Negros, jazz y libros

Me decía los otros días un viejo amigo que el mundo literario le parecía una orquesta de jazz: estaba llena de negros. Le reía la gracia y celebré el ingenio y me puse a pensar en lo divertido que es ser negro de verdad: de piel y de profesión. Muchos dicen que de alguna u otra forma han hecho de negros y parece que eso sube puntos en tu currículo o te da un prurito de escritor todo terreno que los demás, los lectores, valoran mucho cuando lo leen en la solapa de la nueva novela (o primera) que se está a punto de publicar. Una maravilla esto de ser negro. Claro, como no hay manera de comprobarlo…

jazzLo de usar negros lo decían de Cela, lo dicen de César Vidal y lo dijeron de Ana Rosa Quintana o de la recién estrenada escritora (lleva dos novelas) Nuria Roca. En fin, rumorea, rumorea que algo queda. Pero lo importante de todo esto es que menos mal (aunque no lo sabemos ya lo sé) la literatura española no es una banda de jazz. Tenemos grandes escritores que toman su tiempo entre libro y libro y no les corretea nadie. A los que tienen prisa y publican más de la cuenta por año les sobrevuela el fantasma del negro pero a saber: lo mismo son unos “cracks” pero a mi la palabra ya me suena a varapalo y a caída inminente a la par que a mala novela.

Los que alguna vez fueron negros (no hagáis chistes con Michael Jackson que ya nos dejó) deberían ser menos pretenciosos y ser más discretos porque no sueltan prenda (discrección o farsa) y no hay manera de saber si es un farol o te están mintiendo como bellacos. Los supuestos negros, los que lo mencionan en la solapa de sus libros o lo van pregonando por los bares, que aporten pruebas y den el nombre del mentiroso escritor de marras que les contrató. Más que nada para que me lo firme el verdadero autor, el que escribe, no el que pone el nombre y la foto. Recordad a Milli Vanilli que también eran negros pero les cantaban otros que al parecer eran más feos pero tenían el talento.

De los negros literarios no nos vamos a librar ya lo sé, pero me gustaría que nos libráramos de los pedantes que van de negros literarios y nos piden que les creamos por fe. No les creeremos por mucho que den juego en el bar a las tres de la mañana: “¿y quién es el escritor que te contrató de negro?”, preguntaré “no te lo puedo decir, Pedro”, contestará medio borracho, “pero me gané una pasta” me dirá mientras vuelve a invitarme a otra ronda.

Pedro Crenes Castro
http://senderosretorcidos.blogspot.com

Pedro Crenes Castro

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es columnista en 'La Prensa' y colaborador en la revista hispanoamericana 'Otro Lunes'. Es autor de los libros “El boxeador catequista”, “Microndo”, "Cómo ser Charles Atlas" y "Crónicas del solar". Actualmente imparte talleres literarios en “Párrafos. Talleres de escritura” en la ciudad de Vigo.

1 Comentario

  1. Interesante articulo. Aunque no me ha quedado claro si ser negro es bueno o malo..¿Es bueno o malo para el negro que cobra pero no figura? ¿Es bueno para el escritor que figura pero no curra? ¿Es malo para el lector engañado o es bueno porque puede leer un libro bien escrito firmado por alguien que no sabe escribir? ¿O habría que acabar con todos los negros (literarios) para que el que no sabe escribir no escriba y el que sabe escribir lo haga con su nombre?
    ¡Uff! ¡Vaya lio!

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