FantasÃas animadas. Berta Marsé
Anagrama (Barcelona, 2010)
Explicaba Berta Marsé en la presentación de este libro a la prensa de Barcelona que, al componer En jaque, su primera entrega de cuentos, quedaron algunos fuera que no encajaban con la lÃnea general del volumen. Y que FantasÃas animadas vendrÃa a ser como la hermana de aquél, «la nena», un puñado de historias en las que lo femenino toma protagonismo. Algo que plasma también mediante diálogos, tan extensos que se convierten en protagónicos. Manifestaba también ante los periodistas que, asà como En jaque el nexo común entre los relatos venÃa de fuera, en este caso lo que mueve a las historias viene de dentro de los personajes, lo que también nos sugiere una actitud femenina de los cuentos. Es imperativo avisar que los incluÃdos aquà no tienen nada que ver con el mundo del cómic ni de los cartoons clásicos, ni aparecen Batman y Robin, ni hay lances amorosos entre personas del mismo sexo. Los tÃtulos y las cubiertas, a veces, nos pueden llevar a errores cuando nos quedamos en la superficie.
Se ofrecen, cierto, siete tramas aparentemente formales pero con trasfondo laberÃntico, en las que Marsé nos conduce por vericuetos nada amables, a pesar de la rutina que se muestra en algunos de los cuentos. Lo «obsesivo» se convierte en herramienta de trabajo. Se trata de divertir mostrando la complejidad en las, a simple vista, sencillas vidas de los personajes que inundan las páginas de esta especie de «confirmación».
Es interesante comprobar la facilidad de Berta Marsé para simultanear narraciones de parecido corte, dándole vueltas a las mismas ideas pero vistiéndolas con ropa de diferente estilo. AsÃ, el fan de una serie de televisión que advierte ciertos paralelismos entre la ficción catódica y su realidad, encajarÃa con el terrorÃfico cuento de Rosa, quien vive su embarazo atemorizada tras ver La semilla del diablo y cree vivir lo mismo que Rosemary, la protagonista de la cinta de Polanski; el cruel juego de dos niñas con su vecina enferma, abusando de su colmado de juguete y despreciándola, produce el mismo desasosiego (incluyendo el apoteósico final) que la reunión de amigas en un restaurante quienes, cual hienas hambrientas, se despedazan a base de cotilleos ante la presencia impasible de un camarero (trasunto del lector). La sorpresa, el estupor e incluso ciertos toques de humor negro, que tanto se agradecen en lo breve, salpican relatos como el titulado «Lo de don Vito», en el que se expone el miedo ante la responsabilidad y la falta de ella cuando se convierte en carga, o el agotador (por lo fÃsico) «Gran Noche de Gala» con dos personajes, Teresa y su hijo Carlitos, que están pidiendo a gritos protagonizar una novela.
Como indicaba al comienzo, Berta Marsé tiene especial habilidad para el diálogo, base de muchas de estas aventuras literarias, y que, se intuye, proviene de su experiencia en el campo del análisis de guiones, trabajo que ha ido desarrollando desde hace años. El disfrute que se obtiene leyendo esos fragmentos en los que sus personajes cobran vida a través de sus propias voces es equiparable al de pegar el oÃdo para escuchar una conversación fortuita y repleta de hallazgos en un transporte público.
Lean a la Marsé. Y no olviden supervitaminarse y mineralizarse.
José A. Muñoz