Juan Pedro Aparicio

«El mecanismo de escritura se alimenta de obsesiones»

Nacido en León en 1941 Juan Pedro Aparicio es una de las voces indepenfientes de la literatura española que ha visto premiada su obra en diferentes ocasiones. De 1975 data su primer libro, El origen del mono y otros relatos, al que siguió su novela Lo que es del césar (1981). Con El año del francés (1986) consigue un amplio reconocimiento, confirmado con la concesión del premio Nadad en 1989 por su obra Retratos de ambigú. Ha cultivado el ensayo, el artículo periodístico, el relato corto y el libro de viajes. En 2005 recibió el Premio Setenil de Cuentos al mejor libro de relatos publicado ese año por La vida en blanco. Parte de su obra ha sido traducida al chino, ruso, inglés, alemán y otros idiomas. El juego del diábolo es su segundo libro de minificción o literatura cuántica, según él mismo propone.

El Juego del diábolo como usted nos indica en el prólogo del libro viene a completar La mitad del diablo, ¿Nos podría explicar cómo surge el proyecto?

Yo había cultivado el género cuando casi estaba olvidado, tanto que en mi primer libro El origen del mono, de 1975, publique sólo dos cuentos de estas caracetrísticas, El presentimiento y El humanista, dejando otros fuera; entonces este tipo de relatos no encontraban acogida entre editores ni entre el público. Treinta años después he visto publicado mi relato El presentimiento incluso en algún periódico de China o Brasil, sin que nadie me hubiera siquiera pedido permiso. Hace tres o cuatro años, en un congreso de literatura, comprobé el auge del género y me propuse escribir un libro entero sólo de microrrelatos, que me gusta llamar cuánticos. Hice un buen montón de ellos, 333, que me propuse publicar con el título de La mitad del diablo; al final por razones varias publiqué menos de la mitad de esa cifra. En aquel libro los cuentos iban del más extenso al más corto, en éste, El Juego del diábolo, que como digo, es su complemento, los cuentos van del más corto al más extenso. Lo único interesante de todo esto es que los dos libros nacen de un acto de voluntad único, quiero decir que no son subproductos o rebabas de otros escritos, que los hice como se hace una novela, pensando continua y exclusivamente en ellos hasta completarlos.

Usted define la obra como literatura cuántica, ¿cree que es la mejor manera de hacer ficción hoy?

No soy quien para decir cuál es la mejor manera de hacer ficción hoy. Además, al lado de esta literatura de lo muy pequeño, existen esos best sellers enormes de miles de páginas que inundan todos los mercados del libro. Si puedo apreciar, sin embargo, que entre los amantes de la literatura hay una marcada simpatía por este tipo de relatos, que precisamente por su naturaleza vienen a consolidar algunas recientes conquistas del lenguaje narrativo que los best sellers han ido abandonado y me refiero a un determinado uso de la elipsis o, dicho de otra manera, a lo que podemos llamar la materia oscura, eso que está en el relato pero sólo de manera implícita.

El libro presenta un recorrido por diversos temas y haciendo reflexionar desde perspectivas inusuales sobre la condición postmoderna, ¿Cómo concibe la relación entre la “escritura”, “la crisis de sentido” y la “identidad”?

Sinceramente no sabría decir nada sobre eso. Lo que si he descubierto es que me he sentido muy libre mientras escribía este libro y el anterior, una libertad inusual que creo nace del propio género que permite pasar de un tema a otro, tocar asuntos trascendentales o frívolos y plantear situaciones fantásticas, dramáticas, de ciencia ficción o de humor con toda naturalidad. Una vez acabado el texto, me ha parecido encontrarme ante una obra muy personal, una de las más personales que yo haya podido hacer, una especie de autobiografía cultural que refleja de forma narrativa un mundo de reflexiones, vivencias y emociones que, aunque hablen del diablo, del planeta Marte o de la Luna tienen mucho que ver con lo que yo he vivido y leído.

Cortázar afirmaba que si la prosa gana por puntos, los cuentos lo han de hacer por K.O., ¿Dicha afirmación en que lugar deja a los microrrelatos?

Cortazar, qué gran tipo. La frase es un enorme acierto expresivo. Creo que vale perfectamente también para los cuánticos. A mi me ha gustado definir el cuento como esa narración que empieza pronto y termina enseguida. Lo que, adaptada al cuántico, vendría a ser esa narración que empieza antes y termina también un poco antes.

¿Cree que la elipsis es la mejor forma de estructurar el microrrelato?

Sí, aunque no la única. Me gusta que la invención tenga fuerza, ya que el texto es corto, y que, si es posible, no falte una pizca de humor. Lo demás creo que ya lo he dicho. Hablaba Hemingway de que todo relato es como un iceberg: sólo muestra el diez por ciento de su masa. El cuántico muestra mucho menos, a veces casi nada. Valga como ejemplo el titulado Desayuno con que comienza “El juego del diábolo”, homenaje por cierto al Vuelva usted mañana de Larra y no al celebérrimo dinosaurio de Monterroso. Dice así: Cuando regresó el funcionario seguía ausente.

Cómo funciona su proceso creativo?

Más bien como un acto de voluntad. Mi querido amigo Ricardo Gullón, el gran crítico español, siempre decía que las novelas no se piensan sino que se escriben. El recuerdo de esa frase es el único modo que tengo yo de combatir la pereza. Me pongo a escribir, cuando me pongo, y escribo. Unas veces una novela; otras, un libro de cuentos; otras, uno de cuánticos. Y así es. Con la semilla dentro, el mecanismo de escritura se alimenta de obsesiones y uno aparece ante los demás como un ser obsesionado.

En una entrevista reciente ha afirmado que las únicas editoriales que cuidan y aman la literatura son las independientes, ¿Qué opinión tiene de la “Edición sin editores”?

No la tengo buena ni mala. Creo en la libertad. Si un autor publica su libro en Internet o por sus propios medios tendrá más dificultades para que su obra sea reconocida, pero, si es buena, probablemente acabará encontrando su camino. La literatura es misteriosa y como el agua no se deja atrapar entre las manos de los críticos ni entre las de los editores.

Diego Giménez

Diego Giménez, doctor en filosofía y pensamiento (UB) con una tesis sobre "El libro del desasosiego" de Fernando Pessoa, ha realizado diferentes actividades relacionadas con la literatura y el periodismo. Ha trabajado como redactor de LaVanguardia.com y en 2008 cofundó Revista de Letras.

4 Comentarios

  1. este escritor es extraordinariamente bueno como novelista ,y extraordinariamente malo como cuentista ,es una disonancia exscesiva ,pero esta lectora aprecia muchísimo sus novelas .
    gracias
    de GRACIA

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