Tablas de carnicero. Nuria Ruiz de Viñaspre
Luces de Gálibo (Málaga, 2010)
PoesÃa dura, poesÃa en estado puro, poesÃa en cuchillo afilado, en el borde, visceral, poesÃa que se lee y se siente en la punta de los dedos, poesÃa que hiere, poesÃa nada complaciente la que nos trae Nuria Ruiz de Viñaspre en estas Tablas de carnicero. PoesÃa que viene a vestir una moralidad moderna en torno al tratamiento de los animales y aún más exactamente y, a manera de espejo, de nuestro propio comportamiento hacia la muerte indiscriminada de nuestro congéneres.
En la actualidad, la guillotina nos produce auténtico terror y nos estremece su visión; en cambio, cuando se inventó, en aquellos años de la Revolución Francesa, era un sistema humanitario para ejecutar a los reos, pues el hachazo en el cuello se convertÃa siempre un engorro sangriento: no todos los verdugos tenÃan la suficiente fuerza como para decapitar de un solo golpe; de igual manera es posible que en el futuro el hecho de matar animales, aunque sea de la forma más humanitaria posible –recordemos que la PolÃtica Agraria Común de la Unión Europea hace cada dÃa más hincapié en el gran eufemismo del “bienestar animalâ€-, para comer su carne sea visto con igual horror. Tablas de carnicero nos habla de reses y de reos:
(…) Mientras tu cuello vivo se aferraba / al resto de tu desesperado cuerpo.
Pág. 27
El rumiante, el animal pacÃfico que pasta tranquilamente en prados idÃlico, no sospecha su terrible destino a manos del matarife primero, y después sobre las tablas de los carniceros. Este libro arma una poesÃa que coge por la gónadas algo aparentemente sin poesÃa para convertirlo en materia de creación y reflexión, derrumbando meritoriamente las fronteras de lo poético, de lo correctamente y modernamente poético. Mientras tanto, la animalidad doméstica, la deshumanización con la que se crÃan los animales actualmente, -mecanizadas las granjas, cosificadas las vacas, los cerdos, las gallinas- no altera nuestra forma de comer y vivir:
(…) quiero comerme una vaca / y ser deseable y respetada a todo ojo.
Pág. 55
Tablas de carnicero convierte a la vaca en sÃmbolo del descarnado mundo actual. Pero, ¿de qué habla Nuria realmente cuándo habla de reses? está claro que los animales a lo largo de la literatura universal han jugado un papel muy determinado (recordemos, por poner un par de ejemplos, el famoso poema de Joan Maragall La vaca ciega, o la Rebelión en la granja de Geoge Orwell, y en las artes visuales cabe destacar las reses abiertas en canal y colgadas de ganchos que tan terriblemente nos dejó pintadas Francis Bacon); ciertamente, la humanización de los animales más que nuestra propia animalidad, nos representa a nosotros mismos en la tragedia del vivir y morir como única verdad o crueldad de la existencia.
Y, por supuesto, en ningún paÃs como el nuestro, donde el toro de lidia se ha convertido en pin, pegatina, representación de fuerza y españolidad, hablar de vacas es tomar la visión del débil, del oculto, del inocente, del muerto de hambre que vemos en la tele mientras nos comemos tranquilamente un chuletón y ante el que no nos inmutamos y seguimos comiendo. Nuria no es neutral, su poesÃa toma posición moral clara –en ningún caso dogmática- y nos acecha para que nosotros, lectores, también la tomemos. PoesÃa necesaria.
AgustÃn Calvo Galán
http://visualpoetry.blog.com.es/
No leà el libro de Nuria, pero me recuerda las imágenes de la pelÃcula National Fast Food, terrible, fuerte, y me quedo sin calificativos.