Visión de la memoria. Tomas Tranströmer
Traducción: Roberto Mascaró
Nórdica (Madrid, 2012)
El lector consciente y atento es aquel que oferta su silencio, su inteligencia y su voluntad en favor del discurso que el escritor le transmite. Y lo hace como gesto de vÃnculo humano -no en vano todo lector es un ser dotado de cultura-, como entrega y defensa de la comunicación espiritual, como gesto de amistad, como defensa y elogio de la curiosidad…
De ahÃ, también, que nada de lo que el escritor escriba debe tomarse en vano. Ni el autor por respeto hacia ese lector anónimo, ni el lector hacia el discurso humano que se le propone. Y cuando esto es asÃ, cuando el autor vierte en sus escritos lo más propio de su interior después de ejercitar la reflexión con libertad, y cuando el lector hace gala de su disponibilidad generosa e inteligente en favor del discurso que juzga sincero, la comunión que se produce solo puede ser provechosa, honrando en ello esa capacidad espiritual del ser consciente y la premisa necesaria de la curiosidad y, por extensión, de la libertad, el bien más preciado de nuestra individualidad.
Por eso resulta emocionante y sensible el conjunto de este discurso tan breve como intenso donde el poeta trata de transmitirle al lector una parte de su biografÃa, del sentimiento que percibe por este don recibido, y escribe, consciente de los sueños angustiosos que padecÃa por las noches en su adolescencia: “…lo que sucedÃa era demasiado terrible como para mencionarlo. Yo estaba rodeado de fantasmas. Yo mismo era también un fantasma. Ese fantasma iba a la escuela cada mañana y participaba de las lecciones sin revelar su secreto. La escuela se habÃa vuelto un espacio de libertad: allà no habÃa la misma angustia. Era en la vida privada donde aparecÃa. Todo estaba patas arribaâ€. Más tarde escribirá: “Pero terminó. Yo creà que era el Infierno, pero era el Purgatorioâ€.
Creo que han de entenderse estas palabras como un canto a la voluntad propia y a la libertad; es una aproximación a una percepción sensible de la realidad. Es el germen de la poesÃa en su sentido más sincero. Y el lector, como siempre, no estará ajeno a esta enseñanza, a estos sentimientos.
“Mi vida. Cuando pienso estas palabras veo frente a mà un rayo de luz. En una aproximación mayor, el rayo de luz tiene la forma de un cometa, con cabeza y cola. La extremidad más intensa, la cabeza, es la infancia y los años de crecimientoâ€. Es lo que aquà se narra, y el que lee se siente vinculado necesariamente a este ser, a una forma de entender dignamente el destino.
Ricardo MartÃnez
www.ricardomartinez-conde.es