«La conquista de la Tierra», de Juan Janer

La.conquista.de.la.TierraLa conquista de la Tierra. Juan Janer
LcLibros (edición eBook) (Madrid, 2013)

Cómpralo aquí

De «Ficción futura», insiste Juan Janer, el autor de La conquista de la Tierra, en que sean llamadas sus novelas, antes que de «ciencia-ficción». En primer lugar, ha declarado en diferentes lugares, porque ciertamente poco tienen de científico sus historias, quitando allá alguna pincelada casi anecdótica; en segundo lugar, porque sin duda el elemento dominante en esta novela es la ficción, una ficción desatada… hasta cierto punto. Dejemos aquí lo del «cierto punto» porque es algo sobre lo que me propongo volver después.

Partimos, para situar al lector de esta reseña, de una época futura, pongamos por caso dentro de tres mil años, en que, tras verse afectado nuestra planeta por una glaciación, los humanos (que se habían refugiado en una de las lunas de Júpiter) retornan al viejo globo azul para poblarlo de nuevo. Este es el marco en que se ubica La conquista de la Tierra; un magnífico punto de partida, desde luego, por cuanto le permite al autor, una vez convertido todo nuestro mundo, nuestra realidad de pleno, en una tabula rasa, aventurarse desde el primer renglón por un territorio renovado, prácticamente por descubrir, donde todo le está permitido a la imaginación —donde todo está, en verdad, «por imaginar»—. Pero también —aducirá pronto el lector—, si nos limitamos a decir esto, las sagas de fantasy se plantan en universos totalmente irreales e inventados, campo abierto para la imaginación. Una diferencia hay, sin embargo, con estas sagas grandilocuentes, y es que en La conquista de la Tierra no encontramos —y se aprecia que el autor tampoco lo ha pretendido— ningún eco disimulado de tiempos medievales, ningún castillo, ningún mago, ningún brujo, ni espadas desenvainadas, ni se pretende en ningún momento remedar una mitología. Janer, por el contrario, sitúa a sus personajes, recién bajados del transporte espacial, en un mundo nuevo y los dispone para construir una nueva vida cotidiana, para coordinar una nueva rutina en la que, sin embargo, deben incluirse elementos insospechados, como las moscas, por ejemplo, que en tres milenios han experimentado una sustancial mutación.

No es tampoco La conquista de la Tierra una obra al estilo cyber punk en que se plantea una distopía, un futuro cuando no catastrófico, al menos lesivo para los seres humanos, denigrante en líneas generales. Dicho esto, y recuperado aquí lo que apunté al principio de que la fantasía se explaya por esta novela «hasta cierto punto», la ausencia del elemento punk no significa que Janer se haya desentendido por completo de los asuntos cotidianos y se dedique a recrearse inconscientemente sobre un espacio inexplorado, como el que encuentra una placa de nieve sin pisar; antes bien, en la Tierra recuperada de esta novela enseguida vuelven a surgir, como por ensalmo, los viejos asuntos humanos que incluso en el quinto mileno d.C. quedaron sin resolver: las relaciones sociales, por descontado, pero también temas eternos como el amor, la amistad, la venganza, la integridad… ¿Es posible que, situados ante un espacio en blanco, puedan ser desarrollados de otra forma a «la de siempre»?); ésta parece ser la pregunta que nos plantea el autor.

Baste con un somero vistazo a lo dicho hasta aquí para entender que La conquista de la Tierra está narrada en clave de humor. No un humor —aquí también logra contenerse Janer— desatado, a la búsqueda del mero chiste, o ese fino, de la sonrisa complacida, sino un humor que, en medio de la comicidad, a veces hilarante, no se despista a la hora de seguir por el derrotero marcado, que es la pregunta planteada arriba: ¿es posible que el hombre pueda ser «distinto» a lo que es y a lo que lleva siendo?

Como apunte meramente literario, señalar el efectivo modo en que el autor integra —«fusiona», quizás, en término tomado de la música— la space odisey, en que se basa, con la novela negra más tradicional e incluso el western. ¿Será posible igualmente —parece plantearnos Janer con esta mezcla, que no mezcolanza, de géneros— una novela nueva por completo y libre de las viejas restricciones, como corresponde en un planeta sin hollar?

Una pregunta con la que, personalmente, les animo a leer esta novela. Un modo nuevo, la «ficción-futura», que considero como, tal vez, la más interesante propuesta que he leído últimamente.

Miguel Baquero
El mundo es oblongo

 

Miguel Baquero

Madrid (1966). Ha publicado hasta la fecha las novelas "Vida de Martín Pijo"; "Matilde Borge, aviador"; y "Vidas elevadas", el volumen de relatos "Diez cuentos mal contados", así como una selección de las entradas de su blog: "A esto llevan los excesos". Asimismo ha intervenido en distintas antologías y ha recibido varios premios por sus relatos. Reseñista y crítico literario para medios electrónicos, en la actualidad está dando los últimos retoques a una nueva novela.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Previous Story

Una novela libre del efecto 2000: «Kapitoil», de Teddy Wayne

Next Story

«Las solidaridades misteriosas», de Pascal Quignard

Latest from Reseñas