Alejandro Katz, calidad y elegancia editorial

Desde hace tres años Katz Editores se ha convertido en una editorial de referncia en el panorama cultural: «Nacida con la vocación de contribuir a ampliar los horizontes del conocimiento disponible en lengua española, pero también con la convicción de que es necesario poner en crisis muchas de las ideas que organizan las visiones del mundo contemporáneo, esta editorial se concibe como un espacio de diálogo entre culturas intelectuales y académicas diversas, entre variadas y plurales tradiciones de pensamiento, y como un sitio de intercambios críticos y de encuentros y cruces entre disciplinas, modos y estilos del saber». Entrevistamos al editor Alejandro Katz para Revista de Letras.   portada_1_med

Un buen catálogo no es el catálogo que “le gusta a alguien”, sino el catálogo adecuado a los objetivos que la empresa editorial se ha trazado. Por tanto, puede haber buenos catálogos de autoayuda como buenos catálogos de filosofía, y pésimos catálogos de poesía como magníficos catálogos de viajes: la calidad no está en el objeto, sino en la adecuación de éste con el objetivo.

¿Cómo surge Katz Editores y qué balance haría hasta ahora?

Katz Editores es producto del deseo de desarrollar un proyecto editorial en el cual expresar la experiencia acumulada en más de veinte años de trabajo en la industria, del deseo de construir una editorial orientada a los contenidos de conocimiento, atenta a las preocupaciones de los lectores de nuestro idioma sin mayor apego a la geografía, articulando el estudio de los problemas fundamentales del hombre y de la sociedad con la discusión de las alternativas contemporáneas más acuciantes. ¿Cuál es el balance? En estos tres años, que están por cumplirse, la editorial ha obtenido un gran reconocimiento, no sólo del público intelectual y académico, sino también de los libreros y la prensa. Es muy satisfactorio recibir constantemente muestras de ese reconocimiento. Al mismo tiempo, hubiéramos deseado que tres años fueran suficientes para facilitarnos la gestión financiera, lo que no ha ocurrido, y nos obliga a un esfuerzo renovado cada día para utilizar con la mayor racionalidad y eficiencia nuestros recursos. Como siempre, los balances hablan de logros cumplidos y expectativas pendientes. Nosotros desearíamos mantener el favor que nos ha concedido nuestro público, y también obtener resultados financieros que nos hagan la vida más sencilla. Es cierto que, en parte, este es un comentario hecho “desde la crisis”.

«No es posible transigir con la calidad de los contenidos; en una editorial de ensayo, como ésta, no es posible transigir con la elegancia de la expresión. Allí, en ese conjunto de elementos, hay indicios de las cuestiones que se deben atender a la hora de escoger un autor o una obra».

9788460983514El reconocimiento del trabajo realizado por las editoriales llamadas “pequeñas”, reeditando autores, a veces, olvidados y descubriendo nuevos, es cada vez más general.¿Cual es su criterio a la hora de escoger los autores y/o los libros?

Es muy difícil precisar el criterio de selección. No es siempre el mismo o, más justamente, los mismos componentes intervienen cada vez en proporciones diversas. Hay que atender al equilibrio general de temas del catálogo, a la complejidad o sencillez del discurso de la obra, a la extensión y dificultad, y por tanto a los costes, de la producción, a la valía de los anticipos solicitados, al justo equilibrio entre autores de más prestigio –y en consecuencia, presumiblemente, de circulación más fácil- y autores inéditos, inéditos en nuestro idioma o poco conocidos… Algunos criterios son permanentes, sin duda, pero cada uno de ellos funciona como una conditio sine qua non, más que como un criterio afirmativo: la solidez del conocimiento propuesto, la calidad de la prosa: en una editorial de conocimiento, como la nuestra, no es posible transigir con la calidad de los contenidos; en una editorial de ensayo, como ésta, no es posible transigir con la elegancia de la expresión. Allí, en ese conjunto de elementos, hay indicios de las cuestiones que se deben atender a la hora de escoger un autor o una obra.

¿Cómo se diseña o prepara un buen catálogo editorial?

Yo diría que un buen catálogo es aquel que expresa adecuadamente los objetivos del editor o de la editorial. Parece una verdad de Perogrullo, pero no lo es tanto: un buen catálogo no es el catálogo que “le gusta a alguien”, sino el catálogo adecuado a los objetivos que la empresa editorial se ha trazado. Por tanto, puede haber buenos catálogos de autoayuda como buenos catálogos de filosofía, y pésimos catálogos de poesía como magníficos catálogos de viajes: la calidad no está en el objeto, sino en la adecuación de éste con el objetivo.

katzfoucault65¿Les llegan muchos manuscritos al mes?

Sí, muchos. Es más: muchísimos.

Sus ediciones reflejan un cuidado y una atención artesanal en la elección de las tipografías, el gramaje del papel, el diseño de las portadas, ¿nos podría explicar brevemente cómo funciona el proceso desde que deciden publicar una obra?

Bueno, muchas gracias por su observación. Efectivamente, hemos trabajado mucho y muy cuidadosamente el desarrollo de la imagen de la editorial, pero una de las razones por la que lo hemos hecho tan cuidadosamente es, justamente, para que una vez logrado deje de ser una preocupación permanente. Nuestras decisiones gráficas han sido tomadas, y si bien eso no significa que sean inmutables sí significa que nos permiten, hoy, dedicarnos principalmente a los contenidos. En cuanto a los procesos concretos, no creo que haya mucha diferencia entre los nuestros y los de cualquier otra editorial cuidadosa del resultado final: traducciones, revisiones, correcciones, formación, índices…

¿Cómo ve la competencia con las grandes editoriales?

Como eso: competencia. No necesariamente es más duro con las grandes que con las pequeñas. No hay necesariamente una deontología que los pequeños e independientes respeten y que los grandes y corporativos traicionen. Hay personas, y las personas se comportan de modo diverso según su educación, su carácter, sus ambiciones… Muchas veces, las estructuras corporativas ponen límites a las malas prácticas, dado que existen sistemas de control interno, de auditoría, de medición del racional de cada decisión que los así llamados independientes no tienen, y la falta de una mirada sobre sus actos les da, a éstos últimos, mayor impunidad para el mal actuar, como hemos verificado en más de una ocasión en la disputa por derechos. Pero tampoco esto es una norma, y hay editores en las grandes corporaciones que pueden poner cuantiosos recursos de sus organizaciones para dañar a un competidor pequeño e intentar sacarlo del mercado: hemos sufrido –y quizá todavía estemos sufriendo- malas artes de esta calaña, pero no porque nuestra labor sea una amenaza para ningún gran grupo sino simplemente para los deteriorados egos de una o dos personas. También debe decirse que, en uno y otro lado, está lleno de personas honorables y rectas.

¿Cuál o cuáles de sus publicaciones es de la que se siente más orgulloso?

Esto es como preguntar a uno qué hijo prefiere más. Es posible que ocurra, pero no es posible que se confiese.

9788460983606¿Qué opinión tiene sobre la “edición sin editores”?

Si se refiere al libro de André Schifrin, mala. Creo que es un mal libro, escrito desde el enojo más que desde el análisis, desde la ideología más que desde el juicio, y cuya principal virtud es también su principal defecto: haber abierto una discusión importante, pero simultáneamente, por la estructura misma de su discurso, haberla clausurado, dividiendo a los lectores en dos bandos. De ningún modo pondré en duda la verdad del relato, de lo puramente anecdótico, del modo en el que, al caer en manos de una gran corporación, una extraordinaria editorial puede degradarse, incluso, como el mismo Schifrin afirma, por razones ideológicas. Pero en ningún caso estoy de acuerdo con que “el mundo” sea de ese modo, y ni siquiera el mundo corporativo. Uno de los más bellos catálogos de nuestro idioma es el de Galaxia Gutenberg: yo agradezco a Random House Mondadori que lo lleve adelante. Buena parte de la gran tarea editorial se ha hecho, y se continúa haciendo, en los grandes grupos. No toda, por cierto. Como no todo lo que es chico huele bien: infinidad de editoriales independientes y pequeñas publican, de acuerdo con esos criterios, algo parecido a la basura. Creo, en verdad, que hay una gran mitología en relación con todo esto, y me parece que esa mitología (los independientes, los grupos, la concentración…) dificulta un análisis más verdadero y productivo de los problemas reales del mundo de la edición y de la librería.

¿Cómo es la relación con el autor?

Por lo general, compleja, aunque tampoco esto es una norma. Se trata de una relación establecida entre personalidades fuertes, con objetivos en parte comunes y en parte divergentes, con el deseo de apropiarse el mérito por los logros y de transferir al otro la responsabilidad por la expectativa incumplida, en la cual la dimensión económica entra en colisión con la dimensión simbólica del vínculo. Dicho lo cual, agrego que algunas de las relaciones más importantes de mi vida las he tenido, y en algunos casos las sigo teniendo, con autores cuyas obras he ido publicando.

Por último, ¿qué ha de hacer algún autor que quiera publicar en Katz?

Enviarnos un manuscrito, tenernos paciencia: la nuestra es una estructura muy reducida, y nuestros tiempos de respuesta más largos de cuanto desearíamos (algunas veces, más largos de cuanto es razonable).

Diego Giménez

Diego Giménez, doctor en filosofía y pensamiento (UB) con una tesis sobre "El libro del desasosiego" de Fernando Pessoa, ha realizado diferentes actividades relacionadas con la literatura y el periodismo. Ha trabajado como redactor de LaVanguardia.com y en 2008 cofundó Revista de Letras.

3 Comentarios

  1. […] Un buen catálogo no es el catálogo que “le gusta a alguien”, sino el catálogo adecuado a los objetivos que la empresa editorial se ha trazado. Por tanto, puede haber buenos catálogos de autoayuda como buenos catálogos de filosofía, y pésimos catálogos de poesía como magníficos catálogos de viajes: la calidad no está en el objeto, sino en la adecuación de éste con el objetivo. Continúa leyendo en Revista de Letras… […]

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