III Ciclo de Autores de Novela Criminal (III): Marta Banús

Marta Banús es un nuevo nombre que ha comenzado a sonar como autora de género en catalán a tener en cuenta. Con su primera novela, El safareig dels morts (Columna) nos invita a conocer el mundo que se respira en una colonia textil, de las muchas que se establecieron en Cataluña a finales del siglo XIX y que permanecieron, ancladas en el pasado en muchos casos, hasta que el cese de buena parte de las industrias provocó la marcha de sus habitantes. Por supuesto, hay un crimen y un investigador, Esteve Ruscalleda, inspector del juzgado de Berga, que se enfrenta a su primera gran investigación en un mundo cerrado y lleno de intrigas.

Marta Banús (foto: Columna)

Primera novela y en un género que primero te interesó como lectora…

Una cosa lleva a la otra. El género me gusta mucho y aún me gustaba más en el momento en que empecé a escribir la novela. Era mi género favorito. Y precisamente porque lo era, me di cuenta que me iba a resultar útil para poder meterme en la vida cotidiana de un mundo cerrado.

Como lectora, ¿cuáles son los autores que te tienen atrapada?

Me gusta picar un poco de todos. Tengo predilección por los clásicos americanos, Simenon, al que considero mi autor de cabecera…

En tu novela hay algo del estilo de Simenon…

Espero que sí. Y de actuales hay varios: Camilleri, Markaris… La lista sería larga. Los nórdicos, menos. Y de la rama de Agatha Christie y descendientes tampoco, lo que no quiere decir que no sean buenos libros, pero la novela enigma no me acaba de enganchar.

¿Cómo definirías a Esteve Ruscalleda, el inspector que debe resolver el crimen de la colonia de Can Bartet?

Es un hombre complejo. Ante todo curioso, la curiosidad es la base de su trabajo. En el momento en que no quiere seguir la vía de su hermano y de su padre se va a hacer el servicio militar y cuando regresa es incapaz de quedarse detrás de un escritorio. Es cumplidor, detallista, y algo que espero que haya quedado plasmado en el libro y se reconozca en el personaje, muy irónico.

Desde luego es algo que se agradece mucho en el género.

Me encanta el humor en las novelas negras. Y es algo que no solo he procurado que esté presente en las intervenciones de Ruscalleda.

Es un personaje que llega, como decías, a un mundo muy cerrado. Me gusta que el juez, al encargarle la investigación del caso, le diga que se deje ver, que de la nota, porque es la única manera de que la gente reaccione.

Claro, de otra manera pasarían completamente de él. Al mismo tiempo, me hace gracia porque normalmente los detectives, en las novelas, procuran pasar desapercibidos. Quería que el mío hiciera justo lo contrario.

Encuentro que reflejas muy bien ese ambiente y la vida en las colonias. Siendo barcelonesa de toda la vida, ¿tienes alguna vinculación con el mundo rural?

En este tipo de ambiente no. Hice una visita a la colonia Can Vidal que me inspiró para el libro. Soy de las que veraneaban en un pueblo, cuando se estilaba, en los 50. Después, las incomodidades de las casas, con instalaciones rudimentarias, similares a las que pude ver en Can Vidal, hicieron que se dejara de ir de vacaciones a los pueblos. Por ejemplo, los lavaderos. Ya era habitual que en los 50 hubiera lavadero en las casas, pero en los pueblos las vecinas seguían reuniéndose para lavar la ropa. He podido utilizar este tipo de cosas para darle un tono realista a las situaciones de la novela. Hay algunos detalles que proceden de la documentación y otros que recuerdo de aquella época. También dio la casualidad de que tengo una pariente que vivió en la colonia y conoce la industria textil de Terrassa. Me ofreció mucha información que pude utilizar.

Son ambientes en los que pesa mucho el pasado y las relaciones que se establecen entre los vecinos son muy diferentes a las que estamos acostumbrados en la ciudad.

Convives con los vecinos. Al comprar, al divertirte. No había televisión ni apenas otro entretenimiento que no fuera compartir el tiempo con la familia y los vecinos.

Y entre los vecinos no había misterios.

Bueno, se las arreglaban para tener un rinconcito. Pero luego estaba la «revienta rincones», que se metía en casa y  lo comentaba todo.

¿Cómo trabajaste la trama?

Pues no sabría decirte, porque no tenía nada planificado. Estaba la colonia, como primera idea. La segunda, claro, el género. La tercera, que habría un crimen que resolver y que el detective debería investigar a todos los personajes. Y el resto fue surgiendo, sin plan premeditado.

Leyendo novela de género durante tanto tiempo, ¿qué te impulsó a escribir tu primera obra?

El final y el principio. Cuando comencé a hacer el texto de las solapas puse un montón de cosas que  no sé si han salido porque tenían problemas de espacio. Era muy de escribir y crear proyectos pero seguí el consejo que me dieron: «Primero vive, luego escribe». Así que viví mucho, trabajando, formando una familia… Hasta que mi hijo se independizó, tuve más tiempo libre y volví a sentir la necesidad de escribir, ahora sí, con un bagaje. Hice cursos, visité la colonia, hablé con la gente…

¿Los cursos te fueron bien para aprender técnica?

Sí, primero estuve en el Aula de Escritura y después en la Escola d’Escritura de l’Ateneu. Creo que la combinación de las dos formaciones me ayudo mucho. Sí es cierto que, en el Ateneu, depende mucho del profesor que encuentres, que congenie con tu manera de entender la escritura y con el proyecto que desarrolles. Tuve mucha suerte porque el primer año lo hice con Lolita Bosch, que me enseñó la importancia del ritmo, no solo de la trama sino también de la arquitectura de la obra. Después, al tratarse de una novela negra, vi la posibilidad de hacer formación con Andreu Martín que también me ayudo mucho a trabajar el texto y del que aprendí mucha técnica aplicada a la novela policiaca.

¿Alguno de los personajes te ha crecido mientras escribías?

La niña. Empezó como personaje muy secundario y fue creciendo, cogiendo carácter y una manera de ser que me pedía trabajo. Y ahora que digo esto, aprovecho para recordar que la religión está muy presente en el libro.

Eso te iba a comentar…

Son lugares en los que la institución eclesiástica se impone como si fuera propietaria. El maestro también era una persona de respeto, pero fue a partir de los 50 que se invirtieron los papeles y la iglesia pasó a un segundo plano en las colonias.

¿Cómo ves el futuro de Ruscalleda?

Tengo otras cosas escritas que no tienen nada que ver. Volver con Ruscalleda me gustaría. Y con otros personajes de la novela que tienen posible continuidad, pero lejos de su entorno. La colonia ya está explotada, así que tendría que transplantarlos a otro sitio.

José A. Muñoz

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

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