La proeza de Núria Espert, o creer en el teatro

La violaciónde Lucrecia. William Shakespeare
Dirección: Miguel del Arco
Traducción del inglés: José Luis Rivas Vélez
Escenografía y vestuario: Ikerne Giménez
Iluminación: Juanjo Llorens
Intérprete: Núria Espert
Producción: Juanjo Seoane

Teatre Lliure de Gràcia (Barcelona), hasta el 23 de octubre de 2011

Pese a algunos desajustes en la dirección – a cargo de Miguel del Arco – lo que hace Núria Espert en el Teatre Lliure de Gràcia es una proeza. La actriz interpreta sola, durante 75 minutos sin pausa, a todos los personajes de La violación de Lucrecia, de William Shakespeare.

La pieza, que ya ha sido representada en el Festival de Teatro Clásico de Almagro o en el Temporada Alta, cuenta la tragedia de Lucrecia. El etrusco Tarquino viaja a Roma para tentar la fidelidad de la esposa de su amigo Collatinus. A media noche, y mientras Lucrecia permanece dormida, la viola. Ésta, destrozada, llama buscar a su esposo para confesarle el nombre del agresor y, acto seguido, suicidarse.

Espert, que ya ha cumplido los 76 años, se hace cargo de un texto dificilísimo. ¿Por qué alguien tan consagrada como ella, a estas alturas de su carrera, se arriesga de esa manera? La respuesta sólo puede ser una: el teatro es una forma de estar-en-el-mundo, no únicamente el oficio al que ha dedicado su vida. Respira escena y, por ello, sale triunfadora del enorme reto. En Girona, tal y como reconoce en una reciente entrevista de Justo Barranco, sufrió una dolorosa inflamación de sacro. Salió igualmente a actuar. «Si me hubieran dicho ‘te pones la cortisona y después de la función te morirás’ también la habría hecho», afirma.

Miguel del Arco resuelve bien la cuestión del espacio. Con únicamente una mesa y una silla, y una amplia cama con unas telas que la cubren, consigue que Núria Espert se mueva fluidamente y no deje ni un solo vacío. Pero el director decide comenzar la obra con un juego metateatral (nos enseña a una actriz que habla por móvil y que dice que se queda en casa para ensayar La violación de Lucrecia de Shakespare) que después no cierra y, por lo tanto, no se entiende. Tampoco funciona en algunos momentos el cambio de roles, de personajes. Espert es víctima y verdugo, y eso se pretende narrar cambiándole la bata que lleva. Pero es en el clímax de la pieza – durante la misma violación –cuando la solución por la que se opta hace que se pierda parte de la fuerza de la propuesta.

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Albert Lladó
www.albertllado.com

*Fotos: © Javier Naval / Teatre Lliure

Albert Lladó

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros títulos, de 'Malpaís' y 'La travesía de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).

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