Volver a la diosa

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 Fuente del Deseo | Dani Vázquez | Flickr Commons
Fuente del Deseo | Dani Vázquez | Flickr Commons

¿Conocen alguna religión actual liderada por una diosa? ¿Y alguna religión pasada? Deidades como la Virgen María, Atenea, Venus o Kali, aunque divinidades, siempre se sitúan en un rango inferior a Jesús, Zeus, Júpiter o Brahma. Personificaciones del hogar, del amor o de la muerte, con atributos muy diferentes entre sí, pero nunca en el puesto superior del escalafón sagrado. No en vano el 100% de religiones actuales se enmarcan en una estructura patriarcal.

No obstante, Robert Graves, (el célebre autor de Yo, Claudio) siguió la pista de una supuesta diosa suprema megalítica y la recogió en su extenso ensayo titulado La Diosa Blanca. Según su relato, la idea del libro nació en un rapto de inspiración durante el año 1943.

“No soy místico: eludo la participación en la hechicería, el espiritismo, el yoga, la buenaventura, la escritura automática y cosas parecidas. Vivo una vida sencilla, normal, rústica, con mi familia y un amplio círculo de amigos cuerdos e inteligentes. No pertenezco a culto religioso alguno, a ninguna sociedad secreta, a ninguna secta filosófica; ni confío en mi intuición histórica si no se la puede verificar objetivamente.”

Sin embargo, una serie de coincidencias le llevaron a obsesionarse por una diosa blanca que aparecía en mitos griegos, africanos, galeses, irlandeses y celtas, por nombrar algunas de las muchísimas civilizaciones que relaciona el autor en esta obra monumental. Se trataba de una figura femenina relacionada con la muerte, el nacimiento y la poesía. Una diosa triple o tres veces triple, como las nueve musas. Una y otra vez, se topaba con leyendas relacionadas con una diosa lunar, a veces maternal, a veces terrorífica, pero siempre situada en un lugar preeminente dentro de un panteón en el que los dioses masculinos eran amantes, hijos o esposos.

Alianza
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El punto de partida de La Diosa Blanca es desentrañar el significado de la Batalla de Los Árboles, un poema medieval galés que representaba un sinsentido para los estudiosos desde el punto de vista puramente filológico pero que podría ser entendido según la perspectiva mitológica. Los árboles representarían las letras del alfabeto druida, que a la vez representarían el calendario, las estaciones y sus respectivos rituales. La batalla, pues, trataría de las luchas por un cambio en el alfabeto, y por tanto, un cambio en el culto pagano y por ende, prohibido, en la Gran Bretaña cristiana de la edad media.

La investigación de Graves y sus conclusiones son enormemente sorprendentes. Nos describen una Antigüedad plagada de símbolos, en las que el conocimiento se encripta para no ser descubierto por el enemigo. Impresionante, por ejemplo, cuando descifra el famoso número de la bestia 666 del apocalipsis y lo transforma en un mensaje para los cristianos perseguidos de la era romana. Como afirma J.C Mardrus en La Reina de Saba (José J. De Olañeta Editor, 2015):

“Al igual que el antiguo nombre de la diosa Roma se mantuvo oculto, y tan bien oculto que no se ha llegado hasta los eruditos modernos”

Los saberes, ocultos en cifras, alfabetos, árboles, y animales, se transmiten de una cultura a otra a través de migraciones, guerras, asimilaciones y transformaciones religiosas. De Creta a Stonehenge, Graves se basa en la interpretación poética de textos muy diversos y en su vasto conocimiento del mundo antiguo.

La búsqueda de la Diosa, además, representará la búsqueda de la iluminación poética como clave para interrelacionar sus numerosas interpretaciones, casi cabalísticas, de antiguos poemas y adivinanzas. La Diosa es el único tema poético válido, y la entrega que debe prestar el poeta a su fuerza superior es obligatoriamente total.

“El verdadero poeta debe ser siempre original, pero en un sentido más sencillo: debe dirigirse solamente a la Musa –y no al rey, al jefe de los bardos o al pueblo en general- y decirle la verdad acerca de sí mismo y de ella usando sus auténticas y apasionadas palabras”.

Así, en este libro encontraremos una especie de decálogo de lo que debe ser y debe no ser la poesía, al principio de los primeros capítulos y sobretodo de los finales. En ellos, encontraremos también la historia de estos poetas bardos legendarios que son capaces de hacer enloquecer con sus hechizos, asolar las cosechas, secar la leche, producir ronchas en el rostro de su víctima o arruinar una reputación para siempre. Poetas-brujos que tenían que formarse durante diez años para poder memorizar largas epopeyas e iniciarse en las artes ocultas. Graves reivindica la figura y el poder que tenían estos auténticos sabios frente al desprestigio en que se encuentra la poesía actualmente, con argumentos en ocasiones dicotómicos y nulas concesiones.

Las teorías poéticas y mitográficas de Graves, pues, no son en absoluto ortodoxas, pero se apoyan siempre en un análisis profundo de documentos históricos. Así los leemos en el libro y también en las cartas que escribió contra quienes le recriminaron poca veracidad una vez publicado el volumen. A pesar de los ataques, el tiempo se ha decantado a favor del autor, pues años más tarde, la investigadora y científica Marija Gimbutas refrendará sus conjeturas con hallazgos arqueológicos que representan a la diosa en forma de estatuillas y vasijas, tal y como Graves la describe a partir de las fuentes literarias. Pueden encontrar uno de sus estudios publicados por Siruela: Dioses y diosas de la Vieja Europa.

Estamos de enhorabuena, pues La Diosa Blanca ha sido un libro inencontrable hasta que en 2014 Alianza Editorial lo ha reeditado con la traducción y revisión de su hijo y albacea Wiliam Graves. Tanto las notas, como la maquetación y comentarios del traductor ayudan a la comprensión de un texto complejo y con numerosas referencias.

Anna Pantinat

Anna Pantinat es autora de 'Construcció de la Nit' y 'De repente, un verano'. Compagina la escritura con los escenarios ya sea en su faceta musical, al frente de 'Pentina’t Lula', como en la teatral.

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