Imagen de la serie 'Alias Grace' | Netflix

Alias Grace

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Imagen de la serie ‘Alias Grace’ | Netflix

«Cuando estás dentro de una historia, cuando la vives, no es una historia sino una confesión; un oscuro rugido, una ceguera, un montón de vidrios rotos y madera astillada; como una casa en medio de un vendaval o un barco aplastado por los icebergs o empujado hacia unos rápidos sin que los que van a bordo puedan hacer nada por impedirlo. Sólo después se convierte en algo parecido a una narración. Cuando lo estàs contando, a ti misma o a otra persona.»

Alias Grace (Alias Grace, 1996) es una novela basada en unos hechos ocurridos en Canadá en la segunda mitad del siglo XIX: Grace Marks, una inmigrante irlandesa, y James McDermott fueron condenados a muerte por el asesinato de Thomas Kinnear, su empleador, y de Nancy Montgomery, su ama de llaves y presunta amante.

Una vez ajusticiado su supuesto cómplice y conmutada su pena de muerte por cadena perpetua, Grace intenta reconstruir los hechos, que asegura no recordar, en un monólogo en el que se alternan, sucesivamente, la voz de la inocencia de una chiquilla -que se ha convertido ya en adulta, pero en cuya expresión persiste el tono adolescente- inculpada injustamente de un crimen que ni cometió ni pudo siquiera cometer, y la de la presunta asesina que acaba aceptando esa inculpación no tanto por reconocer su responsabilidad en los hechos sino como resultado de la presión psicológica de un entorno plenamente persuadido de su culpa.

Tras quince años de reclusión, con estancias en un manicomio y en la prisión, Grace, cuya buena conducta ha merecido un régimen penitenciario laxo y que sea destinada a las funciones de criada en la vivienda del alcaide, es puesta en manos de Simon Jordan, un médico instruido en los últimos avances de la psicopatología, para que intente hacerle recuperar las lagunas de memoria que dice padecer respecto de la materialización de los asesinatos y así poder aclarar definitivamente su culpabilidad, tal como sostuvo el tribunal, o su inocencia, que ella siempre ha reivindicado.

«No recuerdo muy bien el lugar, ya que era muy niña cuando me fui; solo algunas partes, como un plato que se ha roto. Siempre hay algunos trozos que parecen de otro plato y espacios vacíos en los que no puedes encajar nada.»

Pero el relato de Grace va mucho más allá del intento de autoexculpación; abarca desde su infancia en una familia numerosa con padre borracho y madre sometida a su tiranía en una paupérrima aldea irlandesa, la emigración a Canadá en un accidentado viaje en el que pierde a su madre, su llegada a tierra firme y sus varios trabajos como sirvienta, en uno de los cuales conoce a la que será su mayor amiga, hasta llegar al momento en que se incorpora como criada en la casa de Kinnear, el lugar en el que sucedieron los hechos por los que fue condenada. En cuanto a la trama en sí, se apoya en la convención de que los sucesos acaecieron en aquel entonces de la forma en que se cuentan en el presente, es decir, que el relato tome el lugar de la acción; la vieja aspiración, por cierto, de todas las corrientes mágico-mentalistas, psicoanálisis incluido. Pero el verdadero desafío, a nivel narrativo, es el cambio de protagonista, a medida que avanza la acción, de Grace a Jordan, el efecto de la confesión, que hace oscilar al médico de la indiferencia del terapeuta a la autosugestión, y afectando también a su vida privada, llevándole del sistema al desorden.

Pero Alias Grace no sólo es una novela sustentada en personajes; como no podría ser de otro modo, el entorno en que se desenvuelve acaba configurando otro protagonista: el modelo de sociedad victoriana extendido a Canadá, a pesar de la lejanía de la metròpoli, es el de una colectividad profundamente clasista y discriminatoria en la que no formar parte de la clase dominante, sean cuales sean las circunstancias de esa exclusión, conlleva serios perjuicios difícilmente evitables; aunque pueda suceder que el mismo sujeto discriminado sea capaz, mediante la manipulación de las persones próximas, de aprovechar su posición inferior en su propio beneficio.

«No sé por qué la gente tiene tanto empeño en que la recuerden. ¿De qué le va a servir? Hay ciertas cosas que todo el mundo debería olvidar, y no volver a hablar de ellas.»

El peso de la narración se apoya sobre varios pilares: además del usual narrador omniscente en tercera persona, se recogen, entre varios personajes, la voz del médico y, sustentando la columna vertebral del relato, la intervención de la propia Grace. El acierto de depositar el peso del relato en el personaje que, debido a una supuesta amnesia, es incapaz de recordar el episodio, no sólo informa al lector de unos hechos que se revelan como imprescindibles para acercarse a la protagonista y a sus circunstancias, sino que también desvela el proceso, facilitado por los métodos del doctor Jordan, mediante el cual ella recupera la memoria reprimida por la gravedad del suceso.

La narrativa de Atwood se sustenta en oficio, oficio y oficio; insisto en la importancia del oficio y en la relevancia de haber completado una obra homogénea y comprometida; la corrección tiene, como mínimo, la misma relevancia que la originalidad, y el hecho de que las novelas sin efectos especiales lleven más de doscientos años siendo apreciadas por los lectores no sería más que la demostración de su validez.

Joan Flores Constans

Joan Flores Constans nació y vive en Calella. Cursó estudios de Psicologia Clínica, Filosofía y Gestión de Empresas. Desde el año 1992 trabaja como librero, actualmente en La Central del Raval. Lector vocacional, se resiste a escribir creativamente para re-crearse con notas a pie de página, conferencias, críticas y reseñas en la web 2.0, y apariciones ocasionales en otros medios de comunicación.

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