La Rosa. Àlex Reig
Prólogo de Pablo Muñoz (Alvy Singer)
FotografÃas de Júlia EchevarrÃa
Témenos Edicions (Barcelona, 2011)
Dos fechas:
Una. 1989, el año en el que nació Àlex Reig.
Y dos. 2011, que es cuando publica su poemario La Rosa con Témenos Edicions.
No soy excesivamente certero en cálculos matemáticos, pero me da que entre el 89 y el 11 hay pocas cifras, una veintena quizás. Bien, es cierto que la edad en sà no es un valor para este asunto de la literatura y que hacer clasificaciones en base a esa minucia no indica la calidad de una obra sino, tan solo, la constatación temporal de una existencia. Pero es refrescante y nutritivo bucear en poetas tan jóvenes, conocerlos. Y Àlex Reig (Barcelona, 89) lo es, es indudable: fresco y sin vicios. Ignoro si en construcción o su resultado poético ya es construcción propiamente, pues eso lo indicará el tiempo, el camino de los poetas recientes (donde reciente=joven). Pablo Muñoz, Alvy Singer para los versados en el propósito bloguero, marca perfectamente las lÃneas de La Rosa en el prólogo del libro de Reig, su poemario en catalán, cuando nos dice que estos versos tienen una fractura verbal, una precoz, inicial consciencia formal. Y es que Àlex Reig duda de lo convencional: de la rosa y de la flor, de las estrellas y la noche, del instante fugaz y sabe que para comprender hay que entrar en la oscuridad, en la noche. Es por ello que no dejan de tener los versos de Reig ese gusto amargo, de incomodidad, donde para trascender o decir hay que bucear en lo desconocido y dudar. Dudar incluso de la propia condición: “Està molt bé ser / Modern, / Només una estoneta / I com a pose, / Més o menys estudiada // Després, tots / Tenim les nostres / Històries / La majoria / Afectades i / Terriblement anti-pla-nianes / Condemnades / A l’oblit, / reduïdes / a l’esfera quotidiana/costumistaâ€. Significativo es el diálogo que mantiene en sus poemas con escritores como Bolaño, Whitman, Magritte, Parra, Pla y Bellow, Wallace, Palhniuk, Setevens… y “los maltidos franceses†y con la metrópolis como lugar donde el poeta se pierde y pierde la paciencia. Entre estos dos polos se debate Reig, preguntándose por el oficio literario y concluyendo con la inevitable soledad del lector-escritor, como en el poema “2666†que homenajea a Bolaño: “Comprenc com / N’està de sobrevalorat l’ofici / Si / Al cap i a la fi, / Som tu i jo / I ens llegim / A solesâ€, o bien tomando la ciudad como lugar inevitable, una Barcelona que desoriente, prefiriendo la ciudad y la contaminación de las calles, “Una espècie de paradÃs perdut / Que ningún encara / Ha sabut re-conèixer // Des de que Baudelaire, / Blake / O Wilde / Preferiren l’insomni / De la massa / I el fum a les estances // A l’olor dels vents / Dels seus respectius / empordansâ€.
Àlex Reig es un poeta que utiliza imágenes para plantearnos el poema, visual ante todo. Ignoro su proceso de construcción poética pero es posible que parta de esa imagen y la traduzca en poesÃa, que quiera conseguir eso exactamente en sus poemas: el impacto visual. Y es que La Rosa se completa con fotografÃas de Júlia EchevarrÃa y ello nos indica también la intención y la necesidad de que la lectura se perfeccione tras la asimilación de esas imágenes, que son también poesÃa visual. Y cuidado, aunque su lectura pueda parecernos terriblemente actual, la tradición y los clásicos también se esconden en ese proceso creativo. Aunque Reig es más del silencio que de la retórica clásica y muestra lo que nos quiere dar lo suficiente, sin recargar el poema, y dándole corte y cuchillo de forma precisa, esquemática a veces, sin dejar a un lado la intensidad. El corte y la imagen potente se da, por ejemplo, en “Albadaâ€: “La rosa de veritat, / La dels pètals de maig, / Carbura tot l’any // I al final d’estiu / Rebenta en secâ€. Como dice Alvy Singer en el prólogo del poemario estas nuevas voces tienen la difÃcil tarea (lo de “difÃcil†lo digo yo) de bascular en un siglo “donde pasó el grito de Ginsberg, el grito urbano, musical, liberador de las letras de Bob Dylan o la extrañeza insuperada (y tal vez superable) y llena de humor (sádico y lúdico, triste y a la vez entusiasta) de Parraâ€. Y Àlex Reig debe ser un admirador de Ginsberg y, si bien, sarcásticamente, nos dice que puede ser punk, de temporada o poeta 2.0 o vanguardista americano hablando en lenguas extranjeras, como apunta en su poema “Literà riament parlatâ€, uno siempre acaba encontrándose con la persona, con Reig que no adopta la pose poética porque no la necesita y toma conciencia, ya que “Son les mateixes mans / Els mateixos ulls / Sempre morts de por // La mort / No importa, / I la forma / Tampoc.†Eso mismo podemos verlo en su poema “Mirall/costumista†en el que juega irónicamente con la elegancia costumbrista y con el poeta catalán Rusiñol, o en “Contemporanis I†y “Contemporanis IIâ€. O en “Descobrir-ne el néctarâ€, poema que es constatación de su sentir poético y donde nos dice que la rosa es un elemento recurrente, que utilizar metáforas de árboles ya está demasiado visto, y que la rosa, definitivamente, se aparta de él, que sale de su bosque de sÃmbolos. Esa constatación del alejamiento de lo manido siempre es tomada con energÃa en sus versos.
En conclusión, La Rosa es un poemario terriblemente personal. Y eso es bueno. Poder identificar la voz de Reig y vagar junto a él por sus referencias literarias y mundos personales, acercarse al hoy, asomarse a una nueva voz y tomar consciencia del camino que transitan los jóvenes poetas es una buena forma de no perderle el pulso al tiempo. Y más reconfortarte aún es conocer sus referencias, que son amplÃsimas y no se limitan a la modernidad. Y es que Àlex Reig es singular: “Saps que sóc / Singular, / Que escric quan em canso, / Que a vegades no sé que dir (…)â€. La ciudad se levanta sobre las manos grises del poeta. Que asà sea.
Iván Humanes BespÃn
http://ivanhumanes.blogspot.com