Asco. José Ãngel Barrueco
Editorial Eutelequia (Madrid, 2011)
Un crucero de lujo por el Adriático y el Egeo… Se supone que es el escenario ideal, según entendemos los occidentales y según nos bombardea la publicidad, para sentirnos felices, relajados y, sobre todo, sofisticados. Tumbados al sol, los pasajeros ven la vida, indudablemente, de otra manera. Quizás unos pocos vean la vida como realmente es…
Asco, la tercera novela de José Ãngel Barrueco (Zamora, 1972), tiene mucho en común con la célebre obra de David Foster Wallace Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. En ambas obras la acción transcurre en un crucero (el mismo barco, de hecho, de nombre Zenith; si bien en el caso del estadounidense se le da el nombre de Nadir); ambas obras miran el universo que les rodea, formado por viajeros, como ellos, con distintos ojos, con ojos desprejuiciados, libres, sobre todo, de la publicidad impuesta por la sociedad consumista, sin duda la forma más agresiva de publicidad conocida. En ambos casos, en especial en la novela de Barrueco, la visión de aquellos pasajeros, que en realidad son una metonimia de la sociedad, produce esa sensación que da tÃtulo al libro y que en muchos casos está entroncada con el “inmenso asco†de Bernhard.
A la vibrante luz del Mediterráneo, en el suave ondular de aquel crucero, Barrueco contempla y nos hace reflexionar sobre el profundo egoÃsmo que invade a nuestra sociedad, al mostrarnos la forma desaforada que tienen los pasajeros de comer y beber sencillamente porque es gratis, de arramplar con las cosas sólo porque las han pagado, de creerse con derecho de pernada para cualquier asunto porque está incluido en el precio que han pagado por ello. Gente que recorre el barco de aquà para allá para amortizar el dinero gastado, que va a visitar monumentos con afán acaparador, que se muestra insensible y despreocupado ante los problemas o sentimientos de otro si no le va a reportar ningún beneficio. El crucero como metáfora de nuestra sociedad de consumo, formada por individuos satisfechos de su mismidad y orgullosos de estar metidos en un barco donde no puede ir cualquiera.
Al leer Asco, de Barrueco, uno se da cuenta de que el escritor ha hallado en el crucero un sÃmbolo de la mayor eficacia, un ejemplo altamente significativo para dibujar, con ánimo crÃtico, la sociedad de nuestros dÃas. La mejor literatura es, sin duda, la que se plantea problemas, no la que busca evadirse de ellos, y una buena forma –quizás la mejor, desde el punto de vista literario- de plantear esos problemas es dibujarlos en forma de ficción, o en forma de crónica. De una manera, en cualquier caso, que provoque la reflexión en el lector, que de eso se trata cuando hablamos de buenos libros.
Miguel Baquero
El mundo es oblongo