La inteligencia del narrador en la construcción de su artefacto genera un endiablado torbellino de voces y cronologÃas que van encajando a medida que el relato avanza. Parece como si Aguirre quisiera jugar con nuestra duda hasta despejarla para acto seguido apretar un botón y trasladarnos otra vez a la incertidumbre, placentera porque demuestra lo bien articulado que está el cuadro cubista en su facetado de grupo de familia posmoderno, ejecutor y cautivo de una ciudad, más real que la vida misma, sumida en la absoluta decadencia, isla de lo castizo y lo moderno perdida en un bucle de si misma que la erige en protagonista que flota en la atmósfera, sopor rutinario que padecen todos y cada uno los personajes de esta novela con evidentes tintes autobiográficos, clásico Bildunsgroman donde el contexto parece beber noventas y dos miles, o al menos parte de ciertos escenarios muy mascados en la cultura post-adolescente, como si ahora la iniciación, y en parte es asÃ, fuera un rutilante y cansino vagar entre camas, drogas, alcoholes y disc-jockeys, corifeos de una danza macabra marcada con fichas de azar y ligeros retales de autoconciencia. Madrid-BerlÃn.
Hombre, Sr. Coromillas, no seja de ser sorprendente que denuncie las carencias juveniles del escritor y se arranque con una frase interminable, ininteligible y desastrosamente escrita como la que sigue:
«Parece como si Aguirre quisiera jugar con nuestra duda hasta despejarla para acto seguido apretar un botón y trasladarnos otra vez a la incertidumbre, placentera porque demuestra lo bien articulado que está el cuadro cubista en su facetado de grupo de familia posmoderno, ejecutor y cautivo de una ciudad, más real que la vida misma, sumida en la absoluta decadencia, isla de lo castizo y lo moderno perdida en un bucle de si misma que la erige en protagonista que flota en la atmosfera, sopor rutinario que padecen todos y cada uno los personajes de esta novela con evidentes tintes autobiográficos, clásico Bildunsgroman donde el contexto parece beber noventas y dos miles, o al menos parte de ciertos escenarios muy mascados en la cultura post-adolescente, como si ahora la iniciación, y en parte es asÃ, fuera un rutilante y cansino vagar entre camas, drogas, alcoholes y disc-jockeys, corifeos de una danza macabra marcada con fichas de azar y ligeros retales de autoconciencia. Madrid-BerlÃn.»
¿Y la puntuación¿ ¿Y la concisión expresiva? Por no hablar de la idea y el hilvanamiento lógico de los argumentos, que aquÃ, mucho me temo, brillan por su ausencia.
Pues a mi todo esto me mola, y en general me parece divertido. Ando buscando acrósticos o acrónimos (o como sea que se le llame a eso de jugar con las letras) en torno a los nombres de los posteantes a ver si los encuentro entre mis amistades. En cualquier caso gracias a todos. Mola.
Hombre, Sr. Coromillas, no seja de ser sorprendente que denuncie las carencias juveniles del escritor y se arranque con una frase interminable, ininteligible y desastrosamente escrita como la que sigue:
«Parece como si Aguirre quisiera jugar con nuestra duda hasta despejarla para acto seguido apretar un botón y trasladarnos otra vez a la incertidumbre, placentera porque demuestra lo bien articulado que está el cuadro cubista en su facetado de grupo de familia posmoderno, ejecutor y cautivo de una ciudad, más real que la vida misma, sumida en la absoluta decadencia, isla de lo castizo y lo moderno perdida en un bucle de si misma que la erige en protagonista que flota en la atmosfera, sopor rutinario que padecen todos y cada uno los personajes de esta novela con evidentes tintes autobiográficos, clásico Bildunsgroman donde el contexto parece beber noventas y dos miles, o al menos parte de ciertos escenarios muy mascados en la cultura post-adolescente, como si ahora la iniciación, y en parte es asÃ, fuera un rutilante y cansino vagar entre camas, drogas, alcoholes y disc-jockeys, corifeos de una danza macabra marcada con fichas de azar y ligeros retales de autoconciencia. Madrid-BerlÃn.»
¿Y la puntuación¿ ¿Y la concisión expresiva? Por no hablar de la idea y el hilvanamiento lógico de los argumentos, que aquÃ, mucho me temo, brillan por su ausencia.
Sr. Coromillas, a menudo vemos la paja en el ojo ajeno mientras guiñamos el propio. Léase de nuevo la novela, no lo dude, encontrará una obra hermosa. Y luego repase su ortografÃa.
curioso que en un sitio donde cuesta generar debate alguien se arrance con un comentario que pretende ser burlesco y sólo alcanza la categoria de patético,no el artÃculo,el comentario
¿Acaso no ha generado debate el comentario? Si en la página los debates no son demasiado habituales, éste, por lo pronto, parece haberlo conseguido…
En cualquier caso, hablando ya de la crÃtica y, por tanto, del propio libro, no coincido con el Sr. Corominas en varios aspectos. Creo que las “menciones a pilares culturales del autor†no es que sean o no oportunas, sino que son estrictamente necesarias en tanto que complementan determinadas circunstancias del narrador y de los distintos momentos de la trama. Por otra parte, la introducción de digresiones y disertaciones en torno a los personajes, aún siendo un recurso ciertamente bastante usual, creo que Guillermo Aguirre no abusa en ningún momento de él y no me parece ni mucho menos algo a destacar dentro de lo que es, en definitiva, mucho más que una notable novela.
Pues a mi todo esto me mola, y en general me parece divertido. Ando buscando acrósticos o acrónimos (o como sea que se le llame a eso de jugar con las letras) en torno a los nombres de los posteantes a ver si los encuentro entre mis amistades. En cualquier caso gracias a todos. Mola.
Hasta donde yo sé, patético quiere decir lo siguiente: que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes. Desde esta perspectiva, parece que ha sido todo un éxito, el comentario, no el artÃculo.