Mis premios. Thomas Bernhard
Traducción de Miguel Sáez
Alianza (Madrid, 2009)
Pertenecer a la legión –pues nuestro número es ingente, y nuestro nombre legión- de rendidos admiradores de Thomas Bernhard tiene una recompensa, aunque de carácter estrictamente privado y de sutil materialización, incalculable: el genial cascarrabias austrÃaco nunca decepciona a sus incondicionales.
“La ministra roncaba, aunque muy suavemente, roncaba, roncaba con el suave ronquido de los ministros, conocido en el mundo enteroâ€.
En conjunto, la obra de Thomas Bernhard pasa por obsesiva y pesimista, es notoria y sobradamente conocida su seriedad, y su carácter agrio hasta la mala educación ha trascendido otras de las muchas cualidades que poseen tanto su prosa como sus obras teatrales, y también su poesÃa.
Mis premios (Meine Preise, 2009) es una recopilación de artÃculos breves –breves en su extensión pero, como siempre, amplios en su mala leche- que escribió el autor relatando la concesión de algunos premios a su labor; es Bernhard puro en un contexto literario que no cultivó con asiduidad, el de los relatos cortos, cuya caracterÃstica más notable es un agudo sentido del humor, a ratos rayano, como siempre en el austrÃaco, del más crudo cinismo.
AsÃ, la devolución de un traje que habÃa comprado para recibir un premio, y que resulta que le quedaba estrecho, le hace exclamar:
“Quien compre el traje que acabo de devolver no sabrá que ha estado ya en la entrega del Premio Grillparzer de la Academia de Ciencias de Viena.â€
El recuerdo de un colega de baraja le hace reflexionar sobre el paso del tiempo:
“… el expolicÃa Immervoll… venÃa a diario a mi cuarto para jugar conmigo a las veintiuna, él ganaba y yo perdÃa, durante semanas ganó él y yo perdÃ, hasta que él se murió y yo no.â€
La refrectariedad de la pompa y el boato de la alta sociedad austrÃaca tampoco sale indemne:
“CorrÃa peligro de asfixiarme en la atmósfera de aquella sala. Todo estaba lleno de sudor y dignidad.â€
Un traje estrecho que echa a perder una ceremonia; el kilométrico nombre de un premio que procura dar por el tÃtulo correcto entero; el que le permite adquirir una neblinosa ruina perdida en un impenetrable bosque; el que recoge para comprar inmediatamente un Triumph Herald
“… ahora tenÃa que ir precisamente a ese Ministerio y dejar que precisamente aquella gente a la que detestaba profundamente me colgara un premio que detestabaâ€;
el portazo de un Ministro ante su mala educación; el que usa para cambiar las contraventanas de su casa
“El ser humano debe aceptar el dinero siempre que se le ofrece sin titubear nunca por el cómo y el de dónde, todas esas consideraciones no eran siempre más que pura hipocresÃaâ€:
la reflexión, incluso, de que lo mejor es no dejarse homenajear. Incluso un premio al aprendiz de comercio Bernhard y un discurso que no tuvo lugar…
“No debemos desahogarnos siempre con nuestros grandes ni imputarles con toda vehemencia y griterÃo nuestra miserable existencia y desamparoâ€.
Completan el volumen los discursos pronunciados por Bernhard en las ceremonias de entrega. Se trata de piezas cortas, concisas, concluyentes, que dan una idea presumiblemente fiel del Bernhard más próximo, más humano, aunque éste no esté, realmente, tan lejos de los obsesivos protagonistas a los que nos tienen acostumbrados sus obras.
Joan Flores Constans
http://jediscequejensens.blogspot.com/
Bernhard encabeza la legión. Como lector admirado de Bernhard le doy las gracias por traer Mis premios a este espacio. Abrazos.
[…] algunas marañas que son sólo asociaciones. Pero esta sucedió porque le eché un vistazo a Mis Premios, de Bernhard, un libro póstumo para decir que ganar premios literarios es de pobres, que los […]
[…] lo que al oÃdo puede acabar siendo una tal MarÃa Seijo) en la actitud de su admirado Thomas Bernhard para con los premios en general, y los estatales en particular. Puede que no exista un autor […]