Érase una vez. AntologÃa de artÃculos.
David Trueba
Debate (Madrid, 2013)
Como un recuerdo de infancia, regresa a mi memoria la imagen de mi padre, sentado en su butaca y leyendo domingo tras domingo el periódico; sumergiéndose en los artÃculos y pidiendo silencio. “No se puede leer con ruidoâ€, solÃa decir mientras no apartaba la mirada de las grisáceas páginas. El domingo no sólo se leÃa el periódico del dÃa, sino que mi padre rescataba aquellos que habÃan permanecido guardados a lo largo de la semana a la espera de su lectura. Ahora, años después, soy yo quien se sienta en la butaca para leer el periódico; mi padre no era una excepción, como tampoco lo soy yo, son muchos quienes todavÃa hoy, y a pesar de todo, compran el periódico para leer el artÃculo de un periodista que, lejos de la inmediatez de la actualidad, ha escarbado en la frenética cotidianidad para escribir unas pausadas lÃneas. Como el articulista, la editorial Debate rescata también en una antologÃa todos aquellos artÃculos que David Trueba empezó a escribir en un ya remoto 1995 para diferentes periódicos: El Mundo, El Periódico y, más recientemente, El PaÃs, donde reemplazó el vacÃo dejado por el incomparable y siempre polémico Eduardo Haro Tecglen.
David Trueba se postula como heredero de los grandes maestros que convirtieron el articulismo en literatura: de Julio Camba a Josep Pla, de Joan Fuster a Josep M. Espinà s –Una vida articulada es una lectura más que recomendable-, de Gaziel a Manuel Vázquez Montalbán. Los artÃculos de Trueba dialogan con esta gran tradición periodÃstica-literaria marcada por lo anecdótico, por encontrar la noticia en la cotidianidad, en la realidad próxima y, muchas veces, invisible para los grandes titulares. Como el propio Espinà s, Trueba hace de una anécdota, de un recuerdo o de una breve e insignificante noticia su punto de partida para escribir lúcidos artÃculos a través de los cuales realiza el retrato de una confusa y variopinta sociedad como la nuestra. No hay concesiones, no hay indulgencia, pero tampoco se desprende odio; impregnados de crÃtica social, los artÃculos de Trueba no son ejemplo de aquel periodismo de trinchera, tan común en estos dÃas y en estos lares: “El odio es una energÃa retoalimentariaâ€, escribÃa el director de La buena vida en el 2003, “que acaba devorando a su propio dueño, que no tiene recursos frente al desprecio, que carece de futuro pues se nutre de pasadoâ€.
El periodismo no es un oficio fácil, es un oficio, afirmaba en su dÃa Josep Pla, “sanguinario, aventurero y complicadoâ€. Desde su corresponsalÃa en ParÃs, el autor del Quadern Gris sabÃa de la dificultad de escribir diariamente un artÃculo. ¿Dónde encontrar los temas? ¿Dónde buscar las noticias? Éstas son las preguntas que seguramente Pla se hacÃa cada vez que debÃa sentarse frente a su máquina de escribir, una máquina que nunca dejaba de sonar, pues como explicaba Gaziel, los periodistas como Pla “escriben todo el dÃa, sin parar, nerviosos y como electrizadosâ€; Pla, recordaba Gaziel, escribÃa “todo; lo que existe o que no existe; lo que pasó ayer y lo que tampoco pasará mañana; lo cierto, lo dudoso, lo falso; lo visto y lo imaginadoâ€. Asà escribÃa Pla y asà han escrito los grandes articulistas que semana tras semana han hecho de la página de periódico una ventana a través de la cual mirar el tiempo presente con lúcida, curiosa e inagotable mirada. David Trueba, novelista y director de cine, juega con la realidad, la entremezcla con la ficción, porque, como recuerda en un conmovedor artÃculo dedicado a Luis Cuenca, el final de Don Quijote de la Mancha no es sino la metáfora “de la necesidad de la novela, de la mentira, de la ficciónâ€. Sin embargo, no sólo la gente del mundo del espectáculo, como señala en su artÃculo, necesita de la ficción, pues la ficción es a veces la única manera de decir aquello que de otra manera habrÃa que callar.
Érase una vez es el tÃtulo de esta antologÃa de artÃculos; no en vano Trueba lo elige para evocar aquellos cuentos que innumerables generaciones escucharon de niños. Esas tres palabras inauguraban unos breves relatos que desde la ficción, desde mundos imaginarios y, en muchas ocasiones, con seres extraños como protagonistas, dibujaban el más real y, a la vez, el más desalentador de los retratos del individuo y su realidad. No se trata de la moralina fácil, los grandes, Perrault o los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, nunca fueron tentados por ella; el destino del artÃculo y de su autor es el de “dedicar esta serie de páginas a explicar a la gente lo que hay después de la muerte, la existencia o no de Dios, la creación del universoâ€. Esta es la tarea del articulista, asà la veÃa el joven David Trueba; el artÃculista es un cronista del presente, es quien trasncribe aquel tiempo presente olvidado tras los grandes nombres, las últimas horas y la inmediatez de la información. Ya lo decÃa Pla, no es un oficio fácil, hay que escribir sobre todo, incluso cuando el blanco se impone en la página: “es tan solo un bloqueo momentáneoâ€, se dice a sà mismo Trueba, consciente de que “un buen articulista solo tiene que esperar, como un lobo a su presa, a que lleguen las opiniones sobre todoâ€.
La lenta y paciente espera termina dando sus frutos; Érase una vez es el resultado de esa espera que ha acompañado a lo largo de más de diez años el David Trueba articulista. En sus textos, reunidos ahora, la polÃtica comparte espacio con el deporte, la televisión convive con el cine y los libros, nombres como Luis Cuenca, Miliki o Azcona completan un puzle a través de cuyas piezas el lector recorrerá la historia más reciente. Cada artÃculo es un pedazo de este presente diverso, plural y contradictorio: David Trueba se convierte en cronista del crisol cultural y social de nuestro tiempo, donde la pasión por el fútbol comparte escenario con una cultura -literaria, cinematográfica, teatral- maltratada por ignorantes e inconscientes polÃticas, donde la corrupción polÃtico-institucional no oscurece la labor profesional de tantos que, desde diferentes ámbitos -espectáculo, deporte, cultura, periodismo- se oponen a la dominante decadencia provocada por unos pocos cuyas voces resuenan con excesivo rumor.
Retratar no implica idealizar y David Trueba no embellece la realidad de estos últimos años; lejos de toda idealización, Trueba no cae en el escarnio; sus artÃculos no muestran vacua condescencia, pues frente a ciertos temas la condescendencia no es más que una forma de aplauso. La mirada de Trueba es una mirada crÃtica, es la mirada de quien observa para apostillar, comentar y razonar sobre un tiempo presente sobre el cual la rapidez impide reflexionar. Las crÃticas y los aplausos, la nostalgia y el reconocimiento, el desengaño y la ilusión, todos ellos se articulan a lo largo de Érase una vez. En 2011 David Trueba, recordando la entrevista de Ana Pastor a Ahmadineyad, escribÃa de la periodista: “regaló ayer un pedazo de gran televisión, pese a las frustraciones; la suya, seguro que la primeraâ€. Como Ana Pastor, Trueba regala con sus artÃculos un pedazo de gran periodismo.
Anna Maria Iglesia
@AnnaMIglesia