La primera parte del volumen es un ajuste de cuentas con la infancia y sus desgracias. El genio de Alcoholes vio la luz en Roma y estuvo ultraprotegido por su madre. En el libro que nos concierne es concebido por la casualidad y su madre, tras muchos dimes y diretes, termina encontrando la estabilidad con un noble parisino que decide ir a Roma para recibir la bendición papal. Quiere que el futuro retoño nazca en Mónaco, pero un despiste les conduce a Múnich, donde la cerveza bávara dará felicidad y anunciará la dicha de Croniamantal, pues ese y no otro será el nombre del poeta dotado de mil talentos que protagoniza la trama, ser a la deriva, solitario a la contra abandonado por muerte y circunstancias por sus progenitores.
Tal valentÃa se confirma en la segunda parte del manuscrito. La llegada al centro del universo cultural del primer Novecientos, con permiso de Viena, direcciona la acción hacia una crÃtica despiadada con la virtud de la burla bien hilvanada para anular determinadas imposiciones. En este sentido son remarcables el episodio del teatro, donde Croniamantal escuchará con sopor los consejos de un cenáculo erudito trasnochado en su decálogo, y el dedicado a la moda, magnÃfico escaparate de uniones contradictorias, fantasÃa, desbordante imaginación y un irreverente estilismo de sombreros pelota, redecillas de ojos de cristal y trajes de sastre con lomos de libros viejos encuadernados en piel de becerro que satirizan lo convencional con suma elegancia, pues como ya anticipamos previamente Apollinaire podÃa plantar cara a lo vetusto al dominar con maestrÃa el legado de la tradición.