La verdad sobre Marie. Jean-Philippe Toussaint
Traducción de Javier Albiñana
Anagrama (Barcelona, 2012)
Los siglos moldean estilos que devienen rocas caracterÃsticas de un lugar y una cultura. Hay un determinado tipo de literatura francesa muy identificable que desde sus orÃgenes ha cultivado una prosa minimalista, partidaria de mimar el detalle en su afán de mostrar una desnudez casi absoluta de objetos y personas. Las cosas suceden, se describen y con eso basta. La simplicidad del mundo oculta el secreto de su complejidad. Las acciones pueden narrarse en pocas lÃneas u ocupar el espacio entero de una novela, y todo ello depende de la voluntad del dios supremo que es el escritor.
Las Editions du Minuit son el emblema de este tipo de ficción que desde el nouveau roman ha dado muchos nombres a las letras del Hexágono. Entre los más recientes mi mente recuerda a Christian Gailly, Tanguy Viel y Jean Echenoz. Ahora Anagrama recupera, tras más de un decenio sin publicar una obra suya, al belga Jean-Philippe Toussaint, autor de La verdad sobre Marie, novela en la que muestra, entre sus páginas, una vocación fÃlmica que hace del libro un guión de imágenes que el lector imagina con suma facilidad.
La simultaneidad del inicio del relato es brillante. La lluviosa noche parisina es una amalgama de ventanas y situaciones Ãntimas que el ruido de la calle disimula. Dos parejas ocasionales hacen el amor. Su relación es evidente. Quien nos explica los hechos ha mantenido con anterioridad una historia de amor con Marie, punto cardinal sobre el que giran una serie de acontecimientos que en gran parte dependen de su curiosa personalidad. No cierra nada, y ello hace que más que un libro abierto sea una caja de sorpresas rodeada de misterio hasta para su amante Jean Christope de G., vÃctima mortal entre sábanas blancas y coitos que activa el mecanismo que Toussaint quiere aplicar a su criatura.
Hay en el comportamiento de Marie una gota de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi. Es una diva anhelada a la que es muy complicado poseer. Uno puede vislumbrarla sin consumar el roce. Su historia, una de tantas porque estamos ante un fragmento de vida, se divide en tres secciones enlazadas entre sà por el envite del sexo fallido y el obcecado amor del narrador, que aún deparará otra traca de suspense en la Isla de Elba, como si los personajes tuvieran que padecer un exilio impuesto alejados de lo urbano antes de, suponemos, un retorno donde otra vez la música se centrará en lo que nos rodea, desde una cama hasta el perfume de la aurora y el sonido del viento.