Como el agua a tu cuerpo
Carmen Moreno Pérez
Madrid,
Vitrubio, 2009
Las olas se funden con unas nubes hechas de
alambre; con unos cielos que acaban por
deshacerse en un océano que no es el de
siempre, que nos devuelve la Atlántida en
todo su esplendor, o nos enseña, por
primera vez, una torre vigÃa que otea el
mundo desde su quietud mutada por la sal.
Lo hermoso de ser humanos es que cada uno de nosotros contiene en su esencia una forma de interpretar el amor. La de Carmen Moreno (Cádiz, 1974) tiene un sutil aroma marinero que se sumerge, juguemos con el leitmotiv elegido por la brillante poeta, en las profundidades de una óptica cercana por la intimidad que transmiten sus versos, cercano recogimiento en la agridulce búsqueda, individual y compartida.
El punto de partida es terrenal, efÃmero y refleja una angustia existencial que es pura sinceridad de la voz poética, entregada a su pasión mirando hacia atrás sin ira, pero con la conciencia de quien conoce su recorrido y le da importancia sin contar con la Historia, hada cruel que no puede determinar una relación. El tiempo por delante está marcado por la vivencia sentimental, el corazón latiendo y la voz interior en lucha por lograr el objeto de deseo, escurridizo y presente, dura antorcha que se enciende y juega con el viento para desesperación de la enamorada, tenaz grumete con dificultades para llevar la embarcación a buen puerto.
Y, a pesar de las distancias,
de los sonidos hueros
que sobrevuelan las sábanas
qué más nos da la Historia.
Tenemos todo el tiempo por delante
Los versos de Carmen Moreno destilan la aventura de la abnegación, de la posibilidad de amar desde posiciones de quien todo lo da y espera ser correspondido. Son constantes las alusiones al desequilibrio en el intercambio sentimental, cómo si la autora esbozara una épica del padecer con tenues intervalos de paz emocional; quedan noches de verano, quedan recuerdos imborrables y piernas entrelazadas como refrendo de unión que enganchan mar hasta que las olas retoman uno de los temas fundamentales de Como el agua a tu cuerpo: el miedo a dejarse llevar, la pasión reprimida, el reverencial temor, tan tÃpico de nuestra época, a volar sin trabas para encontrar otro yo que complemente nuestra singladura vital, de la dualidad al uno indestructible. El egoÃsmo alienado de la posmodernidad lo expresó mejor que nadie Michelangelo Antonioni en su célebre trilogÃa de los sentimientos- L’avventura, La notte, L’eclisse- donde los personajes querÃan amar y no podÃan por culpa de los tiempos, más veloces que el hombre, estable en su secular coraza de costumbres y por lo tanto, sin saberlo, extrañado ante tanta transformación a su alrededor. Algo similar, no hemos cambiado en exceso en los últimos cuarenta años, se sobreentiende en los versos de la gaditana, quien, ungida de humanidad, lamenta, protesta y chilla ante lÃmites superables que impiden la felicidad completa, por eso el devaneo, por eso la incertidumbre como tautologÃa y el horizonte encapotado por mucho que brille el sol.
Pese a la división de las composiciones, sus tÃtulos esconden una unidad musical más que evidente. Carmen nos explica sin tapujos y belleza lÃrica, siempre me acompañará el camino de arena que jamás guardó baldosas de revolución, la evolución de un romance, con punto y final cuando las notas tropiezan con el adiós y el ansÃa eliminadora del recuerdo para poder seguir hacia delante y emprender nuevas rutas dentro del mismo cÃrculo que nos acompaña hasta la muerte. En este sentido cabe destacar la estructura del poemario, dividido en dos partes que ya con sus encabezamientos indican el devenir del romance, deseo encarnizado en la primera sección, mensajes que el mar devuelve, finiquito de dos, en la segunda, triste y sublime epÃteto de una obra coherente e inusual por expresarse con voz atemporal que pasa de modas y muestra auténtica personalidad sin adornos innecesarios, pureza a flor de piel para un libro de primera magnitud.
Será mejor que te pongas a salvo
de la rutina de las bocas
en un vals de ciudades
que te invito a recoger
y te enseño, si quieres,
y te regalo lo que soy
o recojo estas lágrimas
que serpean por la ventana de mi vagón
y cierro la puerta con cuidado
para no despertarte.
Carmen Moreno Pérez, Como el agua a tu cuerpo, Madrid, Vitrubio, 2009