Visiones de Asia. Vasili Golovánov
Traducción de Ricardo San Vicente
Minúscula (Barcelona, 2010)
Vista en el mapa, Europa no es más que una penÃnsula de Asia. TÃmida protuberancia que brota de una descomunal masa de llanuras, estepa, taiga y cordilleras. De este lado de los Urales, la magnificencia del gran continente siempre nos ha causado exactas dosis de fascinación e incógnita. Deseamos horadarla, hundirnos en sus entrañas con el mismo ardor que hace miles de años. Pero la cortina Ural es algo más que una mera divisoria de aguas. En estas latitudes rige la lógica. En aquella, los sentidos. Aquà nos moldeó el racionalismo. AllÃ, la intuición. Reconciliar dos cosmovisiones tan disÃmiles ha sido empresa perdida incluso para los dos conquistadores más grandes de la historia: Alejandro y su sueño del eurasismo, fagocitado por el hechizo del que fuera vÃctima cuando penetró en las tripas de la estepa; y Gengis Khan y sus ansias de forjar un imperio blanco y amarillo, aunque al final regresó a casa sin explicación aparente, cuando estaba en la cúspide de su afán totalizador.
Quién mejor que un ruso para que nos hable de esa dualidad. La gran Rusia, ávida de tierras y recursos naturales, consiguió en la última centuria lo que ni Alejandro ni Gengis Khan pudieron: extenderse hasta los confines del globo a fuerza de hierro caliente y voracidad por el carbón. Asà sometieron pueblos, aniquilaron culturas, aplicaron el rasero a todo lo que se cruzara en el camino del Ejército Rojo. ¿Pero realmente sometieron e igualaron? ¿Fueron los rusos capaces de explorar la médula de la concepción asiática? ¿Es Rusia un ejemplo de aquel eurasismo alejandrino? Vasili Golovánov busca responderse a estas cuestiones con Visiones de Asia, un enfoque curioso y sencillo, pero no menos revelador, sobre este “sÃndrome de los Montes Uralesâ€.
Visiones de Asia se compone de dos relatos. El primero, Visión de Asia, es un compendio –a mitad de camino entre la crónica de viajes y el ensayo– de varias narraciones sobre los sucesos experimentados por cinco viajeros rusos, encargados de preparar un itinerario turÃstico por la República de Tuvá a un grupo de jubilados norteamericanos ávidos de experiencias chamánicas. El segundo relato se titula Las conversiones de Alejandro, sucinta reflexión sobre la inmensa figura del macedonio eterno, y cómo alguien tan poderoso, viril, soberbio estratega, también sucumbió a los influjos de la vieja Asia.
Como una “última Thuleâ€, la República de Tuvá reclama ser el exacto centro geográfico de Asia. Y ergo, del mundo. Entidad cuasi independiente de la Federación Rusa, allà el chamanismo es aún moneda corriente, los fenómenos naturales se siguen explicando con saberes ancestrales y el concepto de espiritualidad no se circunscribe a una ceremonia, sino que invade cualquier actividad cotidiana. En búsqueda de chamanes nómadas que se dejen entrevistar, el narrador reflexiona sobre la cosmovisión griega de Alejandro cuando trató de alcanzar estas tierras, donde “se habÃa dado cuerda a la historia de la humanidadâ€. Desde Tuvá partieron los pueblos que los europeos llamaron “bárbarosâ€: Gengis Khan y sus huestes llegaron a los lÃmites de su mundo conocido, pero de pronto y sin causa aparente se replegaron y volvieron al terruño del cual habÃan partido, sin haber construido ciudades ni esparcido su acervo cultural. Cientos de años después, en plena expansión nazi y comunista, la mÃtica tierra de Shambala (o Shangri-la) estuvo en el punto de mira del barón von Ungern, un curioso y a la vez cruel personaje de origen ruso-alemán, dispuesto a emular las hazañas del antiguo Khan para crear un imperio inexpugnable en Asia Central. Su acción y sus tropas se vieron legitimadas cuando fue declarado “dios de la guerra†por una chamana tuvina. Pero la voracidad de von Ungern también acabó feneciendo ante tanta magnificencia, ante tanto paisaje natural y humano. La lección es clara: nunca se podrá conquistar Asia enarbolando una cosmogonÃa europea.
¿Y qué decir de Alejandro? Las ocupaciones emprendidas miles de años atrás por el Magno borraron de un plumazo el concepto de inexpugnabilidad de Asia. Por primera vez en la historia la puerta era abierta. En un mundo sin mapas, sin lÃmites precisos, llegar tan lejos significaba haber conquistado el mundo entero. Eso sintió Alejandro cuando alcanzó la ribera del mar Caspio. Ante sus ojos y los de sus huestes se desvelaba Asia, la inasible, una multiplicación de paisajes, de pueblos, puentes, ciudades y riadas. Demasiada realidad en comparación a la pequeñez mediterránea. Llegar tan lejos fue un punto de no retorno a su Grecia, él debÃa continuar hasta hallar el borde del mundo y cristalizar asà la idea de haberlo conquistado. Deseó Asia tanto como le temió, por eso se quedó en las puertas de su triunfo definitivo. Una vez llegado a lo que creyó el lÃmite, fue consciente de que lo perdido era más que lo ganado: tras años de campaña, sus tropas adoptaron las costumbres de los pueblos conquistados. Y él también. Asia no ataca con artillerÃa pesada, sino que recita suaves poemas al oÃdo hasta hipnotizar. Alejandro fue el primer occidental en comprobarlo. Y de esa forma, un imperio que habÃa llegado hasta la misma India, tras la muerte de Alejandro se desvaneció de un soplido.
Visiones de Asia es una atractiva reflexión sobre la reluctancia de dos universos enfrentados. Fusionar dioses, combinar culturas, parece estar condenado a ser una viaje sin puerto de llegada. Asà construimos lo que hoy, una alquimia superflua, sólo conciliada en la epidermis. Pero las vÃsceras de uno y otro mundo siguen siendo, hasta nuestros dÃas, dos entidades irreconciliables.
Sobre el autor
Vasili Golovánov es un escritor y periodista moscovita nacido en 1960. Se define a sà mismo como “geógrafo metafÃsicoâ€. Colabora en diversas revistas, entre las que destacan Vokrug Sveta o Stolitsa. Galardonado con el premio Laure Bataillon por la obra Éloge des voyages insensés ou L’île y finalista del Cévennes, se ha consolidado como una de las voces más destacadas y originales de la literatura rusa contemporánea.
Sobre la edición
Minúscula es una editorial barcelonesa cuyas breves dimensiones se condicen con su nombre, aunque su acertado criterio de selección y su empeño en forjar una personalidad sin rimbombancias le han dotado de un espacio reconocible en el panorama actual. A pesar de que varias de su obras adolecen de ciertas erratas tipográficas (algo que si cuidara con más tino sus ediciones rayarÃan lo perfecto), Minúscula pone el acento en aquellas voces no tan atendidas por estos lares, como literatura en lengua alemana del siglo XX que no ha tenido una merecida difusión –a través de la colección Alexanderplatz–. O bien relatos que proporcionan nuevas perspectivas espacio-temporales y se desarrollan en territorios evocadores, inexplorados o incluso inexistentes –con su colección Paisajes narrado, de la que forma parte Visiones de Asia–. De esta colección destacan, además, GuÃa de Mongolia, de Svetislav Basara, y Capri, de Alberto Savinio.
Franco Chiaravalloti
http://decatisondeteibol.blogspot.com