Un collage en la memoria

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Daniel Gascón | Foto: Daniel Mordzinski
Daniel Gascón | Foto: Daniel Mordzinski

Era el mes de junio, había quedado con Jonás Trueba en la parada de Antón Martín para entrevistarle por su última película, Los ilusos. Fue durante esa larga conversación que descubrí a Daniel Gascón; Jonás me habló de él, me comentó que junto a él había escrito el guión de Todas las canciones hablan de mí me recomendó que leyese sus relatos, «es muy buen narrador», me dijo. No tardé mucho tiempo en buscar entre los estantes de la biblioteca sus libros, además de algunos datos biográficos. He quedado con Daniel en la editorial, acaba de publicar Entresuelo, una breve novela en la que reconstruye la historia de su familia; una crónica familiar, como ya en su día escribió Vasco Pratolini, donde los recuerdos, hechos siempre de olvidos, de vacíos completados por la imaginación, se mezclan en un juego intertextual con otros textos, propios y ajenos.

Desde su publicación, la crítica ha insistido sobre el carácter autobiográfico de Entresuelo; sin embargo, a lo largo del libro, en un homenaje a Vila-Matas, recuerdas al lector que todos los recuerdos son recuerdos inventados
Desde un inicio tenía claro que con Entresuelo quería recordar, sin embargo a todos nos sucede que, en verdad, no recordamos un hecho concreto, recordamos solamente el recuerdo de lo que pudo suceder. Recordar es hacer un ejercicio de reconstrucción, pues al fin y al cabo lo que nosotros creemos recordar son construcciones ficticias de nuestra memoria; al recordar, por ejemplo, las llamadas de teléfono que mi abuela hacía a un gran número de personas cada vez que nacía uno de mis hermanos, yo he ido construyendo un relato para dar a ese recuerdo, a esas conversaciones, una coherencia que quizá nunca tuvieron. Con Entresuelo me interesaba explorar precisamente este aspecto y, además, indagar en torno a la saga familiar, encontrándome a veces con versiones opuestas. En esta búsqueda he recurrido con frecuencia al ejercicio nemotécnico de asociar determinados hechos a fechas o acontecimientos importantes; esto es algo que todos hacemos.

Se trata de buscar un punto de anclaje a partir del cual construir un relato
En efecto, quise hacer mención a Vila-Matas a través del título de su libro, Recuerdos Inventados porque me gustaba la idea de jugar con la ficción y con la realidad, jugar con la idea de que, en cierta medida, todos nuestros recuerdos son un poco una invención nuestra.

Precisamente la escritura permite reconstruir el relato a partir de los fragmentarios recuerdos
Exacto, la escritura da la posibilidad de estructurar y dar coherencia a los recuerdos.

En Entresuelo, el apartamento familiar no es solo el escenario principal en el que se desarrolla la narración; en el apartamento, en su arquitectura y en la manera en la que es habitado, se inscribe la historia familiar y los recuerdos de sus protagonistas
Entresuelo es una novela acerca del tiempo, pero limitada en el espacio; desde hacia tiempo quería escribir una narración acerca del ámbito familiar y al volver a habitar, tras muchos años, en ese mismo apartamento empecé a preguntarme cómo había sido la vida entre esas paredes años antes y a observar las huellas que sus habitantes habían dejado y que todavía conseguía percibir. Por eso pensé que limitar, en la medida de lo posible, el espacio al apartamento me permitía reconstruir toda esa historia; además, las casas siguen impregnadas de sus anteriores inquilinos, las habitaciones suelen conservar el nombre de quien las ocupó en un inicio; lo mismo sucede con un libro colocado en una determinada estantería, nos relacionamos con él a partir de dónde lo hemos leído o dónde fue la primera vez que lo descubrimos, aunque pase el tiempo, seguimos manteniendo ese primer lazo de unión. Me parecía que este aspecto de la memoria y del espacio habitado resultaba muy interesante, en tanto que es un aspecto emotivo y personal, a la vez que es perfectamente universalizable, pues todos nos relacionamos con los objetos y con los espacios de esta manera.

El espacio siempre adquiere una connotación, al habitarlo, lo dotamos de significado y nos relacionamos con él a través del valor semántico que le atribuimos
Además de esto, es interesante ver cómo cambia la manera de usar y de habitar los espacios, dependiendo del número de personas, y ver también como cada una de las personas que en un momento dado y por circunstancias muy distintas pasaron por el apartamento, dejaron una huella que todavía hoy perdura. De hecho, todavía hoy, en el apartamento recibimos cartas, multas de tráfico o felicitaciones de navidad dirigidas a personas que cincuenta años atrás pasaron una breve temporada en el piso, pero de las que ya no sabemos nada.

La mirada sobre la casa es también una mirada hacia lo cotidiano, hacia los pequeños detalles a través de los cuales retratas nuestra historia reciente…
No me había planteado el realizar este retrato, pero, mientras escribía, me iba dando cuenta de cómo iba surgiendo sin que yo lo hubiera pensado previamente. Entresuelo empieza con una pareja de jóvenes que, habiendo ido solamente unos pocos años a la escuela, dejan el pueblo y se dirigen a la ciudad; sus hijos, en cambio, son todos universitarios y, mientras los padres entre ellos son primos hermanos, los hijos se casan con personas provenientes de otros ámbitos, algunos extranjeros. En este relato se lee la historia de la sociedad, se ve cómo ha ido cambiando. Una vez terminado el libro, releyéndolo me di cuenta que mi abuelo es alguien que vive la Guerra Civil y que de muy joven empieza a trabajar en las minas; posteriormente, trabaja y sobrevive en medio de la corrupta y oscura economía de la posguerra, hasta que, años después, termina trabajando en una multinacional y se jubila anticipadamente tras la victoria electoral del PSOE, cuando se implanta en España un determinado estado de bienestar. A través de mi abuelo, reconstruimos la historia reciente y vemos como han ido cambiando las cosas.

Mondadori
Mondadori

La historia familiar narrada en Entresuelo permite reencontrarse con una historia que nos es común, una historia compartida y universalizable
Sí, de hecho en el libro introduzco algunos capítulos especialmente cortos que tienen algo de lista o enumeración, pues tratan de aspectos concretos de la realidad de aquellos años y me permiten mostrar la realidad de aquella época no a través la clásica narración en tercera persona, sino a través de un corte transversal que penetra en aquellos años. Me gustaba la idea de no tener que contar absolutamente todo respecto a aquellos años, sino ofrecer unas catas, unos pocos detalles que, sin embargo, permitiesen ver cómo ha ido cambiando la mentalidad, por ejemplo, cómo la generación de mis abuelos eran muy católicos, mientras que sus hijos y, posteriormente, sus nietos se han alejado de la fe.

La mirada atenta que dirige el narrador hacia lo cotidiano recuerda la mirada del escritor George Perec y, en especial, a su obra Lo Infraordinario. ¿Era un autor que tenías presente?
Georges Perec es uno de los autores que tenía en mente, sobre todo por su gusto por las listas, su interés por los objetos, por las limitaciones de espacio que él también utilizaba y, a la vez, por la fragmentación, por su expresa voluntad de no inventar, mas de describir aquello que realmente estaba frente a él. Con respecto a estos aspectos, Me acuerdo es seguramente uno de los principales libros de Perec, un libro que sin duda tuve presente mientras escribía Entresuelo. Junto a Perec, también tenía muy presente a la escritora perequiana Valérie Valère o Félix Romero.

Entresuelo podría definirse como una reescritura de Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, pues en tu narración se intenta agotar el apartamento de Zaragoza
Es verdad, no lo había pensado, pero este texto también define lo que yo trato de hacer en la novela, tras la cual también se esconde la figura de Raymon Queneau, cuya mezcla de estilos siempre me ha parecido un ejercicio muy interesante. Aunque el libro me obligaba a unificar, en cierta medida, el estilo, he intentado que cada capítulo tuviera un tono distinto con respecto a los otros y, precisamente por esto, hay capítulos que se componen de los diálogos de los hermanos, otros son breves biografías. Podríamos decir que Entresuelo es un libro un poco afrancesado.

En Entresuelo son constantes las referencias explícitas, especialmente a obras de tu padre y de tu hermana. Propones un juego intertextual, un juego de herencia borgesiana que obliga a replantear la lectura autobiográfica
Podría pensarse en un juego parecido; evidentemente, el lector tendrá un cierto sentido de duda y desconfianza frente al texto, es indudable preguntarse cuánto de real y cuánto de ficticio hay o cuál es el grado de reelaboración. En principio, yo no quería inventar nada, aunque al final nunca puedes saber exactamente cuál es el grado de distorsión de tu mirada y de tus recuerdos; me gustaba la idea, más propia de un historiador, de rastrear la historia de la familia y, además, tanto mi padre como me hermana ya se había interesado por esta cuestión, así que me apetecía continuar con el filón familiar.

No solo mencionas las editoriales que publican las obras que citas, sino que la inserción de determinados textos te permite reorientar tu narración, ¿un homenaje al tópico del manuscrito encontrado?
Sí, es en cierto modo un mismo ejercicio narrativo parecido al de inventar escritores, sin embargo, debo decir que todos los libros que yo menciono existen y las referencias editoriales que doy son las correctas.

Si bien no hay inserción de imágenes, el recurrir a otros textos, rastrear documentos e insertarlos en la obra recuerda el ejercicio narrativo realizado por Sebald en Austerlitz
No es una lectura que, a priori, tuviera pensada para Entresuelo, pero si es verdad que es un autor que me gusta mucho y que, con una calidad infinitamente superior y con un ritmo muy distinto, hace algo que me gustaría poder hacer algún día. Me fascina su capacidad de asociación, su reflexión acerca de la historia, una reflexión que, como en Los anillos de Saturno, tiene su origen en los objetos. En uno de mis anteriores libros, El fumador pasivo, sí que aparece mencionado Sebald, en un relato en el que explico mi Erasmus en la Universidad East Anglia, donde él era profesor. De hecho, quería ir a su clase, pero él daba clase a estudiantes ya licenciados y yo todavía no lo era, sin embargo en la facultad me dijeron que podía escribirle una nota [Sebald no utilizaba el correo electrónico] para solicitarle si me dejaba ir de oyente; el problema fue que me confundí, pues le mostré mi interés por sus clases a partir del programa de la asignatura del año anterior. Él me dijo que no había ningún problema en el hecho de que asistiese, pero en su nota me señalaba que me había equivocado de programa, que estaba hablando de otra asignatura. Me avergoncé tanto que, al final nunca fui a su clase y luego, dos días después de regresar a España, Sebald falleció en el accidente.

Daniel Gascón | Foto: Daniel Mordzinski
Daniel Gascón | Foto: Daniel Mordzinski

¿Por qué decides utilizar el recurso literario de insertar textos?
En realidad, el primer texto que decidí insertar fue el cuaderno amarillo, es decir, el cuaderno escrito por mi madre cuando era una niña. Siempre me ha interesado en el género de la glosa y del comentario por ello, mientras comenzaba la redacción de Entresuelo, decidí leer los ensayos de Arcadi Espada sobre los Diarios de Josep Pla; fue entonces, durante ese verano, que inesperadamente encontré este cuaderno amarillo, donde los protagonistas, es decir, mi madre y sus hermanos, junto a mis abuelos, relataban como habían transcurrido el verano de 1970. En el relato se narraba, a través de la mirada de quienes lo vivieron, un verano familiar; era un relato completo, no debía añadirse nada y, por tanto, relato que no era fruto de la mediación ni de la reescritura. Pensé que los textos del Cuaderno podían conformar un capítulo por sí solo y, a partir de ahí, inserté otros textos, como por ejemplo uno que yo escribí con doce-catorce años y que apareció de repente durante un traslado.

Escribiste junto a Jonás Trueba el guión de Todas las canciones hablan de mí. Como narrador, ¿qué influencia tiene el cine en tu literatura y en tu manera de escribir?
No lo tengo claro, el cine ha estado siempre conmigo, como la literatura. Si es verdad, que Entresuelo es un libro montado cinematográficamente, usando el recurso del collage e, incluso, del plano. Me gusta mucho escribir con Jonás, aprecio su claridad mental, su finura, es una mente muy sutil y, a la vez, muy decidida; el estilo de Jonás es muy poético, bastante más que el mío. En relación a la influencia del cine, en general disfruto mucho observando a Jonás y a Marta Velasco en la sala de montaje, verlos y ser testigo de ese proceso, me ha servido para esta novela. De hecho, creo que la tarea de escribir es muy parecida a la de montar. Por otro lado, detrás de Entresuelo se esconden algunas películas, en especial algunas películas italianas en las que se representan escenas colectivas, por ejemplo mucha con mucha gente sentada en torno a una mesa; en la novela se esconde Amarcord de Fellini, pero también hay algo de El Padrino II, en especial la secuencia final.

A leer Entresuelo no pude sino pensar en La Famiglia de Ettore Scola
El cine italiano ha estado muy presente en el momento de escribir, porque hay cosas que el cine ha sabido retratar perfectamente, como por ejemplo el ruido, el barullo.

En la novela, como en tus relatos anteriores, Zaragoza y Aragón están siempre presentes como escenario y como referencia cultural, sin embargo aquí aparece también la cultura gallega. ¿Qué connotaciones tiene Galicia para tí?
Galicia es el territorio mítico de mi infancia; cuando era niño me gustaba ver llover en Zaragoza, las pocas veces que llovía me gustaba pensar que la ciudad se parecía a un cualquier escenario gallego. Además, gracias a la biblioteca de mi padre, muchas de mis primeras lecturas fueron en gallego, aunque en casa nunca hemos hablado en gallego; sin embargo, yo me llamo Daniel Rodríguez Gascón, un guiño a Daniel Rodríguez Castelao. Sentía fascinación por esa tierra, que de verdad visitaba muy poco, pero la conocía a través de los relatos que nos contaba mi padre, relatos donde se describía un mundo de meigas, de lobos, una realidad fantástica. Estos eran los cuentos que, de pequeño, también le contaban a mi padre y que, ahora, él ha recuperado en su libro El niño, el viento y el miedo.

Acaba de publicarse la antología Última temporada en la que participas con un relato. Frente a una antología de este tipo siempre surge la duda de si es posible hablar de una generación y de cuánto os beneficia a los autores estar allí enmarcados. ¿Qué opinión tienes acerca de esto?
Lo que me gusta de Última temporada es que se trata de un muestrario que se realiza gracias a que Alberto Olmos ha prestado atención a aquellos narradores que, pese a su juventud, publican habitualmente. La antología recupera el espíritu de aquella que, hace algunos años, se publicó con el título de Páginas amarillas. No sé si los autores que aquí estamos reunidos, más allá de las fechas de nacimiento, conformamos una generación, no sé si hay una propuesta estilística común, lo que creo es que Última temporada permite localizar nuevos autores, permite que los lectores nos conozcan e, incluso, a mí me ha permitido conocer a autores que, a pesar de la proximidad temporal, no conocía. Creo que en los relatos se perciben unas referencias y unas sensibilidades comunes o, como mínimo, parecidas, sin embargo cada uno de nosotros tiene un estilo propio; en la antología se encuentran estilos muy diferentes los unos con los otros y, precisamente, esto es para el lector pero también para mí, lo más interesante del libro, pues a través de la antología he podido apreciar estilos que yo nunca podría adoptar, que no me pertenecen, pero que como lector me fascinan.

 

Anna Maria Iglesia es especialista en teoría literaria. En twitter: @AnnaMIglesia

Anna Maria Iglesia

Anna Maria Iglesia (1986) es licenciada en filología italiana y en Teoría de la literatura

y literatura comparada; Máster en Teoría de la literatura y literatura comparada por la

UB. Es colaboradora habitaual de Panfleto Calidoscopio, ha publicado breves ensayos

en la Revista Forma de la UPF y reseñas en 452f. También ha publicado artículos en El

núvol o Barcelona Review.

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