Saskia Sassen en Barcelona | Foto: CCCB/Glòria Solsona

Sassen: «La clase media es actor histórico de la revolución»

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Saskia Sassen en Barcelona | Foto: CCCB/Glòria Solsona
Saskia Sassen en Barcelona | Foto: CCCB/Glòria Solsona

El célebre libro de Saskia Sassen La Ciudad global: Nueva York, Londres, Tokio descubrió al mundo que la globalización tiene geografía, actores y luchas por el poder; que la inversión extranjera destruye economías tradicionales y fomenta la desigualdad, y que los Estados viven un periodo de desnacionalización en el que políticos, bancos, universidades, e infraestructuras facilitan la globalización. Su análisis le valió en 2013 el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Ahora, la editorial Katz publica en castellano Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global, brillante análisis que pone al descubierto los efectos devastadores de las formas extremas de un capitalismo global.

Me encuentro con Saskia Sassen en el CCCB, donde ha ofrecido una conferencia en el marco del debate Tomar la palabra. Está animada. Hace apenas unos días Syriza ha ganado las elecciones y eso le hace pensar que algo está cambiando. El monstruo neoliberal está exhausto, me explica, y tiene la impresión “como si hubiéramos pasado al otro lado de algo”.

Ayúdeme a definir el contexto actual.
Creo que algo se ha revelado en las últimas semanas, que vivimos un momento en que se están empezando a mostrar elementos de posibilidad, algo que hasta hace poco era completamente invisible como opción, o se veía como una especie de utopía de la que se decía que no había que molestarse en hablar. Además de Syriza, hay otro elemento a considerar, el hecho de que Mark Carney, anterior gobernador del Banco Central de Canadá y actual gobernador de la Banca de Inglaterra declarara hace unos días que “el programa europeo de austeridad ha fallado”. ¡El gobernador de una de las bancas centrales más importantes del mundo está diciendo que las políticas diseñadas por la Banca Central Europea, el gobierno alemán y el FMI para recuperarnos de la crisis no funcionan!

En la última cita de Davos se ha hablado de desigualdad…
Ese es otro elemento de revelación importante. En la década de los 90, con la entrada del nuevo neoliberalismo, Davos hace la labor cultural de persuadir a todas las élites gubernamentales, mediáticas y empresariales de que desregular y privatizar la economía es la manera de avanzar, de desarrollarse. Cumplió una función estratégica en esos años para la implementación de una nueva cultura económica y gubernamental. Sin embargo, en los últimos años se viene diciendo que “Davos ya no tiene función” y un cierto tipo de personas con poder político y económico dejan de venir.

¿Y ahora?
Y ahora vemos que en su último encuentro tienen que reconocer la desigualdad porque ya no pueden negarla. Pero, ¡cuidado!, Davos es peligrosa por su trabajo cultural de cambiar las opiniones de los que tienen el poder, lo fue cuando hace ese trabajo cultural de persuadir a las élites de que el neoliberalismo es bueno, y vemos ahora este mismo esfuerzo para domar, por así decir, el tema de la desigualdad. La labor cultural esta vez consiste en desarrollar la noción de que el sistema puede manejar la desigualdad, y por ende no es necesario cambiar el sistema.

¡Le sacan jugo a todo!
La lucha es camuflar y reposicionar la narrativa sobre este sistema que está exhausto, sufre de fatiga y ya no tiene recursos. Este sistema ha extraído lo que podía extraer: se ha producido una redistribución del dinero que ha pasado de estar en manos de la ciudadanía a manos financieras. A través de los impuestos y otras tácticas más elusivas se ha producido una redistribución masiva de dinero hacia el poder financiero. ¡Estados Unidos dio 17 trillones de dólares al sistema financiero y a algunas grandes empresas! En estos cinco años se ha llegado al límite del dinero de la ciudadanía que maneja el Estado a través de los impuestos. ¡Ahora ya no queda nada! Fíjate, la deuda de los Estados se ha triplicado. Nuestros Estados son pobres porque se ha hecho una extraordinariamente mala distribución del dinero en los últimos años. ¡Ha sido un robo!

¿Entonces?
Entonces para mí estamos en ese momento de cambio, un momento que está justo surgiendo. Y el hecho de que Syriza gane, las declaraciones de Carney sobre el fallo de la austeridad… y también de Lagarde, por cierto, ¡es muy interesante!

Definamos. ¿Vivimos tiempos de utopía o de posibilidad?
¡Vivimos tiempos de posibilidad! Por eso Podemos es tan importante. Cuando la gente decía sobre los movimientos de indignados “esto no vale para nada porque no tienen un partido político”, yo ya los respaldaba, yo ya dije “esto es otro tipo de política”. Escribí sobre esto. Ya entonces dije que esto hay que verlo como un momento, un primer paso, dentro de una trayectoria. El hecho de que no tuvieran un partido no era un fallo, esa es la sistematicidad que les ha hecho valiosos, esos esfuerzos… También lo digo sobre Occupy Wall Street en Estados Unidos.

Es un hecho. De la indignación pasaron a la acción política.
Ha debido de haber un debate interno increíble dentro de Podemos en su transformación como partido político. Leí una cosa muy interesante, hay un liderazgo explícito para ganar las elecciones y un liderazgo idealista que entronca con ideas del inicio del 15M, una diferenciación encarnada en dos individuos distintos. Entiendo que han aceptado que necesitan las dos cosas. Uno que se queda en la cosa de movilizar el voto y el otro en la de mantener este idealismo. Yo no sé si ganarán o no, pero me parece interesantísima su organización política. Me refiero a Luis Alegre y a Pablo Iglesias. También está Errejón, claro.

Katz Editores
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¿Cuál es el papel de la clase media en todo esto?
¡Esta es la clave! Para mí este es un tema muy importante. Hay algo irónico en esta encrucijada que emerge y es el hecho de que la clase media se convierte en el actor histórico porque es quien captura la contradicción del sistema de la manera más visible. Es la que más ganó con el estado liberal y es también la que más ha perdido. Creía en el sistema, veía al Estado como su interlocutor. Y ahora se pregunta por qué el Estado le ha fallado tanto. La clase media no hace y no va a hacer una revolución, pero refleja, hace visibles los fallos del sistema y en ese sentido se vuelve un elemento revolucionario.

¿Votar a Podemos será una manera de ejercer la revolución?
¡Exacto! Incluso si Podemos no gana pero tiene una gran representación, esto será un paso enorme. Mira cuando se les criticaba con el 15M. Se les criticaba por no tener discurso, por no tener partido… ¡Pues ya lo tienen! Esta es una historia realmente interesante. Ahora ya es una obligación por parte de los políticos el reconocer la crisis de la clase media.

¿Y qué les recomienda hacer si ganan?
Yo creo que Podemos puede ganar. Y creo que sería algo muy positivo. Porque la política tradicional ya no va, ese es también un tema que yo desarrollo bastante en mi libro Expulsiones. ¿Qué les recomiendo? Redistribuir la economía: el espacio de la economía debe incluir a la máxima variedad de actores económicos, la pequeña empresa de proximidad y la empresa con capacidad de exportación. Tomemos el ejemplo del País Vasco, lo han hecho muy bien, ahí tienen una economía muy distribuida. Entienden el algoritmo. Lo contrario al sistema de Wall Street.

Economía distributiva frente a economía financiera.
Las finanzas no son economía, son un sistema de poder y de extracción. Esos brillantes instrumentos financieros que inventan son para extraer valor, una especia de minería, que una vez hecho el proyecto no queda nada, solo destrucción y ¡claro!, concentración de los beneficios en el tope de la jerarquía. Un elemento crítico que hay que recuperar urgentemente antes de que se desmorone más todavía es la infraestructura para economías que distribuyen los beneficios que generan por todo el país a partir de las distintas regiones. Ustedes tienen tradiciones y conocimiento, por ejemplo en el sector de la alimentación, eso es importantísimo recuperarlo en su plenitud, región por región. Es una fuerza importante que tienen. ¡Úsenla! Fomenten además lo que las nuevas tecnologías permiten: sistemas colaborativos para la producción y la distribución y venta… al mundo. Escuchen lo que la gente tenga que decir y contribuir, esto también lo permiten las nuevas tecnologías. ¡Exploren posibilidades de reconocimiento y valorización!

Saskia Sassen | Foto cedida por Katz Editores
Saskia Sassen | Foto cedida por Katz Editores

En Grecia, Syriza, en España, Podemos, ¿hay algún país más que se suba a la movida?
Matteo Renzi en Italia también ha tomado una posición un poco transversal. Siendo un halcón clave de la Unión Europea, también está ganando mucho reconocimiento si bien está aún muy ligado al poder convencional. De alguna manera, por ahí también Italia… Tengamos en cuenta que Italia y España se parecen, pero Grecia tiene una dimensión diferente. Y hay un elemento clave en el análisis de la situación en Grecia donde coinciden Merkel, el Financial Times y Syriza: Grecia tiene un problema acentuado por su oligarquía, que nunca reinvierte, que extrae y no paga impuestos, que vive en Londres, o sea, ¡un desastre! Pero si sacamos esta cuestión de la oligarquía, Grecia no es un caso único. Todos los países viven en un sistema en crisis. También Alemania, Holanda, Dinamarca… Sí, parece que se recuperan, que una va mejor que otra, pero en todas se produce y reproduce esta sistematicidad de la crisis. Esto lo que explica lo que nunca nos hubiéramos imaginado: que el gobernador de la Banca de Inglaterra dijera que “la austeridad no funciona”.

Ahora en Europa tenemos una preocupación añadida: el terrorismo.
Es importante esto que planteas, la cuestión del terrorismo. Escribí un ensayo sobre ello y la pregunta central es cómo lograr la seguridad. Desde luego, en la gran ciudad la seguridad no se adquiere a través del concepto de una fortaleza y la militarización como hacemos en Estados Unidos, con controles policiales en todas partes. La sistematicidad de la ciudad debe pasar por la incorporación, no por la protección militarizada. Estos dos jóvenes que mataron a los de Charlie Hebdo eran chicos inteligentes, educados, pero se sentían totalmente fuera del sistema y gradualmente se fueron volviendo fanáticos. Si hubieran estado incorporados podrían haber sido críticos del sistema o revolucionarios pero no habrían buscado la salida por las armas, para matar, y acabar muertos. Ahora este tipo de ciudadano fácilmente siente que sólo tiene voz a través de la violencia.

¿Qué propone?
Incorporar. Dar visibilidad. Distribuir. Eliminar esas desigualdades que son profundamente injustas que estamos viendo ahora. Nosotros no somos inocentes de esa violencia que generan. Esa violencia es una respuesta a ese ‘yo no existo, yo soy invisible’. Ahí te vuelves visible.

Violencia para adquirir reconocimiento.
Exactamente. Todos necesitamos ser reconocidos. No es simplemente cuestión de dinero. Lo peor que podemos hacer es transformar nuestras ciudades en fortalezas, tenemos que convertirlas en espacios donde se da ese reconocimiento, ese estar presente el uno al otro. La fortaleza no es la solución, es un desastre. Es verdad que confrontamos una amenaza transversal que es el terrorismo. Pero sigo creyendo que si hacemos lo de Estados Unidos que es militarizar el espacio urbano -¡Bagdad!-, todo empeorará. Estados Unidos entró en Irak con sus aviones y le llevó solo seis semanas lograr lo que creyeron era la victoria. Pero esta guerra con Irak es la más larga que jamás ha tenido. Esta es una guerra asimétrica, no tiene fin.

Eso en su política exterior, ¿cómo se manifiesta todo esto puertas adentro de Estados Unidos?
Un ejemplo específico quizás pueda ilustrar el caso extremo: la matanza de ciudadanos americanos por parte de la policía. Las estadísticas de 2014 muestran que la policía alemana mató a 8 personas en el país, lo cual generó una enorme indignación en Alemania. En Francia no se mató a nadie. En Estados Unidos la policía ha matado a más de 600 personas, la gran mayoría afroamericanos. ¡Estados Unidos tiene un sistema profundamente abusivo! Se produce un abuso extraordinario del poder. Es un caso extremo en diversos dominios, por ejemplo, en el caso de las hipotecas para hogares modestos: el sistema financiero inventó un instrumento muy complejo que les permitió generar hipotecas muy modestas sin muchas, o ningunas condiciones por los primeros 5 años. El objetivo no era facilitar la adquisición de viviendas por parte de familias con pocos recursos sino generar plusvalía para los altos sectores financieros. Estas familias fueron usadas, se abusó de ellas. ¡Hoy hay cerca de 30 millones de individuos expulsados de sus casas en Estados Unidos! Esto también pasa en otros países: últimamente, en Alemania cada año unas 80.000 personas pierden sus viviendas. Son historias invisibles. Y ninguno de esos grandes banqueros ha ido a la cárcel.

Estados Unidos no es un referente virtuoso, tampoco Venezuela lo es…
Venezuela ha perdido mucho terreno. Las ilusiones que tenían algunos, yo entre ellos, de un proyecto nacional bajo Chávez de incorporación de los desfavorecidos, quedó truncado con su muerte. Algo bueno paso: se incorporó y se dio voz a la gente pobre. Pero ahora es un desastre.

Escucha la participación de Saskia Sassen en el debate Tomar la palabra:

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Lee aquí la crónica de Albert Lladó sobre la participación de Sassen en el debate.

Saskia Sassen es profesora de Sociología de la Cátedra Robert S. Lynd y Presidente, del Comité de Pensamiento Global de la Universidad de Columbia (www.saskiasassen.com). Es autora de varios libros. Entre otros Expulsiones: La brutalidad y la complejidad en la economía global (Katz Editores 2015). Ha recibido diversos premios, múltiples doctor honoris causa, y ha sido elegida una de las Top 100 en diversas listas de Pensadores Globales. Ha sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias 2013 en Ciencias Sociales, y es miembro de la Real Academia de las Ciencias de los Países Bajos.

Berta Ares Yáñez

Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.

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