El delirante absurdo: «Firmado con un klínex», de Élmer Mendoza

FIRMADO CON UN KLÍNEX (PORTADA)Firmado con un klínex. Élmer Mendoza
Tusquets (México, 2009)

Élmer Mendoza (Culiacán, 1949) es un autor que gusta de reinventarse a sí mismo y de experimentar con diversos géneros. Lo mismo puede escribir crónica, poesía, teatro, novela y cuento, que ubicar sus historias en ámbitos cosmopolitas o muy locales o arriesgarse al retomar a Rulfo o incursionar en la novela negra.

Sin duda, es con el género novelístico que el sinaloense ha adquirido renombre internacional, desde que apareció su primera novela, Un asesino solitario, en 1999.

Ahora, tras 17 años sin publicar un volumen de cuentos -el penúltimo fue El amor es un perro sin dueño (Cuadernos de Malinalco, 1992)-, lanza Firmado con un klínex, compuesto de 13 relatos, todos ellos caracterizados, amén de un serio trabajo en el discurso narrativo y en el lenguaje -según declara el propio autor-, por situarse en el noroeste del país, su “territorio emocional” y por el delirante absurdo que siempre acecha a la realidad.

Todos estos relatos, asimismo, poseen un ritmo vertiginoso y están relacionados con la violencia, tema que obsesiona al autor.

En la primera mitad del libro aparecen cuatro cuentos que, quizá  por su demasiada brevedad, no alcanzan a brindar al lector una idea inteligible: se trata de “Rompecabezas”, “Si te vas a enamorar que sea de alguien así”, “Cuerpo” y “Postal para Diego Luna”. Y “Plop” –que aparece en la segunda mitad- me provoca la misma estupefacción que las minificciones monterrosianas, por lo cual me abstendré de comentarlo.

Élmer Mendoza
Élmer Mendoza

Acaso el relato mejor construido sea “Firmado con un klínex”, donde el detective Édgar Mendieta, alias El Zurdo, investiga la incomprensible ola de suicidios femeninos que se ha desatado en la desértica ciudad de Cálithah, que se torna aún más preocupante cuando personajes célebres como la actriz Mónica Náscar, la Alcaldesa y la Condesa de Alejandría aparecen entre las fallecidas.

A mi juicio, este relato vendría a ser una alegoría de la alienación ocasionada por el consumismo exacerbado y los mensajes subliminales de los medios de comunicación, con un leve asomo parafílico. Este cuento resulta particularmente interesante pues, según Mendoza, es el germen del Zurdo, a quien haría protagonista de su galardonada novela Balas de Plata.

En “Gard” un italiano y un francés discuten la víspera de un Mundial de Futbol, a decidirse entre las selecciones de ambos países.

Un asesino a sueldo persigue en “La casa de las sirenas” a la Emperatriz Sissi, deambulando por diversas ciudades europeas; misión que deberá cumplir pese a innumerables obstáculos, no sin antes fascinarse ante las virtudes de la víctima.

En “Regalo de cumpleaños” un matrimonio emprende un viaje por el desierto de Sonora para festejar a la esposa, a quien el marido siempre lleva a lugares insólitos en esa fecha.

En “Ytsé” cuatro amigos se disputan las atenciones de un portento de mujer, sin imaginarse el infausto destino que le espera al elegido.

En “La secta de Gutenberg” aparece otro asesino a sueldo, involucrado en la encarnizada lucha entre los Lectores y los Nolectores, donde los primeros le han encomendado deshacerse del cabecilla de los segundos. Las consecuencias de esto serán insospechadas.

“Fiesta” refiere una caótica pero -tal vez por eso mismo- divertida reunión de escritores y uno que otro académico o artista (de origen sinaloense, sobre todo) ligado a Mendoza, ya sea por amistad o parentesco. En dicha reunión cada quien saca a relucir frases célebres tomadas de sus libros o bien, de su cotidianidad.

En “La decisión”, cuento que cierra el volumen, NZ, agricultor que siembra mariguana y un chico universitario prófugo discuten acerca de un misterioso tesoro que se han encontrado.

Mendoza se ha definido recientemente como “un novelista con todas las letras”, lo cual comparto, claro está. Si desarrollara estas historias o retomara estos personajes en alguna novela –como hiciera con el Zurdo-, correrían con mayor fortuna que acá.

Como quiera, vale la pena conocer al Élmer cuentista y empaparse del delirante absurdo que transita por las páginas de Firmado con un klínex.

Elena Méndez
elcuerpodeldelito@gmail.com

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