Y el Nobel de Literatura es para… Mario Vargas Llosa

El Nobel de Literatura vuelve a manos de un autor en lengua española. Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) ha sido proclamado ganador del premio otorgado por la Academia sueca, por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, rebelión y derrota del individuo. Desde 1990, año en el que lo obtuvo Octavio Paz, no había sido concedido a un representante de nuestra lengua. El 3 de noviembre aparecerá su nueva novela, El sueño del celta.

Foto: Alfaguara

Mario Vargas Llosa logró ascender de manera inmediata a la cumbre de la creación literaria con sus primeras obras (La ciudad y los perros, 1962; La casa verde, 1963; y Conversación en La Catedral, 1969). Sus novelas posteriores han mantenido de manera desigual su estatus literario, destacando La tía Julia y el escribidor, de 1977; La guerra del fin del mundo, de 1981; y La fiesta del Chivo, publicada en el 2000.

Nacido el 28 de marzo de 1936 en la ciudad de Arequipa (Perú), Vargas Llosa vivió en la casa materna (sus padres se divorciaron poco antes de su nacimiento), hasta que se trasladó con su madre a Bolivia, al ser su abuelo nombrado cónsul honorario del Perú. En 1946 viajó a Lima y conoció, al fin, a su padre, a quien daba por muerto. La familia volvió a unirse, pero Mario siempre mantuvo las distancias con su progenitor, debido al duro carácter que demostraba y al rechazo hacia el talento creativo de su hijo.

Alumno del poeta César Moro, Mario comenzó pronto a trabajar como periodista en varios medios locales. En 1953 ingresó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para estudiar las carreras de Derecho y Literatura. Fue en el ambiente universitario donde comenzaría su interés por la política incribiéndose en Democracia Cristiana. Su vinculación con el compromiso político de su país le llevó a presentarse a la Presidencia en 1990, siendo derrotado por Alberto Fujimori.

Su carrera literaria comenzaría de manera definitiva en 1957 con la publicación de los relatos Los jefes y El abuelo. En 1958 se traslada a Madrid con una beca, para estudiar en la Universidad Complutense. Dos años más tarde viaja a París, ciudad donde daría forma a sus primeras novelas.

Entre los premios obtenidos a lo largo de su trayectoria, destacan el Rómulo Gallegos, por La casa verde; el Biblioteca Breve por La ciudad y los perros; el Premio Cervantes y el Príncipe de Asturias. Es doctor honoris causa por las universidades de Yale, Harvard, Oxford, La Sorbona, La Rioja o Málaga, entre otras. Es miembro de la Academia Peruana de la Lengua desde 1977 y de la Real Academia Española desde 1994. Mario Vargas Llosa colabora de manera habitual en prensa, destacando su columna mensual en El País. En los últimos años también se ha adentrado en el terreno de la interpretación teatral, ofreciendo, junto a la actriz Aitana Sánchez Gijón, espectáculos en los que se recurre a la vieja tradición oral de narrar cuentos. La verdad de las mentiras y Las mil y una noches son los montajes escénicos en los que ha participado.

Revista de Letras

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3 Comentarios

  1. Con todos mis respetos para los sesudos señores que otorgan el Nobel (en mi opinión, tienen a sus espaldas un amplio historial de delitos literarios), el trabajo de Vargas Llosa, sólamente, no justifica la otorgación de semejante premio.
    Leí hace muchos años «La ciudad y los perros» y me pareció una excelente novela, «Conversación en la catedral» marcó una línea descendente en mi apreciación como escritor, línea que llegó a un profundo valle (dejé de interesarme por su obra) con «Pantaleón y las visitadoras». Hasta aquí lo que pienso del Vargas Llosa escritor.
    Después, está su otra vertiente de columnista creador de opinión, dónde se desenvuelve a la perfección gracias a su amplio catálogo de buenas amistades. Pero no creo que el mundo cambie mucho con el insuflo de ideas de tan tremendo personaje (he leído algunos de sus artículos, el último uno sobre la escritora francesa Irene Nemirovski, y me parece un pésimo articulista, fatuo y rimbombante.
    En su otra vertiente, la de pensador, que conocemos ya muchos, me parece el ser más despreciable y denostable del mundo de la cultura: oportunista, chaquetero, «lametraserillo» de la nueva derecha neo-liberal, buen amigo de grandes pensadores (José María Aznar es uno de ellos), ruín hasta el extremo de renunciar a su nacionalidad (supongo que enfurruñado porque las urnas no homologaron su indudable categoría de patricio). En fín, todo un personaje al que sin duda no le hacía falta nada más que el Nobel, que desde hace años tiene casi la misma importancia, en cuánto a calidad literaria, que el Premio Planeta.

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