«Amor malo y feroz», de Larry Brown | Revista de Letras
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El feliz encuentro de Luis Ingelmo, primero con la pelÃcula y luego con la obra del autor de los relatos en que se basaba, propició que sintiera la necesidad de traducir, por cuenta propia, Amor malo y feroz, iniciándose asà una peripecia que le llevó hasta Bartleby, la editorial que finalmente ha publicado, por primera vez, un libro de Larry Brown en España. Con su prematura muerte en 2004, a los 53 años, vÃctima de un ataque al corazón, Brown dejó una obra muy alabada en su paÃs pero totalmente desconocida para nosotros. Asà que felicitemonos si, al fin, se abre la veda y tenemos la suerte de continuar descubriendo a este, para nosotros, nuevo autor.
Larry Brown (Foto: Hubert Worley - lemuriabooks.com)
Las diez historias (ocho cuentos y dos relatos) que conforman el volumen nos descubren a una serie de protagonistas que podrÃan ser uno solo: el propio autor. Solitarios afectados por la guerra, insatisfechos conductores de camionetas cargadas con latas de cerveza, cazadores de conejos necesitados de explicar y explicarse. Literatura que muchos relacionan con otros narradores (sÃ, el mismo Faulkner, Cormac McCarthy, John Cheever) olvidando que no se trata de influencias, más bien es un sello propio del Sur de los Estados Unidos. ¿Tópicos? No, lugares comunes. No en vano, uno de los cuentos, «Disciplina», trata con humor y a modo de representación teatral de un juicio, el caso de un escritor acusado de plagiar a todos esos referentes y que ha permanecido en una prisión para escritores cuyos guardias son los propios editores. ¿Acaso fue una manera de decirnos que su intención no era la de imitar a sus queridos referentes?
«92 dÃas», con el que concluye la lectura, es, en sà misma, una pieza de orfebrerÃa que destila, sospechamos, todo el aroma que impregna el resto de sus libros. Soberbios diálogos (impagables los que mantiene Barlow, el narrador, con Marilyn, su insoportable ex ; prospección de su trabajo como escritor (inevitables los rechazos constantes de los cuentos enviados por el protagonista y el desánimo que, sin embargo, le impulsa a continuar); y el reflejo de un modo de vida «arrastrado» pero digno, al fin y al cabo.