Cartas del Norte: De periodistas, cronistas y asesinos hipocondríacos

El enigmático asesino hipocondríaco que responde a las iniciales de M.Y. en la última novela de Juan Jacinto Muñoz Rengel, El asesino hipocondríaco, es un hombre al que le persigue la mala suerte desde que era niño, o para ser más precisos, es el paradigma de la “ley de Murphy”. Como él mismo dice en alguna ocasión a lo largo de la historia que nos narra, “si escojo entre dos direcciones, la otra siempre será la acertada, si salgo con paraguas lo pasearé todo el día sin darle uso, si levanto una mano para reclamar, lo mas probable será que sufra una luxación de clavícula”. Cualquier parecido con el arquetipo de un asesino psicópata al uso es pura coincidencia, de ahí sus múltiples errores. Y si a tanta mala suerte se le une una hipocondría exasperante que raya lo patológico… (no para de tomarse la temperatura a todas horas, la tensión arterial…). Por eso, cuando se encamina a cumplir un trabajo, su último encargo a decir de él, “solo me queda un día de vida, afirma”, aunque lleva haciendo tal afirmación desde hace varios años, le sale mal, como los anteriores. Ya se sabe, “la ley de Murphy”. Y es que la historia esta llena de hipocondríacos  como muy bien sabe M.Y., Kant, Poe…. Pero hipocondríacos y asesinos profesionales no debe haber muchos. Él es uno de ellos, aunque sus múltiples dolencias no le faciliten el trabajo. Pero algún día lo habrá de conseguir y podrá cumplir el encargo de matar al señor Blaisten aunque solo le quede un día de vida. A medio camino entre la novela negra y la novela de humor, Juan Jacinto Muñoz Rengel consigue con El asesino hipocondríaco posiblemente lo más difícil, apuntarse a un género literario inclasificable que iniciara Rafael Reig con Sangre a borbotones y Guapa de cara. Un tipo de literatura desenfadado pero no por ello exento de calidad literaria.

Continúa la editorial Debate con la labor de recuperar la Obra Periodística del escritor Manuel Vázquez Montalbán, centrándose en esta ocasión en los años inmediatamente anteriores a su prematuro fallecimiento, cuando se encontraba probablemente dando lo mejor de sí tanto narrativa como periodísticamente. Con Obra periodística 1987-2003 se cierra uno de los ciclos más fecundos del periodismo y del articulismo en particular en este país. Es un escritor “voraz” que en palabras del prologuista trabaja mucho, quizás demasiado y corrige poco, quizás porque no lo necesitaba, al igual que su viejo amigo Umbral. En los artículos de este tercer volumen vuelve a incidir en los viejos temas políticos que tanto le interesaban, aunque en esta ocasión la llegada al poder del presidente Aznar le ayudarían a dar rienda suelta a lo que se ha dado en llamar el “carácter montalbaniano” de los mismos: irónicos, jocosos, trascendentes…. El 11 de septiembre, el terrorismo, Cataluña y la lengua, el Barca, Guardiola, la literatura…. Son solo excusas para dar rienda suelta a toda la creación que atesoraba y que, como repito, se vio truncada un 18 de octubre del 2003, cuando se encontraba probablemente acompañado de su fiel escudero Pepe Carvalho.

Enric González, corresponsal en diferentes ciudades, nos invita a soñar en sus Historias de Londres como antaño lo hiciera en Historias de Nueva York, o Historias del calcio, oportunamente recopiladas por RBA, y nos recuerda lo fácil que es seguir siendo niños. Enric González seguro que ha leído a J.M Barrie, ha visto la versión que Walt Disney hiciera de Peter Pan y es un devoto de From Hell, por citar lo que podrían ser tres peculiares guías londinenses, a la par que es seguidor del Inter de Milan. Y, créanme, serlo de este equipo en detrimento del Milán es como serlo del Atlético de Madrid en lugar del Real Madrid. De su experiencia como corresponsal en estas ciudades han salido tres maravillosos libros de misceláneas literarias, irónicas y llenas de nostalgias. De crónicas duras y tremendamente divertidas. A menudo de esas que no suelen leerse en los diarios locales, repletas de matices que ayudan a conocer un poco más ese submundo que siempre tenemos al otro lado del espejo. Es decir, es un sufridor nato. Posiblemente de esa capacidad de sufrimiento hayan nacido artículos como «Los vencidos» o «El baño», como «El sueño de un niño de Livorno» o «El hombre impasible». El fútbol ya no es el opio del pueblo, o sí lo es, pero sus crónicas en manos de escritores como Enric González, incluso a mi, que no me gusta (el fútbol) me resultan hasta atractivas. Porque a una ciudad se la puede amar, pero también odiar.

Luis García
Las Cartas del Norte

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. El asesino hipocondríaco. Juan Jacinto Muñoz Rengel. Plaza & Janés (Barcelona, 2012)

. Obra periodística 1987-2003. Las batallas perdidas. Manuel Vázquez Montalbán Debate (Barcelona, 2012)

. Todas las historias. Enric González. RBA (Barcelona, 2012)

Luis García

Luis García, ha colaborado en, entre otros medios, Clarín, Lateral, El Péndulo, Mercurio, Turia, Cambio 16, La Clave, El Siglo de Almería, La Opinión de Granada, y los suplementos El Argonauta de El Diario de Ávila y el de La Nueva España. Mantuvo la sección Cartas del Norte en el suplemento La Mirada, del Correo de Andalucía, y en El Mirador, de El Diario de Andalucía. Es Director de Contenidos de www.literaturas.com y escribe en Cuadernos del Sur de El Diario de Córdoba; Oviedo Diario y El Comercio. Sus relatos y poemas se pueden leer en Fábula, El Cobaya, La Pluma y el Tiempo, Barcarola, o Galerna.

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