«El sabó», de Francis Ponge

El sabó. Francis Ponge
Traducción al catalán de Ramon Girbau
Días Contados (Barcelona, 2010)

Un texto no tiene que ser única y exclusivamente la traducción de una idea a un sistema de símbolos cuya finalidad sea hacerlo comunicable y, por tanto, compartible; también puede ser un objeto en sí mismo. Bajo esta premisa, puede que la utilidad preferible de un texto no sea solamente su significación, sino su funcionalidad.

Teniendo en cuenta esta declaración de intenciones de Francis Ponge (Montpellier, 1899; Bar-sur-Loup, 1988), se entiende fácilmente que sus textos no sean textos literarios al uso -aunque la temprana adscripción del autor al surrealismo y los que han querido ver en su obra la influencia del simbolismo sólo han acertado en parte, debido a la manía clasificatoria-, exigiendo del lector una actitud diferente y deferente a la hora de enfrentar su lectura; actitud que debe consistir en:

«Que el lector llegeixi veritablement, és a dir, que es subrogui en el lloc de l’autor, al fil de la lectura, que faci, si voleu, acte de commutació, com es parla d’un commutador, que encengui el llum, que faci girar l’interruptor i que rebi la llum. És només el lector, per consegüent, qui fa el llibre, ell mateix, llegint-lo; i se li demana un acte».

La cita pertenece a la entrevista realizada por Philippe Sollers al autor a propósito de El sabó (Le savon, 1967), incluida a modo de prólogo en esta edición, inclusión que no cabe sino celebrar para poder encuadrar correctamente al autor y al texto -«encuadrar» no en el sentido de encerrar y delimitar sino en el de facilitar una suerte de coordenadas de situación-, así como para conocer su génesis y las razones del autor.

La justificación de la elección del jabón como sujeto -la lectura de la obra conduce a esta denominación y descarta el más plausible «objeto»- está fundamentada, en palabras del propio autor, en que se trata de una realidad del mundo físico; aunque también porque durante más de veinte años una serie de notas destinadas a una futura obra que debería llamarse El sabó descansan en el interior de una carpeta de cartón. La obra acaba siendo la reproducción en un solo volumen de este conjunto de notas intercaladas entre unos extensísimos paréntesis donde se nos cuenta su propia génesis -con parecida intención pero diferente materialización a, por ejemplo, la celebrada Si una noche de invierno un viajero (Se una notte d’inverno un viaggiatore, 1979) de Italo Calvino-, con notas marginales incluidas en el propio texto, concreciones, dispersiones, regresiones y digresiones, comentarios y salidas de tema que, como ha quedado dicho con anterioridad, requieren la participación de un lector más activo que nunca.

«El sabó té molt a dir. Que ho digui amb volubilitat, amb estusiame. Quan ha acabat de dir-ho, ja no existeix».

Aunque pueda parecerlo, El sabó no es un ejercicio de estilo por más que, al menos para este contaminado lector, las reminiscencias de los integrantes franceses del OuLiPo, principalmente Raymond Queneau y Georges Perec, sean insoslayables, ni una acumulación por saturación de un tema susceptible de ser literaturizable, sino una exposición de diferentes «texturas» de las que, una vez descartadas las voluntarias repeticiones, que tienen una función primordial en el texto parecida a las variaciones sobre un tema establecidas en la historia de la música a partir del barroco, emerge un relato homogéneo y preciso.

Esa voluntad multiplicadora figura en el propósito del autor y recorre el texto desde el principio, pero no se agota en sí misma; por esa razón, apenas transcurrido la cuarta parte del texto, Ponge nos advierte:

«Potser ja m’has entès i podria aturar-me aquí. Però què vols! La naturalesa mateixa del meu subjecte m’autoritza a fruir i a fer-te fruir amb desenvolupaments més voluminosos, però lleugers i (com s’escau) efímers i purificadors».

Aunque a primera vista el jabón no parece un tema literario con demasiadas posibilidades, para Ponge es un tema extremadamente adecuado a sus pretensiones, y las razones son variadas: el jabón pertenece al mundo físico, se trata de un objeto simple, la cercanía del objeto facilita la identificación de éste con su expresión; permite al autor la confección de un texto sin ambiciones, es el símbolo de su genio, y puede agotarse hasta su completa disolución, adecuándose así perfectamente a su propósito:

«Heu sentit parlar de l’adequació del fons a la forma?».

Un libro magnífico para lectores que busquen algo más que entretenimiento banal e improductivo. En este tiempo de desafíos, búsquense unas horas libres, siéntense en una silla cómoda, y sumérjanse pausadamente en el baño de espuma que Francis Ponge, con la mediación de esta estupenda edición que Días Contados, un proyecto editorial singular al que habrá que ir siguiendo, les ha preparado.

«Pel que fa al paradís d’aquest llibre, quin és, doncs? Quin altre podria ser, lector, sino la teva lectura?».

Joan Flores Constans
http://jediscequejensens.blogspot.com/

Joan Flores Constans

Joan Flores Constans nació y vive en Calella. Cursó estudios de Psicologia Clínica, Filosofía y Gestión de Empresas. Desde el año 1992 trabaja como librero, actualmente en La Central del Raval. Lector vocacional, se resiste a escribir creativamente para re-crearse con notas a pie de página, conferencias, críticas y reseñas en la web 2.0, y apariciones ocasionales en otros medios de comunicación.

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