pues su deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido”.   Hablando así de “convenios vocacionales” existe una consideración que no siempre logra evolucionarse desde un trabajo individual hasta la creación de una pieza que otorgue una consonancia. La motivación personal puede limitarse a jamás conferir una plasmación que enriquezca mutuamente el talento con la cotidianeidad del grupo social en donde se desarrolla. A menos que el artista madure el concepto de aportación.

Sobre esto decidí preguntarle a Edgar Argáez de qué manera pudiera expresarse que en esta obra reciente, el contenido de las imágenes había estado imbuido por el contexto de erigir una pintura en su lugar natal. Mi intención incurrió en equiparar el primer acercamiento que tuve con su trabajo en octubre del 2009, cuando le conocí a través de la divulgación de la exposición colectiva “Bailar Después de Bailar” (*8), un evento en el que significativos exponentes del arte mexicano mostraron sus pinturas y fotografías.

Cuando llegó la oportunidad de conversar en Monterrey con este innovador artista, me mencionó que en la mayoría de sus obras la estética se atañe con la improvisación de ser creador, más que con la intención de proferir una temática con un estilo gráfico específico. Fue por ello que me sorprendió que más que la caracterización por una intención ornamental repetitiva, como exponente pictórico recién consolidado, Argáez sigue sobresaliendo por su interés en rescatar a través su oficio aquellos elementos de identidad que honran constantemente el paraje del que proviene.

Su respuesta a mi interrogante convenció desde la decencia del cometido:

“…Básicamente me motivó a trabajar la gran vergüenza que me provocaba esta ruina, también la apatía de mis paisanos para recuperar un espacio de todos y de nadie. Considero que la iniciativa fue por amor, vergüenza y responsabilidad.  En este lugar del país han existido ejemplos claros de lo que sucede cuando un artista llega a colocar imágenes fuera de contexto, o lo que es lo mismo a imponer su imaginario. El común de las personas termina repudiando una obra de arte público, que si bien está construida con bastante calidad y pudiendo brillar con luz propia en una galería, representa para ellos una suerte de invasión estética, una confrontación muy abrupta. Esto es algo a lo que yo le llamo “el síndrome del extranjero pernicioso”…

Con lo anterior se esclarece que ciertamente implica un reto vocacional como artista plástico el sustraerse del ideal litigante, especialmente cuando el creador gráfico sostiene un periodo pausado de labor sobre una corriente de pintura en la que se afecta fuertemente a una entidad geográfica. Doble esfuerzo o inspirador factor debe referirse si el exponente monta sus imágenes en un entorno lleno de memorias, en el lugar al que se pertenece por nacimiento…

“Para mi labor buscaba un resultado lúdico tanto en el producto como en el proceso, por eso  decidí acotar muy bien esta nueva improvisación visual dentro de unos parámetros que me permitieran operar de forma efectiva y sin dejar de ser auténtico. Quise conservar la gramática ornamental que he trabajado los últimos meses, pero despojada de mi imaginario recurrente…”  E. Argáez

El proceso de incorporación regional.

Aunada a la aportación estética que otorga una obra artística en una región particular, es posible generar beneficios secundarios en la entidad por medio de la difusión y promoción de la misma. Por ello es importante crear conciencia en la adopción del elemento mural global ya que con eso se fomenta la evitación del deterioro prematuro de la construcción gráfica, a la vez que se prolongan sus gratificaciones culturales.

Era imprescindible preguntar por ende la crónica del impacto que tuvo la adaptación muralista en el andar cotidiano de la población en que se desplegó.  El artista refirió el proceso de la siguiente manera:

“No pedí permiso a nadie para hacer mi santa voluntad, ni tenía porqué, así que levanté sospechas en la gente y las autoridades marítimas… No me faltaron intimidaciones, los lancheros me veían con recelo pues pensaban que pretendía despojarlos de su sitio predilecto para traer paseos. En este lugar se mueven muchos intereses, pero afortunadamente con la disciplina y trabajo constante, fui ganando adeptos y respeto”.

Contrario a lo que pudiera pensarse de la expresión citada, el mensaje de Argáez no raya en la pretensión narcisista de ser creador, más bien destaca la decisión por dignificar  de modo desinteresado un espacio público. Las ruinas de la laguna, al no formar parte de un lecho de mantenimiento privado, pudieron haberse destinado al detrimento. Lo más fructífero sería agregar un elemento para el deleite de los frecuentes visitantes, de modo que se surgiera el interés por conservarlas. Apréciese así el motivo por el que se emprendiera el proyecto.

Por otra parte, Edgar Argáez relató a modo humorístico que pese a los bretes iniciales en su trabajo, la gente gradualmente lo fue integrando a su idiosincrasia y faena diaria:

“Ya era casi una atracción cotidiana llevar a los turistas a verme trabajar. Contaban un  chiste en el que  sabían a qué hora del día me verían cruzar en el kayak. Amablemente terminaron apoyándome en la limpieza y procurándome un suministro constante de cervezas y ceviche de caracol. La  inauguración fue un evento grande y memorable, con la participación de muchos grupos que dieron su aportación al proyecto.  Ahora que la ruina fue enchulada, muchos pasan el fin de semana en el lugar, incluso con sus familias…”

Grata experiencia personal.

Sin lugar a duda el arte constituye una locución  que emana beneficios en muchas direcciones; también lo hace desde los diversos horizontes de la organización mental humana.  Refiere un algo que estimula la proyección de nociones,  la interrogación del pensamiento propio; asiste al entendimiento íntimo y a la identificación social.

Es por ello que para el artista en particular, el efecto del transcurso de una obra representa una acción mística y vital.  Su tarea se convierte en una anécdota de retroalimentación al impulso de sus manifestaciones, tanto en el instante concreto de la realización del proyecto como en los eventos posteriores a la finalización del acto inventivo.

“Este procedimiento fue un ejercicio muy espiritual que me hizo sentir extrañas fuerzas  y emociones  a mi alrededor. Pudiera decirse que generaron bestias y quimeras, personajes con alma propia… Ahora me da risa recordarlo, pero tienen un peso y una fuerza tal, que al trabajar por las noches con veladoras y quinqué a veces me sacaba de onda  sentir su vibra cuando estaba de espaldas a ellos. Luego me tranquilizaba reconocerlos como dibujos. Es como si por medio de este proceso hubieran penetrado en la pieza los espíritus del lugar”. E. Argáez.

Y es que evidentemente el talante del autor caribeño se ha visto influenciado por la rumba pictórica de esencias alucinadas.  En sus trabajos antiguos y recientes se expresa una pluralidad iconográfica que resulta bastante amena. Lo sugestivo es que pese a su sello de costumbre estrambótica en xilografía, acrílico o litografía,  Argáez se niega a encasillar su figuras dentro de una sola cosecha de imágenes que lo hermanen a un monótono sumario. Al parecer la peculiaridad de transformar con constancia sus elementos le permite adecuar la sensibilidad  individual al medio compartido. Por una parte se conserva dentro de un lineamiento plástico constante y de otro modo también advierte su ejercicio en nuevas proyecciones.

La extrapolación del muralismo en otros continentes.

En Barcelona y otras ciudades de Europa, la pinta mural en estructuras callejeras, o bien en espacios destinados específicamente para su realización, ha tenido impacto sobresaliente para la difusión estética de la cultura urbana y pueblerina.

El trabajo del fallecido pintor mexicano Antonio Pujol, las creaciones callejeras del barcelonés Óscar García Viñé, también conocido como Berok, así como las novedosas manifestaciones del “motion painting” por parte del exponente neoyorkino David Ellis, son solo algunos ejemplos de otras adaptaciones monumentales de arte social que pudieran retomarse en cualquier contexto de afinidades como un recurso para enriquecer la estética de los espacios.

En varios países como México  y España se ha querido recuperar el arte monumental por medio de la donación de espacios públicos para el desarrollo de obras. No obstante, hacen falta espacios, pero sobre todo, como bien señaló Argáez, es imperante la vigilancia del cuidado en el desarrollo de los procesos. Esto es precisamente para que el destino concreto de las pinturas desempeñen un papel de integración a las comunidades, más que ser el simple objeto de un manifiesto de talento individual.

Entablar conversación con Argáez es siempre un encargo grato. Después de solventar diversas curiosidades sobre su último trabajo finalicé la entrevista al joven artista no sin antes solicitarle que compartiera parte de sus proyectos pictóricos inmediatos:

“Deseo continuar con mi serie de lienzos jazzeros en scratch boarding; trabajar con la misma línea de pintura de corte gráfico de los últimos meses y terminar una serie al óleo llamada pretextos. Ésta última no se  parece absolutamente en nada a lo que he desarrollado en scratch boarding acrílico. Ya sabes, que me gusta ser diverso…”

Nota:

Para mayor información, sobre el proyecto mural “Enchúlame la ruina” y el contenido de las distintas exposiciones del creador visual mexicano, existen diversos sitios web recomendados:

www.edgarargaez.blogspot.com
http://es-la.facebook.com/edgar.argaez
http://artebakalao.blogspot.com/2009_12_01_archive.html
http://www.artecocodrilo.com/GALERIASCOCODRILO/bakal.html

Cristina Juárez García
http://cristinajuarezga.blogspot.com

Julio a Noviembre 2009, Monterrey, Nuevo León, México.

Anexo:

(*1) Frase de Sigmund Freud (1856-1939), padre del Psicoánalisis. Sobre ésta importante figura austriaca cabe destacar que desde principios del Siglo XX sus ideas se han representado con frecuencia de forma explícita o implícita en corrientes del arte, la literatura y el cine. Las disímiles interpretaciones freudianas se basan en la visión  del arte como un procedimiento efectivo para la disipación de deseos reprimidos. Un análisis freudiano de una obra artística puede ser enfocado a la psicología de los personajes, del autor o del público.

(*2) Frase de Ezra Weston Loomis Pound (1885- 1972), poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense perteneciente a la «Generación perdida». A lo largo de su vida exhortó vehementemente a que se rescatara la poesía antigua para que se pusiera al servicio de una concepción moderna, conceptual y al mismo tiempo fragmentaria. Su obra más sobresaliente fue The Cantos (Cantares) una compleja composición poética dividida en un número mayor a 100 secciones que aluden diversos contenidos de economía, gobierno y cultura.

(*3) David Ellis es un intérprete musical y exponente pictórico de imágenes video-grabadas. Crea animaciones time-lapse, algo que él artista denomina “motion painting”:  http://www.davidellis.org/work/

(*4) La civilización maya habitó en Mesoamérica, una amplia región ubicada en Norte y Centroamérica. Durante la época precolombina (años 415 a 435 d.C.)  este grupo indígena fundó en Quintana Roo, México lo que hoy es Bacalar. Lo denominaron bajo el nombre de Siyan Ka’an Bakhalal. Ahí permanecieron por cerca de 60 años y efectuaron numerosos recorridos y prácticas de agricultura nómada.

(*5) “La Universidad Veracruzana ha desempeñado un papel protagónico en el ámbito nacional – privilegio y responsabilidad- en la profesionalización de las manifestaciones artísticas y en su enseñanza, definiendo carreras y opciones, objetivos y procedimientos; creando alternativas y espacios. La rica historia acumulada por sus facultades de arte, con la aceptación y valoración de la sociedad veracruzana, son motivo de legítimo orgullo institucional.

El Área Académica de Artes está  integrada por 4 facultades (responsables de la Educación Formal); 1 Instituto de Artes Plásticas (responsable de la investigación y creación) y 6 Talleres Libres de Arte, responsables de la enseñanza no formal)” http://www.uv.mx/fac_art/quienes/historia.html

(*6) Carlos Valdez Chay es un artista visual yucateco que ha expuesto trabajos de ensamble-collage, fungiendo también cargos directivos en la Casa de la Cultura de Bacalar Quintana Roo. http://www.secqr.gob.mx/index.php/?option=com_content&task=view&id=1011

(*7) Melchor Peredo García http://www.extension.uson.mx/murales/melchor.htm

(*8) Bailar después de bailar fue una exposición colectiva de pintura, instalación y fotografía que abordó la visión particular de los artistas y sus capacidades como hacedores de imágenes, ello a partir de sus propias experiencias y razonamientos. La escena panorámica demarcó la peculiaridad de los expositores como iconófagos, es decir, entes creadores que ansían devorar imágenes y que al mismo tiempo son capaces de darles producción y reproducción concreta.

El evento tuvo desarrollo el 15 de Octubre del 2009, en la Explanada de las Torres Moradas de la ciudad de Monterrey (Nuevo León, México). La puesta contó  con la participación de algunos de los integrantes de Arte Cocodrilo, un grupo enfocado a la expresión contemporánea-emergente de la escena mexicana.  Para mayor información acceda a la página del colectivo: http://www.artecocodrilo.com

(*9) BLU es una de las figuras de mayor contribución a la tendencia creativa del Art Street. Sus signos de distinción refieren la petición del espacio público, el impacto de asombro y el carácter para la comunicación de mensajes, de modo que no se limite al simple efecto ornamental de los exteriores.

“Las enormes figuras y complejas escenas dibujadas por BLU aparecen en lugares anónimos o emblemáticos, mezclando el sentido de aventura con la rutina urbana, la invención personal y grandes cuestiones colectivas, la visibilidad y la defensa del anonimato” http://www.blublu.org

Su cedé de contacto se encuentra en España pero sus dibujos se han ido diseminando por todo el mundo.

Cristina Juárez García

Cristina Juárez García (Oaxaca de Juárez, México, 1987), médico de pregrado y escritora. Estudios cursados en la Escuela de Medicina del Tecnológico de Monterrey (Nuevo León, México) y en la UAB, en prácticas de internado en el departamento de psiquiatría del Hospital Vall d' Hebron (Barcelona). Actualmente colabora en la elaboración de textos del Colectivo de arte contemporáneo mexicano Artecocodrilo.com, trabaja en su primera publicación literaria: “¿Cartas a Suso? Hablaba de ti y no de mí”, recopilación de prosas y versos abordados como profundizaciones de un recuerdo y cotejo analítico de un sentimiento.

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