Cartas del verano de 1926. Marina Tsvietáieva,
Boris Pasternak, Rainer MarÃa Rilke
Edición e introducción de KonstantÃn Azadovski,
Evgueni Pasternak y Elena Pasternak
Traducción de Selma Ancira, Adan Kovacsics
y Francisco Segovia
Minúscula (Barcelona, 2012)
La literatura epistolar podrÃamos decir que no es literatura sensu stricto, pero es necesariamente literatura en la medida que es testimonio escrito. Es, por otra parte, un testimonio necesariamente emocional por cuanto aquà los disfraces han de ser innecesarios; es una expresión sincera, un desnudo espiritual. Y todo ello aporta interés y curiosidad para el lector, pero, si además de ello, se trata de la correspondencia, como es el caso del libro que nos ocupa, entre tres figuras mayores de la literatura universal -con la condición implÃcita de la poesÃa por medio, esto es, con una preocupación esencial en el código emocional transmitido- el interés aumenta.
He aquÃ, sin embargo que, a pesar del denso contenido –a veces más o menos discursivo-, una carta, la de la autora a Rilke, podrÃa resumir, para mÃ, lo más sustancial del libro. Ella, obvia pero veladamente enamorada, le dice al poeta -le reprocha- un cierto desdén, una cierta indiferencia. Con herida pasión (y asà lo aprecia la oportuna introducción al cap. V) le dice “Asà soy. Asà es el amor – en el tiempo. Ingrato y autodestructivo. No amo ni respeto el amorâ€.
Él, no obstante, llevando la emoción y la inteligencia al lado de la poesÃa, le contesta no solo con su sentimiento, sino también con su obra. “Todo ha de ser como tú lo imaginas? Probablemente. Eso que está anticipado en nosotros: ¿hay que llorarlo o acallarlo con el júbilo? Hoy te escribà todo un poema entre los viñedos…â€.
He aquà un ejemplo de cómo la pasión del deseo, por sà sola, puede ser injusta. Pensemos, qué mejor entrega por parte de un poeta que el producto de su obra. Y dedicada -pensando en- aquella que dice sentirse agraviada. Un libro, pues, profundamente humano, bello por tantas expresiones llenas de imaginación, de sensibilidad: “¿Qué decirte de tu libro? El último escalón. Mi cama se volvió nubeâ€.
Un regalo al lector que avala, si acaso, la expresión del poeta (otro poeta) “Dones de amor, ay!, cuitas de amorâ€.
Ricardo MartÃnez
www.ricardomartinez-conde.es
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