Odio a los indiferentes. Antonio Gramsci
Traducción: Euro Transmit
Ariel (Barcelona, 2011)
En estos tiempos en que abundan las consignas y en que la gente las recita en sustitución de los razonamientos, conviene detenerse un momento en la obra de un pensador y polÃtico como fue Antonio Gramsci (1891-1937) de quien Ariel Ediciones acaba de publicar una breve selección de escritos titulada Odio al indiferente. Fundador del Partido Comunista italiano, en estos textos nos encontramos a Gramsci en sus comienzos, cuando trabajaba de periodista para un diario de TurÃn y contemplaba el horror de la Primera Guerra Mundial, en la que Italia habÃa tomado parte activa (los textos están datados en torno al año 1917). En Odio a los indiferentes, el pensamiento de Gramsci, de tono obrerista y a favor del proletariado siempre, aún se no ha definido del todo hacia el lado comunista. La fundación del partido no tendrÃa lugar hasta el año 1921 y en los textos que reúne este volumen vemos una conciencia en formación, un pensamiento que está llegando hacia una meta pero que todavÃa se detiene en numerosas cuestiones, principalmente relativas a la contienda bélica, para buscarles una solución intelectual, una adecuación a su ideologÃa.
Tal vez por esto resultan muy atractivos los textos recién publicados por Ariel, porque lejos de ser una sucesión de dogmas repetitivos, machacones y finalmente bastante artificiales, las reflexiones de Gramsci en esta época de su vida están muy ligadas a los sucesos cotidianos, a la vida real, no han adquirido todavÃa un vicio de pensamiento alejado de la realidad. AsÃ, nos encontramos en Odio a los indiferentes, aparte de las lógicas y naturales preocupaciones sobre conflictos obreros o la organización y el futuro del Estado, apreciaciones sobre la estructura de las familias, sobre el recurso a lo lacrimógeno en la literatura de la época, sobre cuestiones incluso de interpretación del catolicismo… sobre su entorno, en suma, y los problemas que circulaban por la calle, sobre todo los cuales reflexiona Gramsci bien es verdad que con la meta ya prefijada -la concordancia con su ideario- pero también es cierto que con una profundidad de pensamiento, un estilo lógico y asimismo una fluidez literaria que, pese a los años transcurridos y las ideas desgastadas, siempre invita a volverle a leer.
Gramsci, al menos en estos textos, demuestra además un gran valor humano, un espÃritu de empatÃa y comprensión con los demás. MagnÃfico es su texto “Los obreros de la FIATâ€, subtitulado “Hombres de carne y huesoâ€, donde contra quienes, seguramente, echarÃan en cara a los obreros de la factorÃa turinesa no haberse mantenido firmes en sus posturas reivindicativas, Gramsci sale en su defensa aduciendo lo que por otra parte es claro, pero los “ideólogos†nunca quieren ver: “No debemos abusar demasiado de la resistencia y de la virtud de sacrificio del proletariado; se trata de hombres comunes, hombres reales, sujetos a las mismas debilidades comunes de todos los hombres comunes que se pueden ver en las calles, bebiendo en las tabernas, hablando en grupos en las plazas, que tienen hambre y frÃo, que se conmueven al oÃr llorar a sus hijos y al oÃr a sus mujeres lamentarse amargamenteâ€.
El libro concluye con un apéndice donde se recoge una intervención de Gramsci en el Parlamento italiano, con motivo del proyecto de Ley del Gobierno de Mussolini por el que se proscribÃan las entidades secretas, como la masonerÃa. Gramsci acude ardientemente en contra de esta Ley, porque si bien, y lo admite, la masonerÃa es una institución de carácter burgués, y a él como lÃder del Partido Comunista, deberÃa satisfacerle, pues, su cierre, Gramsci presiente que esa proscripción es sólo el inicio, la prueba de otra más o menos inmediata que acabará afectando a su partido. Esta amplitud de miras demuestra, sin duda, su talla como polÃtico (vista ya su talla como pensador y como escritor). Y desde luego, su perspicacia. El debate referido tiene lugar en 1925. Apenas al año siguiente, Gramsci serÃa arrestado por las autoridades del Gobierno de Mussolini, su partido disuelto, y él sólo saldrÃa de la cárcel para vivir sus últimos dÃas.
Miguel Baquero
El mundo es oblongo