La comunidad. Hervé Tanquerelle y Yann Benoît
No consta traductor
La Oveja Roja (Torrejón de Ardoz, 2012)
El mayo del 68 fue, sin duda alguna, uno de los fenómenos imprescindibles para entender la cultura en la que vivimos. Pese a que muchas de las ideas que ahora imperan en nuestro sentido común provienen de ese cambio de mentalidad que se gestó especialmente en ParÃs y en el movimiento anti Vietnam de las universidades americanas, el movimiento de mayo del 68 ha sido también el más denostado. Por ello, en la singularÃsima obra que nos concierne, los dos volúmenes de La comunidad, de Tanquerelle e Yann Benoît, se advierte antes que nada lo siguiente: “Por mucho que se diga, la revolución del 68 fue una sacudida para la sociedad francesaâ€. Ese inicio es ya revelador del prisma bajo el que se suele revisitar ese perÃodo: el del escepticismo y la ironÃa que provocan el desencanto y la desconfianza excesiva ante cualquier muestra de idealización romántica de la utopÃa revolucionaria. Sin embargo, es ahora, en medio del clima polÃtico y social en el que nos encontramos, que La comunidad cobra mayor intensidad y relieve.
La comunidad es fundamentalmente el testimonio de Yann Benoît, uno de tantos jóvenes franceses, que en un momento de desenfreno ideológico imaginaron la posibilidad de una vida alternativa al sistema capitalista dominante y se pusieron a ello. Benoît fue uno de los fundadores de la comunidad “La minoterieâ€, cuyo funcionamiento estuvo en marcha durante más de diez años, en la que él y una decena más de jóvenes vivieron, trabajaron, subsistieron y educaron a sus hijos bajo preceptos que chocaban de manera frontal con los que ellos mismos habÃan recibido de sus padres, de sus profesores y de la sociedad francesa de la postguerra. Contrariamente a lo que se suele imaginar, La minoterie no fue lo que se nos ha vendido repetidas veces en pelÃculas y relatos trasnochados woodstockianos de drogas, orgÃas y amor libre; La minoterie fue la probeta de un nuevo orden basado en los principios de trabajo, autosuficiencia y hermandad (suene como suene ahora mismo una palabra como ésta) impulsada por un grupo de gente que creyó e hizo todo lo posible para mantener vivo ese sueño. La comunidad, cuyo subtÃtulo es “Entrevistasâ€, es un maravilloso documento testimonial de lo que fue la vida en esas comunas, a la vez que su auge y caÃda; una reflexión de primerÃsma mano acerca de la necesidad de la utopÃa y a la vez de su imposible realización; un relato lleno de matices, que rehuye la superficialidad y los tópicos en pos de una voluntad de explicar el fenómeno de La minoterie en toda su complejidad. El mismo esquema de la novela, dos tomos, se corresponde a dos momentos distintos de la existencia de la comunidad; el ascenso y la decadencia.
Tanquerelle, el ideólogo de la obra que nos ocupa, se dedica a entrevistar a su suegro, Yann Benoît, acerca de su experiencia en La minoterie, entre principios de los 70 hasta los 80. El formato entrevista, el diálogo senex-puer, es uno de los aciertos de Tanquerelle por permitir ese enfrentamiento generacional que evidencia dos momentos culturales opuestos: mientras que Benoît representa la ilusión romántica del 68, Tanquerelle representa el escepticismo postmoderno y una cultura en la que la revolución o el punk han pasado de ser ideologÃa a propuestas estéticas asimiladas por completo por la industria y el discurso cultural hegemónico, conviertiéndose simplemente en productos culturales. Tanquerelle es también el testimonio de las ilusiones perdidas de toda una generación a la que le han imposibilitado imaginar formas nuevas más allá de las fronteras del sistema capitalista. La comunidad es, en realidad, dos retratos; el de la juventud del 68 y el de la actual.
La narración intercala, además, viejas fotografÃas de la vida en La minoterie ligeramente retocadas para que parezcan viñetas de cómic, que una a una, trazan un emotivo recorrido sentimental por una aventura fascinante y dan prueba fÃsica de su existencia. La necesidad y la relevancia de una obra como La comunidad la ha explicado además muy acertadamente el director francés Philippe Garrel a propósito de Les amants réguliers, su propio testimonio acerca de su vivencia del mayo del 68: “Si a la generación que ahora tiene 20 años se les dice que eso no existió, cuando hayamos desaparecido se verán obligados a creer que no existióâ€, y concluye, “incluso si la revolución no dura más que tres semanas, nos marca la vidaâ€. El objetivo, tanto de Benoît-Tanquerelle, como de Garrel y otros, es inscribir por lo tanto, el mayo de 68 en la Historia. En ambos casos, el resultado es excepcional y un importante legado a las generaciones que han de llegar.
Àlex Reig
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