El objetivo es, en todo caso, provocar una emoción con una escena esencial, sin necesidad de alargarse en detalles superfluos. Escenas que acaban con un gesto al camarero para que se cobre, con una vuelta en silencio en la cama matrimonial, con una gota de sudor resbalando por una frente o con unos gatos que ronronean en torno a su dueña.
En los cincuenta relatos (y uno de propina) que componen La suave piel de la anaconda encontramos un amplio recorrido por las diversas formas en que se puede concretar este peligro en torno a nosotros. Desde la mancha de sangre de un hombre asesinado en el suelo de la que parte el relato inicial hasta un niño que tapa el sol con el dedo, o el encogimiento de hombros con que concluye una ruptura matrimonial. A veces la tragedia es simplemente el aburrimiento mal entretenido en que un cuarentón pasa sus dÃas. En todos los casos, el trasfondo es la vida, en sus innumerables, infinitas formas; la vida, de la que, como se dijo en genial frase, «nadie sale indemne».
Unos cuentos, en resumen, que nos desnudan la realidad en su más inquietante y literaria forma y que nos confirman a su autor, Raúl Ariza, como uno de los mejores, más breves e incisivos retratistas de nuestro entorno.
Madrid (1966). Ha publicado hasta la fecha las novelas "Vida de MartÃn Pijo"; "Matilde Borge, aviador"; y "Vidas elevadas", el volumen de relatos "Diez cuentos mal contados", asà como una selección de las entradas de su blog: "A esto llevan los excesos". Asimismo ha intervenido en distintas antologÃas y ha recibido varios premios por sus relatos. Reseñista y crÃtico literario para medios electrónicos, en la actualidad está dando los últimos retoques a una nueva novela.