Los escritores Teju Cole y Enrique Vila-Matas han coincidido en Barcelona, en una conversación moderada por el periodista Jordi Nopca, dentro de la programación continua del festival Kosmopolis, en el Centre de Cultura Contemporà nia de Barcelona.
Ambos autores hablaron de sus últimas novelas en la primera edición de Diálogos de Sant Jordi. Mientras Vila-Matas ha publicado Mac y su contratiempo, Cole, el escritor nigeriano residente en Nueva York, presentaba en la capital catalana Cada dÃa es el ladrón.
La idea de viaje, de caminar sin un rumbo predeterminado, está estrechamente relacionada con la escritura en los dos escritores. Para Teju Cole, que anteriormente habÃa publicado en castellano Ciudad abierta, «caminar es respirar, es como escribir. Tiene que ver con el ritmo de los pasosâ€. Vila-Matas insistió en que, además, hay que hacerlo solo. Abrirse al asombro. Ir dibujando una suerte de puntos imprevistos que luego se pueden conectar en forma de constelaciones.
Vila-Matas, irónico, sostiene que caminar es la última actividad anticapitalista ya que, de momento, aún no hay mercado para ello. Ni tasa de consumo. Además reconoció que él lo que pretendÃa hacer al principio de su carrera era cine, pero que pronto se dio cuenta de que no encontrarÃa productor para el tipo de pelÃculas que querÃa realizar. “Por eso escriboâ€, sostiene. Por eso es un escritor errante, también.
“Escribo sobre personajes que pasean porque no sé conducir y me gusta descubrir las ciudades a pieâ€, añadió Teju Cole. Y es que una novela como Ciudad abierta está repleta de instantáneas que, después del 11-S, sirven de testigo y testimonio del paso del tiempo en la ciudad en la que reside. De “hilo de conscienciaâ€, como le llamará.
Hay una idea de conectarlo todo con los pasos, sumada a una idea de ritmo al caminar, que impregna la prosa del nigeriano. Sólo caminado uno descubre algunas huellas, algunas heridas, que la ciudad se ha empeñado en ir escondiendo. Cole nos recuerda que antes de la construcción de las Torres Gemelas también habÃa ciudad allÃ, unas callejuelas que desaparecieron para siempre.
El carácter fantasmal de esas ruinas de la ciudad es lo que, a la vez, conecta a ambos autores con Joyce. «Dublineses es mi mayor referenciaâ€, afirmó Teju Cole. Por su parte, el barcelonés, que en 2010 tuvo un gran éxito con Dublinesca, recuerda que “todo en realidad pasa en la cabezaâ€. El desplazamiento, la escritura errante, es fÃsica pero, sobre todo, mental. El lugar por el que camina el escritor es, siempre, la novela misma, y su juego de ausencias.
La poesÃa, aunque ninguno de los dos la cultiva, es fundamental en sus lecturas. “Es una forma radical de intimidadâ€, según Cole, que bebe de tradiciones tan diversas como la africana o la alemana.
En el siglo en el que nos ha tocado caminar y leer, con la aceleración a la que estamos sometidos, incluso los arquitectos sobreviven a sus propios edificios. La metáfora es tan elocuente como aterradora. Vila-Matas, acudiendo al poema El cisne de Baudelaire, nos dice que “sobrevivir a la ciudad de tu juventud es sorprendenteâ€. El poema, incluido en 1861 en Las flores del mal, y aunque se refiere a ParÃs, parece conversar, ahora y aquÃ, con los dos autores:
Ha fecundado de pronto mi memoria fértil, Cuando yo atravesaba el nuevo carrusel. El viejo ParÃs terminó (la forma de una ciudad cambia más rápido, ¡ah!, que el corazón de un mortal). … ¡ParÃs cambia! ¡Pero, nada en mi melancolÃa Se ha movido! palacios nuevos, andamiajes, bloques, Viejos arrabales, todo para mà se vuelve alegorÃa, Y mis caros recuerdos son más pesados que rocas.