Nina Melero: «Nuestra propia casa es el escenario más terrorífico»

Nina Melero

Escritora, traductora, profesora y coordinadora de la Red Mundial de Escritores en Español en el Reino Unido, Nina Melero empezó a contar historias para asustar por la noche a sus compañeras de colegio. El 21 de junio presentó su nuevo libro, Tenebrario: doce pesadillas y un escalofrío (Editorial Alhulia) en el IGRS (Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Londres).

Esta colección de relatos contiene cuentos de distintas etapas de su vida pero todos ellos comparten la fascinación por el misterio y lo inexplicable que rodea a algunas situaciones de la vida cotidiana. La realidad se vuelve un poco más extraña bajo su mirada aunque no tanto para que no nos reconozcamos a nosotros mismos.

¿Qué es el miedo?

Creo que el miedo es uno de los sentimientos humanos más inquietantes y poderosos. Y al decir poderoso, me refiero al hecho de que nada tiene más poder de destrucción: el miedo puede convertirte en un esclavo, y puede arrebatarte todo lo que tienes y eres. Montaigne describió una vez el miedo como “la más extraña y contagiosa de las pasiones humanas”, y no puedo pensar en una definición más acertada.

¿Nos puede explicar esto un poco más?

El miedo es lo contrario de todo lo bueno, es como el reverso de la felicidad. La tristeza o la rabia no son lo que de verdad pueden impedirte ser feliz: es el miedo. La tristeza está, al fin y al cabo, relacionada con algo que ya ha pasado y no puedes cambiar, y la rabia te hace, de algún modo, más fuerte. Pero el miedo no. El miedo te hace débil, te paraliza porque distorsiona tu recuerdo del pasado y convierte el futuro en el lugar  amenazador. Te aniquila. Creo que hay pocas emociones humanas con un efecto tal sobre nuestras vidas. Por eso me interesa tanto.

¿Se refiere a los miedos “reales”, o a otros tipos de miedo?

Bueno, supongo que el miedo siempre es real para aquél que lo sufre. Pero por supuesto, no es lo mismo tener miedo de, por ejemplo, perder tu trabajo o tener un accidente, que de algo que los demás no consideran real. Sobre lo primero puedes actuar, tomar decisiones, contárselo a otros. Sin embargo, tener miedo de otras cosas como, por ejemplo, tener una noche la vaga impresión de que tu gato se está echando unas risitas a tu costa cada vez que le das la espalda… Eso no es algo sobre lo que puedas actuar o andar contando a otros. Y puede sobrecogerte del mismo modo, porque dentro de ti sabes que algo está ocurriendo, que algo está mal. Y, desde luego, no es el gato.

Y su libro trata de este tipo de miedos…

Tenebrario habla de los miedos que a veces creamos y nos imponemos a nosotros mismos. Y son, sin lugar a dudas, reales, en cuanto que son símbolos de algo real: algo que va mal, ya sea dentro o fuera.

¿Por qué elige muchas veces la casa como el lugar de esos terrores?

Mi intención era usar lugares en los que cualquier persona pueda imaginarse fácilmente. Por otro lado, creo que nuestra casa –especialmente, la cama- es sin duda el escenario más terrorífico, ya que es donde se supone que deberíamos sentirnos a salvo.

¿Dónde encuentra la inspiración para sus relatos?

No lo sé. Dentro y fuera de mí, un poco en todos sitios. ¡Se escriben solos, casi sin mí! Escribo casi todos los días desde que era pequeña; y, con mejor o peor fortuna, he escrito más de doscientas historias. Lo cierto es que cuando empecé a inventarme cosas no era exactamente con el propósito de escribirlas, sino más bien de contarlas. Las noches en los colegios dan para mucho… Y no hay nada mejor en el mundo que asustarse mutuamente, escondidas en la habitación de alguna compañera, muertecitas de miedo por las tonterías que nos inventábamos y también por si nos pillaba la Madre Misericordia, que en paz descanse…

Y en Londres… ¿ha encontrado algún lugar especial?

La inspiración te asalta en los lugares más insospechados. Hace poco tuve una noche especialmente productiva después de visitar la Wellcome Collection, uno de mis museos preferidos. Además de su habitual exposición de artefactos médicos, hace unos meses organizaron una muestra titulada “Exquisite Bodies”, sobre la exhibición de patologías extremas como herramienta educativa y también como entretenimiento circense en el siglo XIX. Recorrí los pasillos como diez veces, libreta en mano, y cuando se me acabó, seguí con el reverso de los folletos de la galería. ¿A nadie se le ha ocurrido todavía que los folletos de los museos deberían venir con varias hojas en blanco, por si acaso?

Incluso la foto de la portada de Tenebrario la sacó de esta ciudad…

Es la calavera de un caballo del siglo XVII que hallaron bajo el teatro The Globe cuando empezaron a reconstruir el teatro en los años 50. Encontraron muchos huesos y calaveras de animales, especialmente caballos. Parece ser que en aquel lugar, un barrio de mala fama, tenían lugar muchas peleas de perros. Era costumbre usar caballos para entrenar a los perros, y, cuando terminaba el entrenamiento, para alimentarlos. En una vitrina estaba esta cabeza de caballo, con marcas visibles de colmillos. Yo misma le tomé una foto porque parece algo amenazador; y, sin embargo, en realidad es una víctima, una víctima de nuestra monstruosidad. Por eso elegí la imagen para la portada, por lo que representa y dice sobre lo que somos. Y ahora la cabeza de ese pobre caballo está impresa miles de veces.

Ha vivido varios años fuera de España.  ¿Se siente desconectada de su propia lengua?

No, al contrario: por mi trabajo me siento un poco “embajadora” de mi lengua y cultura, y eso de algún modo contribuye a hacerte sentir más cercana al grupo al que perteneces, y te incita a esforzarte por mantenerte siempre “actualizada” sobre la realidad lingüística y cultural de tu país. Paradójicamente, el estar lejos te acerca. Aunque en un sentido las cosas son mucho más difíciles: al escribir en un idioma distinto al del país donde resido, es más complicado estar en contacto con el mundo literario de allí (de España). Por eso es fundamental establecer vínculos con asociaciones y organizaciones que te mantengan al día, y construir una “red” en la que puedas apoyarte. En mi caso, creo que formar parte de algunas de ellas (PEN Club Internacional, Asociación de Hispanistas Británicos, etc.) ha sido y es un gran estímulo.

Y ¿es verdad lo que dice Eduardo Mendoza de que “la traducción es la mejor escuela de escritores”?

Traducir a tu propia lengua es sin duda el mejor ejercicio. El secreto para convertirse en un buen traductor no es en realidad saber alemán, inglés,  neerlandés u otra lengua perfectamente, sino más bien aprender a controlar tu propia lengua. La traducción es una tarea complicada y te obliga a crear dentro de unos límites: una situación similar a tener que traspasar un líquido muy valioso de una jarra con una forma y tamaño específicos, a otra jarra totalmente distinta, y sin derramar una gota. Ese ejercicio te hace más consciente de los mecanismos y riqueza de tu propia lengua, que es, al fin y al cabo, tu herramienta de trabajo cuando escribes, ya sea tu propio texto o el de otro, si estás traduciendo.

Una pregunta como traductora… ¿Cómo se diría en inglés “morirse de miedo”?

“To be scared stiff…” Es decir, lo que sientes cuando pides la cuenta en cualquier restaurante de Londres, básicamente… (Risas).

Entrevista realizada por Laura Rodríguez para www.elcolectivolondres.com, publicada por cortesía de la autora.

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