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Artificio atávico

La escritora Cristina Peri Rossi, autora de poemarios como 'La noche y su artificio' y 'Play Station', ha sido reconocida con el Premio Cervantes 2021 | Foto: Editorial Cálamo

Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941) nos atiende en su piso de Barcelona. Debajo del escritorio tiene diez o doce cajas de manuscritos aún no publicados. Enrollado encima de la mesa, guarda la reproducción de una de sus pinturas favoritas, Cabinas telefónicas, de Richar Estes. Acaba de publicar su nuevo poemario, La noche y su artificio, después de que ganara el Premio Loewe en 2008 con Play Station. Coincide este nuevo volumen, donde el amor y el erotismo son pulsiones inseparables, con la aparición de Julio Cortázar y Cris, en el que rememora su complicidad con el escritor argentino.

—A mí me emociona más la música que la literatura. De noche a veces no puedo poner según qué. Tengo poca resistencia. No puedo escuchar música si estoy quieta. La belleza me excita.

Y es que la primera formación de Peri Rossi es musical. Luego vendría la Literatura comparada. Hasta que tuvo que exiliarse de su Uruguay natal, justo cuando, jovencísima, ya había llegado al gran público gracias a su novela El libro de mis primos, con el que ganó el premio Marcha en 1969.

Es ese el libro que Cortázar encuentra, por casualidad, en la librería Amerique Latine. Fascinado por la hibridez de géneros utilizados por la escritora, el argentino decide escribir una carta a esa chica “con carita hermosa” que descubre en la contraportada. Envía la misiva a la revista en la que ella trabajaba antes de huir a Barcelona, pero alguien la reenvía al nuevo domicilio y llega, milagrosamente, a Peri Rossi:

—Recibí la carta cuando estaba clandestina en Sant Cugat. Es difícil saber cómo llegó hasta mí. Parábolas de la vida.

Editorial Cálamo
Editorial Cálamo

Es la primera de las “figuras” que unirían durante décadas a ambos escritores. “Como él, yo pensaba que el azar era una de las maneras que tenía el destino de manifestarse”, cuenta la poeta en el libro editado por Cálamo.

—La primera vez que le fui a ver a París me regaló un diccionario de adivinación. Él tenía curiosidad por todo lo que era paranormal.

Sin embargo, la autora especifica que, después del psicoanálisis, lo fantástico no tiene que ser lo sobrenatural, sino el otro lado de las cosas. De ahí la importancia, por ejemplo, de los lapsus. O las coincidencias. Los dos escritores sonríen, como quien reconoce en el otro a un auténtico cronopio, cuando se dan cuenta de que también comparten la obsesión por los dinosaurios.

—Cuando apareció Spielberg lo dejamos. Se popularizó, y perdió su carácter simbólico, mágico. A los niños les encantaban los dinosaurios, y nosotros dos teníamos una curiosidad muy parecida a la de un niño… También nos fascinaba el monstruo del lago Ness.

Cristina Peri Rossi está delicada de salud. Acaba de salir de una infección pulmonar que la tuvo ingresada en el hospital. Eso no le impide escribir. Al contrario. En uno de los encuentros con Cortázar, de hecho, le explica que de pequeña había tenido tuberculosis, y él le responde, tajante, que su vocación literaria tiene que venir de allí.

Cortázar visitó Barcelona en diversas ocasiones junto a Peri Rossi. No era fácil. El autor de Rayuela ya era muy conocido, y un tipo de metro noventa no pasaba desapercibido en aquella ciudad. Le recuerda muy cordial con las señoritas que se le acercaban, pero a la vez marcando una distancia. Quería pasear, alimentarse de la urbe junto a su amiga y cómplice. Una de las veces Gabo les invita al restaurante Reno y, en vez de disfrutar de los lujos del lugar, piden un bife a la plancha.

—Julio era infinitamente más bohemio que García Márquez. Siempre vivió como un estudiante.

Otra de las promenades que evoca Peri Rossi es la visita al Park Güell. Le hablaba de un sueño repetitivo que cobró todo el sentido cuando se reencontró con algunos de los mosaicos de colores. Había estado allí, muy pequeño, con su madre.

No pocas veces se ha querido construir una caricatura de un Cortázar comunista, que abandona su trayectoria literaria para hacer una obra supuestamente demasiado política. Pero, aunque apoyó claramente la Revolución, se enfrentó en diversas ocasiones a la homofobia que ya padecía el régimen castrista.

—Intentó ayudar a Reynaldo Arenas. Y salvó a Calvert Casey, quien había publicado un libro de cuentos (El regreso), y que estaba encerrado en un campo de trabajo. Consiguió sacarlo de allí.

Cortázar tenía la esperanza de que la Revolución Nicaragüense corrigiera los errores de la Cubana, reconoce la poeta. No fue así.

No únicamente estuvieron juntos en París y Barcelona. También veranearon, con otros amigos, en Mallorca. De aquellos días es la “exclusiva” que Interviú publicó bajo el título Julio Cortázar y las tetas, donde ella, a la que calificaban de “nuevo amor” del escritor, aparecía sin la parte superior del bañador. ¿Cómo una revista del corazón podía interesarse así por un escritor?

—Entonces un intelectual tendía prestigio. Ahora lo tienen los jugadores de fútbol, las modelos. La enfermedad del siglo XIX fue la histeria. La del siglo XX, la neurosis. La del XXI, el trastorno narcisista de la personalidad.

Tanto interés despertaba Cortázar que, mucho después de su muerte, Peri Rossi se quedó atónita al escuchar su voz en la televisión. Protagonizaba, gracias a una grabación de 1967 de Instrucciones para dar cuerda a un reloj, el anuncio de un nuevo modelo de coche. El Seat León. Su manera de pronunciar la erre era inconfundible.

En 1977 Julio Cortázar le envía una serie de versos dedicados, titulados Poemas para Cris. Para la autora, que nunca pudo corresponder el deseo del argentino, los textos “nacieron de la melancolía del deseo sexual insatisfecho y sublimaron la frustración convirtiéndola en belleza”.

Cristina Peri Rossi nos muestra algunos de los últimos poemas que ha escrito la noche anterior. Sigue escribiendo como al principio, sin freno ni apenas correcciones, con ataques de inspiración. Pero ahora lo hace también con el teléfono móvil. Nos enseña su aplicación de “Notas”, llenas de apuntes y metáforas. ¿Cómo ha cambiado tu proceso creativo con los años?

—Mi primer libro lo escribí en tres horas. Cuando era joven lo que sí me preocupaba era no poder volver a escribir. Sentirme seca. Ahora sé que siempre vuelve.

También eso compartía con Julio Cortázar, la escritura como juego, como ritual improvisado y orgánico, como selva sin planes ni estrategias.

—Puedo estar seis meses sin escribir. La escritura tiene que ser espontánea. Eso de sentarse a escribir como si fueras un burócrata… Escribo en estado de gracia. No necesito convocarlo.

En La noche y su artificio convergen múltiples voces, varios libros en un solo libro, en una arquitectura invisible.  Hay pues una literatura del yo, pero un yo que no es rígido ni homogéneo.

Editorial Cálamo
Editorial Cálamo

La normalidad es todo menos normalidad: el “plástico y Facebook” es la realidad que asoma cuando la noche abandona su danza animal.

—El arte es artificio, pero sientes algo muy atávico, muy visceral.

Barcelona es un personaje poético y sus calles son escenarios (“En medio de los carteles de Bancos y Cajas / de autos y de oficinas / Viviré más allá de tus años / en mi memoria”).

—Las ciudades son para los ciudadanos. Hay una relación muy estudiada en los animales entre el espacio y la cantidad. El aumento de la agresión urbana -el mal humor- se nota. Barcelona es un centro comercial para los turistas –lamenta la poeta.

La transformación de la polis es, también, la violencia ejercida contra una idea de mundo abierto.

—Soy socialista y, por lo tanto, internacionalista. Para mí las banderas no están por encima de la lucha de clases —admite Peri Rossi, quien, pese a haber apoyado públicamente a UPyD, ve a Podemos como un síntoma a tener en cuenta.

En Tierra de nadie la poeta busca “un lugar sin nombre / que nadie reclame / un lugar de paso” sin banderas ni patrias ni fronteras.

El cuerpo en La noche y su artificio es expresión y voz. Acto y reflejo. En Metáfora, leemos: “Hacerte el amor / es una manera -torpe- / de decirte que te quiero”. La piel es la zona de encuentro entre comunión y sangre, donde lo imposible se hace posible. El erotismo, así, es la forma más radical de subversión.

—Es un libro de amor —advierte Cristina Peri Rossi.

Tal vez todos lo son.


*Perfil publicado originalmente en noviembre de 2014.

Albert Lladó

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros títulos, de 'Malpaís' y 'La travesía de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).

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