«Paseos con mi madre», de Javier Pérez Andújar

Paseos con mi madre. Javier Pérez Andújar
Tusquets (Barcelona, 2011)

Cuando un italiano dice “il mio paese” no se refiere a la nación transalpina, en realidad está hablando de su pueblo, de su patria chica, de su terruño. Cuando oigo decir “il mio paese” siento que el italiano es la lengua más bella del mundo. En una ocasión, invitado por unos amigos sorianos, presencié la fiesta del levantamiento del mayo en Vinuesa, localidad bellísima, pétrea, a los pies de las sierras de Urbión y de la Cebollera, que rodean la tan machadiana Laguna Negra, y envidié a toda aquella gente reunida allí: niños, jóvenes, mayores, viejos, mujeres y hombres, los envidié como individuos y como colectividad, por ser y sentirse de un pueblo, por estar juntos en un mismo esfuerzo de ser. Envidié a todos los que se sentían de un pueblo y eran capaces de aunar sus voluntades para levantar un mayo, y sentirse de un lugar por encima de todo, sentirse compatriotas de vecindad. En aquella ocasión me sentí un apátrida por haber nacido en una gran ciudad; pero dejé de envidiarlos cuando comprendí que mi pueblo, “il mio paese”, era mi barrio.

Javier Pérez Andújar, en estos Paseos con mi madre, vuelve a su pueblo, a su barrio, a la ciudad del extrarradio de Barcelona que le vio nacer. Vuelve, sin haberse ido nunca, para hacer memoria y no perder las raíces que le unen al mundo, y hacer literatura de las raíces que le han alimentado y que le siguen permitiendo crecer en la actualidad; unas raíces que son comunes a cualquier barriada de clase baja o clase obrera, llámese banlieue o suburbio o ciudades dormitorio, encuéntrese en Barcelona, Madrid, Chicago o Hong Kong; con todas ellas el autor se sentirá identificado, en todas ellas sentirá la koiné de una manera de hablar y de vivir. Y vuelve en el idioma en el que ha nacido y ha crecido y en el que se ha formado como persona y como escritor: el idioma de sus raíces. Y nombra a su pueblo en ese idioma (es decir, significativamente llama “San Adrián” a una población que oficialmente se llama “Sant Adrià del Besòs”), que es como la mayoría de sus habitantes lo siguen llamando, y no con su nombre oficial.

Estos Paseos se convierten en un recorrido no sólo espacial sino también temporal. Javier Pérez Andujar ve y comprende lo que está viendo. Saber de dónde venimos, cómo nacieron las chimeneas de la térmica de la desembocadura del Besós, cómo se construyeron los bloques de la fealdad, del hacinamiento y la aluminosis que forman tantos barrios, algunos encaramados a la cordillera costero catalana, otros encerrados en nudos viarios; saber lo que costó conseguir que llegara la democracia tanto como que el transporte público les permitiera estar bien comunicados; conocer la historia de las luchas sociales, de las protestas vecinales, de las huelgas, pero también la historia de generaciones perdidas a causa de las drogas y la marginalidad absoluta, hasta el advenimiento del consumismo más salvaje como verdadera amnesia y aculturización; conocer nuestra historia, la historia de las gentes que no escribe la Historia, las historias que la élite económica, esteticista y bienpensante, sólo incluirá tangencialmente en su gran Historia, que incluirá a bulto y dirá “masa”, “protestas” o “trabajadores”, sin identificar ningún nombre; conocer todas esas historias nos permitirá resistir ante todo el que venga a reescribirlas y quiera convencernos de lo que no somos.

Al hilo de sus paseos, Pérez Andújar, a pesar de que no pretende hacer historia sino literatura, nos dibuja, en breves y certeras pinceladas, la clase política municipalista que surgió de la democracia recuperada y que, en gran medida, ha llevado al desencanto a sus votantes, por diferentes motivos, especialmente a los de izquierdas, desde la extrema izquierda hasta los socialistas (en el seno de los cuales hasta alguno ha llegado a ser presidente de la Generalitat, pero para conseguir tamaño poder se alejó por completo de aquellos que le había votado y, al fin, perdió estrepitosamente las últimas elecciones autonómicas. Aunque esa es una historia que no explica el autor en su libro y que yo meto aquí como ejemplo del desencanto o, como se dice ahora, de desafección). Y de la mano de la política, también llega a la comprensión de una sociología lingüística del área metropolitana de Barcelona, que contradice todos esos mapas de regiones o zonas lingüísticas de Europa en las que la frontera del castellano y el catalán están en un punto más o menos indefinido entre Aragón y Cataluña, cuando en realidad la frontera entre ambos idiomas se encuentra firmemente asentada entre barrios de Barcelona y entre sus ciudades satélites. Así, en palabras del propio Pérez Andújar:

“En Barcelona, ser catalán consiste más en pertenecer a un estatus social que en pertenecer a un país. Para que las lenguas convivan va a ser necesario que las personas estén juntas en todas partes, y esta igualdad solo resultará tras un largo periodo de desarrollo económico”. (pág. 105).

Javier Pérez Andújar (foto: Eugeni Forcano / Tusquets)

Pero Pérez Andújar no se queda en el retrato sociológico, historicista, lingüístico o arquitectónico, ahonda en la presencia humana, retrata personajes, compañeros, amigos, familiares, con sus nombres y apellidos, con sus motes, ahonda en todas las personas con las que se identifica y junto a las que pasea, personas desde las que él ha ido construyendo su patria, su pueblo. Por otro lado, nombra cada uno de esas barriadas del extrarradio como un guía turístico nombraría las zonas monumentales de París o Viena. Porque los paseos no se quedan en su San Adrián, circundan toda Barcelona, su –cada vez menos- cinturón rojo, desde el barrio de la Salut en Badalona hasta San Cosme en El Prat, un círculo que encierra la gran ciudad, la Barcelona en la que él siempre será “de fuera”. Llegamos, al fin, a la urbe, la gran manzana deseada, y Pérez Andujar la sigue mirando desde su San Adrián, tan cercana y tan lejana a la vez. Una ciudad en la que ser de San Adrián comportará una serie de prejuicios, pero una ciudad que le dará la oportunidad de ser escritor; una Barcelona que amará y odiará como sólo se puede amar y odiar lo que se siente como propio, una ciudad que le permitirá trabajar en diferentes medios de comunicación y, también, darse a conocer.

Paseos con mi madre está escrito con verdad y emoción, está escrito con una prosa que vuela y es capaz de involucrar al lector, quien puede toma aire a bocanadas gracias a frases magníficas, ejercicios de síntesis y lucidez; frases de una grandísima inspiración, como por ejemplo:

“Para ser multicultural basta con ser pobre, porque cada pobre lo es a su manera”. (pág. 35).

Y tantas otras que retratan una sociología cultural, en la que la inmigración de antes (la de nuestros padres y abuelos andaluces, murcianos, aragoneses o gallegos) y la inmigración actual (de magrebíes, peruanos o pakistaníes), su identificación, en un mismo espacio pero en diferentes tiempos, se convierte en uno de los ejes temáticos sobre los que construye el autor sus Paseos. La similitud entre ambas inmigraciones tiene un hondo calado no sólo humanista sino también político de rabiosa actualidad, pues la élite gobernante actual se empeña en contraponerlas y diferenciarlas, y ahí surge el caldo de cultivo para que la derecha y la ultraderecha hagan su agosto y aúpen mentiras racistas al imaginario popular, -como que los inmigrantes tienen más ayudas que los nacionales o que pagan menos impuestos o que son todos unos delincuentes-; y el drama se agudiza cuando los políticos tradicionales son incapaces de desmentirlas de raíz, y consienten la llegada de la ultraderecha a los plenos municipales, y que alcaldes populistas y xenófobos consigan la vara de mando –a pesar de no tener la mayoría suficiente- en municipios que habían sido gobernados por la izquierda desde el advenimiento de la democracia.

Leo los Paseos de Pérez Andujar con su madre y todo me lleva a mi barrio (aunque me digo ahora que sentirme implicado no es una buena forma de reseñar un libro, y que no paro de poner paréntesis para justificar mis comentarios), que no está en el extrarradio, sino en el centro de Barcelona y, sin embargo, excepto en su aspecto exterior, excepto en su cercanía a la Plaza de Cataluña y excepto, tal vez, a su mayor carga arqueológica (el Raval, antiguo Barrio Chino, se asienta sobre ermitas románicas y tumbas neolíticas –la película En construcción de José Luis Guerín hace un retrato extraordinario de todo ello-), sociológicamente se parece en todo a las barriadas que circundan la ciudad y está unido a ellas por ser un barrio obrero y de inmigrantes, de antes y de ahora, barrio donde delincuencia y trapicheo conviven con el trabajador, el taller y la tienda.

Sentirse de un barrio, sentir las raíces compartidas con otros seres humanos, es ser uno mismo, ser de verdad. Pero, además, Javier Pérez Andújar -el filólogo, el novelista, el hombre de cultura- escribe de verdad, y nos ofrece lo mejor de sí mismo, su escritura sin un género definido, para hacer buena literatura. Indagar sobre la identidad es una materia preciosa para la escritura: Javier Pérez Andújar sabe modelarla a la perfección. Ser de un lugar, de un pueblo, de un barrio, de un paese, compartir la vecindad es materia de la barriada universal.

Agustín Calvo Galán
http://proyectodesvelos.blogspot.com

Agustín Calvo Galán

Agustín Calvo Galán (Barcelona, 1968) ha publicado 'Letras transformistas', una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), 'Otra ciudad' (libro objeto, 2006), 'Poemas para el entreacto' (2007) y 'A la vendimia en Portugal' (2009). Su obra como poeta visual ha sido recogida en varias antologías especializadas.

4 Comentarios

  1. Meravellós escrit, senyor Calvo Galán, coincideixo en tot. Fa uns dies que vaig acabar de llegir ‘Paseos con mi madre’ i no me’l puc treure del cap. M’ha causat un gran impacte i m’ha fet replantejar moltes qüestions al voltant de la meva pròpia identitat, com a mataroní nascut en el sí d’una família catalanoparlant de l’anomenada classe mitjana, però radicada en una barriada obrera, un polígon d’edificis alts i barats homologable a la Salut o Sant Cosme, on el castellà és la nota predominant i on les diferents onades migratòries s’hi han anat superposant en capes. Un barri tradicionalment «conflictiu» pel seu caràcter marginal, i on avui en dia es mira els últims nouvinguts com a culpables de ves a saber què. No és gens senzill trobar un encaix personal en aquest marasme, és difícil saber on pertanys exactament. Dins del barri et sents incòmode perquè mai has format part del seu autèntic substrat. Fora d’ell tampoc aconsegueixes ubicar-te enlloc. Crec que Pérez de Andujar, tot i que amb les lògiques diferències de les circumstàncies personals, planteja molt bé aquesta dicotomia. I també moltes altres coses que se’t queden gravades per sempre. El propi autor, en una visita recent a la llibreria Robafaves de Mataró, va dir: «Escric des de la perifèria, però no es tracta d’una perifèria entesa tan sols respecte a Barcelona, sinó respecte al poder, que es troba en el centre i que jo entenc com l’enemic». Pérez de Andújar és molt gran i aquest és un llibre imprescindible.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Previous Story

Premio de Lectura Literaria. Selección

Next Story

«Trilogía de la Ocupación», de Patrick Modiano

Latest from Reseñas