Tu poesÃa está Ãntimamente ligada a tu biografÃa. Nacà a las tres semanas de subir Hitler al poder, y un dÃa antes de la quema del Reichstag. Yo debÃa llamarme Jacobo, porque mi abuelo murió estando mi madre embarazada y entre los askenazÃes se da el nombre de los fallecidos, pero no era momento de llevar un nombre que sonara a judÃo, y me pusieron Helmut–Jacques, más disimulado. Vivà en Viena hasta los 6 años, lugar del que guardo bastantes recuerdos. Mi madre nació en Czernowitz, capital de la Bukovina, que entonces pertenecÃa al Imperio Austrohúngaro. Por avatares de la Gran Guerra, en 1914 la familia se estableció en Viena. Allà creció, y se consideró vienesa siempre. Mi padre nació en Mágocs (HungrÃa). En un principio se sentÃa más húngaro que judÃo, y se alistó voluntario durante la Gran Guerra. En una de esas batallas, cuando avanzaba con la bayoneta, fue hecho prisionero y estuvo tres años en la Siberia Oriental, cerca del Mar de Japón. Tengo los diarios que escribió desde el primer dÃa que lo hicieron prisionero en 1917, hasta el dÃa en que, repatriado, llegó a Trieste en 1920. El caso es que en el campo de prisioneros mi padre sufrió el antisemitismo de sus compañeros de armas, por lo que, desengañado, se prometió que nunca más vivirÃa en HungrÃa, ni enseñarÃa húngaro a sus hijos. Asà fue, en familia sólo se hablarÃa más adelante el alemán.
Salvasteis la vida gracias a la actuación, desde la Legación de España, del diplomático Ãngel Sanz Briz, y de un aventurero italiano de pasado fascista, Giorgio Perlasca. Ambos salvaron de la deportación a unos 5.200 judÃos, personas que no eran ni de su paÃs ni de su religión. La acción salvadora, difÃcil, arriesgada, a contrapelo de las fuerzas de ocupación, corresponde exclusivamente a la iniciativa y voluntad de estas personas de extraordinaria valÃa humana. Nunca existió una polÃtica franquista generalizada para salvar a judÃos.
La guerra acabó en el verano del 45. Sin embargo no pudimos llegar a España hasta año y medio más tarde. Las fronteras estaban absolutamente cerradas porque en la Europa Central y Occidental habÃa centenares de miles de personas desplazadas. Y cada paÃs se tenÃa que ocupar de personas que no hablaban el idioma, sin posibilidad de ganarse la vida, gente que habÃa salido de campos de prisioneros o de campos de concentración, y otros que no tenÃan adónde volver, o que no querÃan regresar a Polonia o a los demás paÃses del Este. Llegamos finalmente a Barcelona, por avión desde Ginebra, el 7 de enero de 1947, fecha que conmemoramos cada año. Y luego vinieron 7 años muy difÃciles para nosotros, porque la vida familiar era muy conflictiva.
Para entonces ya habÃas publicado tu Tesis Doctoral sobre los ricos de espÃritu. Era un largo estudio comparativo de psicologÃas en el campo de la ficción literaria; en el fondo es un estudio del bien. En mi tesis establecà un tipo de personaje literario que nunca antes habÃa sido estudiado conjuntamente: el hombre bueno en su grado máximo, ideal. ExistÃa el caballero andante, el Don Juan, el pÃcaro, pero no el tipo de personaje ‘bueno’ en la narrativa y en el drama, como encontramos en el prÃncipe Mishkin, de El idiota de Fiódor Dostoievski, o en Don Quijote, que por cierto fue modelo para El Idiota. Los tiempos nunca han estado para los ricos de espÃritu, siempre se les ha tenido un poco por locos, de ahà que al prÃncipe Mishkin lo llamen ‘pobre de espÃritu’. La sociedad, incapaz de comprender a estos seres excepcionales, los desprecia.
Quiero añadir que creo en el individuo y no creo en la colectividad. La colectividad es necesaria porque somos seres sociales y nos necesitamos, pero es la que se deja llevar luego a la violencia, a la guerra. No soporto ver a la gente que marcha en uniforme y obedece órdenes ciegamente. El mal existe en todas partes, desde los pueblos más primitivos hasta los más civilizados, y casi siempre se activa cuando el individuo renuncia a pensar y se deja llevar por unas ideas o unas tendencias impuestas desde arriba. El caldo de cultivo son los nacionalismos, las crisis económicas, el pensamiento único, el querer imponerse a los demás. Y anota esto: si algo hemos aprendido del siglo XX es que la cultura no es ninguna salvaguardia contra la barbarie.
Periodista e investigadora cultural. Doctora en Humanidades. Alma Mater: Universidad Pompeu Fabra.
9 Comentarios
HOLA
Me ha gustado la entrevista, Berta. Desconozco la labor de Jaime Vandor, pero dan ganas de acercarse a ella. Mientras leÃa, me he acordado del «libor» de Rosa Sala Rose, «La penúltima frontera. Fugitivos del nazismo en España». Ahà hay varias historias de aquellos que querÃan salvar su vida alcanzando esta penúltima frontera. Lo publicó Global rhythm.
(He dejado la errata de libor por libro, por su cercanÃa a labor. Uno no debe dejar de ser un poco niño).
Un abrazo
[…] Entrevista publicada en Revista de Letras (23 de septiembre de […]
[…] Jaime Vándor: “La cultura no es ninguna salvaguardia contra la barbarie†[…]
[…] de Letras: “La cultura no es ninguna salvaguardia contra la barbarie” por Berta AresLa Nueva España: «El Holocausto nos enseñó cosas terribles que no sabÃamos […]
Me gusta la entrevista, fue mi vecino, conozco a su familia, y de lo poco que se, que sabemos, era muy amable, y educado.
HOLA
Me ha gustado la entrevista, Berta. Desconozco la labor de Jaime Vandor, pero dan ganas de acercarse a ella. Mientras leÃa, me he acordado del «libor» de Rosa Sala Rose, «La penúltima frontera. Fugitivos del nazismo en España». Ahà hay varias historias de aquellos que querÃan salvar su vida alcanzando esta penúltima frontera. Lo publicó Global rhythm.
(He dejado la errata de libor por libro, por su cercanÃa a labor. Uno no debe dejar de ser un poco niño).
Un abrazo
[…] Noticia completa (Revista de letras). […]
Muchas gracias, Rubén.
Tomo la referencia, y la comparto con J. Vándor.
Estoy de acuerdo con tu apreciación. Sin el niño sólo habrÃa sentido común, el menos sensorial de los sentidos.
Un abrazo,
Berta
Mestre Carles Duarte, El idiota, Fiódor Dostoievski, em va agradar molt. Grà cies per compartir!
He leÃdo la entrevista a Jaime Vandor con átención y respeto. Siempre que le leo aprendo cosas y me hago mejor. Su caracter, respetuoso y amable con todos, y el estar siempre dispuesto a atender y enseñar a quien se lo requiera, le convierten en el hombre grande y bueno que es. Lo que él dice deberÃa ser enseñado en la escuela. Lo que él relata no deberÃa olvidarse nunca; lo que él ha vivido no deberÃa volver a ocurrir jamás.
MarÃa José
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Me gusta la entrevista, fue mi vecino, conozco a su familia, y de lo poco que se, que sabemos, era muy amable, y educado.