«Belfondo», de Jenn Díaz

Belfondo. Jenn Díaz
Principal de los Libros (Barcelona, 2011)

Belfondo es una pecera. Un pueblo creado por un cacique haciendo uso de sus tierras. Hasta él han llegado sus pobladores para comenzar una nueva vida, para huir del pasado o para asentarse definitivamente en un lugar donde el amo les proporcione trabajo, comida y cama. Evitando el exterior, el propietario del pueblo hará de él el único espacio que realmente vale la pena, el verdadero. A pesar de las experiencias que algunos belfondinos han tenido en el exterior, siempre acaban regresando. Con el paso del tiempo, cada uno ha ocupado su lugar. Arcadio, como maestro que enseña a todos menos a Otile, su esposa, a leer y a escribir. Horacio, el enterrador poeta, que se dedica a escribir epitafios en vida. Sontano, el cura invidente que recibe a Dios sin saber que éste es, en realidad, la mujer del amo. Beremunda, la prostituta que desconoce la familiar identidad de uno de sus clientes. Los empleados de la fábrica, muchos de ellos niños, que callan sus secretos. O la mujer del maestro que, sin saber leer, intentará interpretar el texto de una carta que, sospecha, es amorosa. Todos forman parte del microclima de Belfondo y actúan a espaldas del amo, curiosos por las vidas de sus vecinos, mezclándose atraídos por el deseo y el remolino de los sentimientos, inocentes y salvajes, pero con la inquietud y la necesidad de saber qué hay más allá de los límites del pueblo.

Belfondo, el libro, es un árbol que va creciendo a medida que los personajes surgen y se pasean por las diferentes historias. Relato de relatos, casa repleta de habitaciones comunicadas entre sí, página compuesta por infinidad de hipervínculos, tronco que se eleva y del que van naciendo ramas que se escapan distanciándose de la raíz, brotando de ellas las hojas que acabarán soltándose libres, como desearían soltarse los personajes que viven en la novela para poblar otras páginas, otros árboles, otras casas. Cada historia de Belfondo nos hace caminar por diferentes senderos en los que deberemos estar atentos, pues la travesía no es segura y la lectura podrá traernos cualquier cosa inesperada.

Sorprende de Jenn Díaz su atrevimiento, su tremenda capacidad narrativa, su madurez de veintidós años, la desvergüenza con la que se presenta ante nosotros para abofetearnos y exclamar: “¡Eh! ¡Escribir es esto!”. Díaz teje su obra sin manías, moldeando las frases para ser declamadas a la vieja usanza. Háganlo y se darán cuenta de que cualquier narrador oral podría trabajar con el texto sin cambiar ni una coma, de la misma manera que Beremunda cuenta sus historias sobre clientes de otros pueblos. Belfondo es un milagro, pues no merece otro calificativo aquello que consigue obnubilarnos y, en contra de lo que algunos dicen, confirmarnos que la novela no ha muerto. Con creadores como ella, su supervivencia está asegurada.

José A. Muñoz

Belfondo, de Jenn Díaz, sale a la venta el próximo 7 de marzo publicado por Principal de los Libros

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

4 Comentarios

  1. Amigos de Revista de Letras:
    os escribo por aquí pues no encuentro un contacto con la publicación más directo.
    Dos preguntas:

    * ¿Qué diferencia establecéis entre Reseña y Crítica?
    * ¿Hay alguna razón por la que aparecen tan pocas autoras reseñadas / criticadas / entrevistadas?

    Saludos cordiales de esta lectora encantada con Revista de Letras.

  2. Saludos, Martina.

    «Reseña» y «Crítica» son dos conceptos confusos, a veces, ya que existe también la «Reseña crítica», que es el caso en el que nos encontramos más a menudo en RdL. En principio, la reseña se entiende como un texto meramente informativo, mientras que la crítica incorpora la opinión del redactor respecto de la obra. El incluirlo en una u otra sección dependerá, y a veces te prometo que resulta difícil, del contenido del texto. Si vemos más peso en la opinión, va directamente a crítica. Si el redactor se decanta por informar del libro con algún apunte personal o presenta un texto elaborado o literario, lo incluímos en reseñas. Y existen casos en los que nos lo jugamos a cara o cruz. Lo complejo es que en RdL escribimos únicamente de libros que hemos leído, por lo que no es fácil que escribamos una reseña informativa, sin más, con cuatro datos sobre la obra. Lo más similar vendría a ser el apartado de «Primeros capítulos», en el que reproducimos la información facilitada por la editorial.

    Respecto a la representación de escritoras (¿es casualidad que la pregunta surja hoy?), te aseguro que no es un problema nuestro. Nos atenemos a la disponibilidad que nos ofrecen las editoriales, tanto de libros como de autoras a las que entrevistar, así como del tiempo del que disponemos, que no es mucho. Ya habíamos percibido ese déficit, que es, por supuesto, casual, y precisamente en los próximos días, por aquellas cosas de las promociones y el hecho de que han salido muchas novedades escritas por mujeres, creo que la presencia masculina va a ser algo escasa en RdL. Deseamos que eso no implique quejas por parte de los hombres que nos leen y acepten de buen grado quedar en un segundo plano. Creemos que valdrá la pena, por cierto. Y será algo que nos llevará a equilibrar la balanza a partir de ahora, aunque, insisto, no es nada personal.

    ¡Gracias por seguirnos!

  3. Pues no, no es una pregunta, la segunda, propia del día de hoy. Más bien me lo pregunto cada vez que entro en RdL. Con la de autoras interesantes que hay…

    De nuevo, saludos.

  4. A veces no es cuestión de calidad, Martina. Nosotros dependemos de la información y del interés de las editoriales hacia sus autoras. Si se da la circunstancia de que la mayoría de los libros o propuestas que nos llegan son de escritores masculinos, es lo que hay. Sabemos que hay más escritoras que escritores, pero son los editores los que deciden qué quieren difundir y qué no. No determinamos el sexo de los autores que aparecen, eso te lo aseguro. Y no entramos en discursos sexistas, vengan de un género o de otro, ya que es tan discriminatorio el del lado masculino como el que pueda venir del femenino, de igual manera que, y esto es a título personal, no apoyo la idea de «literatura femenina» por mucho que se nos quiera vender como tal.

    En cualquier caso, si repasas la prensa diaria o las revistas literarias, verás que esta situación no es un hecho aislado que nos afecte a nosotros como publicación digital. En porcentaje, aparecen más escritores que escritoras, aunque sean ellas las que más publican. ¿Es problema de los medios? Lo dudo.

    Saludos.

    (Por si puede servir como dato estadístico, sobre mi mesa de trabajo tengo, en estos momentos, los libros enviados por editoriales en los últimos días, para trabajar las próximas entrevistas y reseñas. 16 están escritos por hombres, 3 por mujeres).

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