A principios de los noventa, el antiguo saxofonista de la mÃtica banda Los Pekenikes ideó un programa de televisión. Juan Jiménez gastó todo lo que tenÃa para llevar a cabo ese proyecto que presentó a tres altos ejecutivos de Televisión Española. Le dijeron que no podÃan producir el programa, pero al cabo de un tiempo, Jiménez descubrió que el Gran Juego de la Oca serÃa emitido en otra cadena. Le habÃan plagiado la idea, le habÃan robado. El programa fue todo un éxito, todo lo opuesto de los intentos de Juan por obtener justicia.
Tres décadas más tarde, el hijo de Juan, Daniel Jiménez (Madrid, 1981), ha escrito cómo sucedió toda esa historia. Los juicios, la ruina, la infancia, la ira de su padre, los pleitos, las sentencias desfavorables. El plagio repasa esa historia a modo de revancha poética, pero también es una novela sobre la relación con la familia, sobre cómo intentar ser mejores cuando todo va de la luz a la sombra.
Para romper el hielo… ¿Cómo le ha sentado a tu padre leer este libro?
Mi padre es una persona que no suele hablar de sus sentimientos. Cuando le conté que me habÃan dado un premio para escribir mi propia versión del plagio que nos arruinó, y le dije que pensaba centrarme más en la historia familiar que en la estrictamente judicial, no le entusiasmó la idea. Sin embargo, poco a poco se fue involucrando en el proyecto y me dio libertad total para escribir. Cuando le pasé el primer borrador, lo leyó de una sentada, volvió a la primera página y lo leyó otra vez del tirón. Y todavÃa lo leyó una tercera vez antes de hacerme ciertas sugerencias y anotaciones. Supongo que eso significa que le ha sentado bien…
¿Cómo piensas que hubiese sido tu vida si no le hubiesen robado el programa a tu padre?Â
No tengo claro si me hubiera convertido en una persona mejor, pero sÃ, desde luego, habrÃa tenido una vida más cómoda y desahogada. También pienso que no me habrÃa convertido en escritor, porque el plagio y todo lo que desencadenó después en nuestras vidas fueron los principales motivos por los que empecé a escribir. Sin ese engaño, sin ese trauma heredado, sin esa relación conflictiva con el otro, basada en la desconfianza y el resentimiento, sin los desahucios, sin las deudas, sin el suicidio de mi hermana, yo jamás habrÃa necesitado escribir ni una sola lÃnea, y si a pesar de todo lo hubiera hecho, está claro que la literatura resultante habrÃa sido amable y esperanzadora, lo que bien mirado, igual me habrÃa servido para tener más lectores.
Entrando en materia. Todos tus libros tienen un componente autoficcional. ¿Eres tú o toda la literatura bebe de las vidas de los escritores? Â
Borges decÃa que toda la literatura es autobiográfica puesto que lo que escribimos ha formado parte de nosotros. Es indudable que cada escritor puede elegir su nivel de implicación en lo que escribe. En mi caso y en el de otros escritores que admiro y que no tienen reparos en volverse ellos mismos personajes y mostrar sus demonios a tumba abierta, no hay duda de que hemos optado por la vÃa más peligrosa, aunque también, claro, hay quienes se adentran en la autoficción con una máscara que los embellece. Para algunos crÃticos, este género nos convierte en impúdicos, en exhibicionistas y en ególatras. Por suerte también los hay que valoran la honestidad, la sinceridad y la generosidad de quienes escribimos desde las entrañas para alcanzar algo que se parezca a la verdad.
Escribir de este modo ¿no tiene riesgos para tu salud mental? ¿No te confronta con tu familia, tus amigos, tu pareja?
Escribir es de por sà un riesgo, tanto a nivel psicológico como emocional, y no digamos ya económico. Escribir sobre las personas que te rodean también conlleva riesgos porque la mayorÃa de las veces no les pedimos permiso para incluirlas en un libro, y la mayorÃa de las veces no se ven reflejadas como a ellas les gustarÃa. En cuanto a mi salud mental, ya de por sà bastante deteriorada, ha sido precisamente la escritura la que me ha posibilitado llegar a una tregua conmigo mismo. Como dice Fernando Colina refiriéndose al uso de la escritura terapéutica en los psicóticos: Quien escribe explora e investiga, y al hacerlo se desdobla en protagonista de su pensamiento pero también en testigo e historiador de su vida. Y esa duplicidad no es enfermiza, sino un acto de unidad porque acepta la multiplicidad de cada uno.
Creo que en El Plagio la apuesta por la autoficción va incluso un paso más allá… En el libro cuentas una escena en la que viajas con tu padre a su pueblo natal. Lo curioso es que le propusiste ese viaje mientras estabas escribiendo la novela.
El plagio es un libro que escribà a tiempo real, y no solo escribÃa lo que nos pasaba sino que intervenÃa en la historia, como autor y como personaje. A pesar de ese recurso, todo lo que se cuenta en el libro es absolutamente real.
¿En qué grado la ficción cambia la vida de un escritor mientras está escribiendo?Â
Desde que empecé a escribir, a veces de manera inconsciente, escribÃa escenas que no me habÃan pasado y me proyectaba hacia el futuro deseando que me pasaran alguna vez. Pero se daba más el caso contrario, es decir, hacÃa y decÃa cosas que no tenÃa pensado hacer y decir solo para poder escribirlas después. Pienso que no es tanto que la ficción modifique nuestra vida, que también lo hace; es más bien que la vida es la mejor materia prima con la que construir la ficción.
¿Vas a seguir explorando el género de la autoficción? Â
Creo que, al menos por un tiempo, no seguiré escribiendo autoficción, a pesar de todo lo que te he dicho al respecto, o precisamente por todo lo que te he dicho al respecto.
¿Y qué te planteas hacer?
Pues escribir ficción. Sin auto ni meta. Simplemente ficción.
Cambiando de tema. En el libro, la acción avanza a través de los objetos que encuentras en una vieja caja después de una mudanza. ¿Por qué utilizas esta estrategia?
Es un recurso literario muy proustiano: la memoria que se activa y se dispara a través de algo que nos evoca el pasado, ya sea una magdalena o un tirachinas. Dio la casualidad de que encontré esa vieja caja cuando me propuse escribir el libro, y pensé que recordar el origen y el valor de esos objetos me ayudarÃa a hacer un viaje inmersivo hacia lo que fuimos en el pasado.
Es curioso que emplees esa estrategia, como si fueras un ladrón sacando objetos de gran valor de una caja, cuando gran parte del libro lo dedicas a hablar de la ruina…
Sonará empalagoso, pero lo más valioso de nuestra existencia no son el éxito alcanzado, el dinero ganado o las propiedades adquiridas, sino los buenos momentos vividos, las personas que hemos conocido, los paisajes de la infancia. Si te acuerdas de Ciudadano Kane, que es una historia de auge y caÃda, la palabra que dice el personaje que interpreta Orson Welles en su lecho de muerte es Rosebud, que era el nombre del trineo con el que jugaba de niño, cuando era inocente y feliz. Quiero decir con esto que muchas veces el verdadero valor de las cosas no se corresponde con su valor monetario, y que los mejores recuerdos están asociados a objetos cotidianos, sin otro valor que el de habernos acompañado.
El libro está teniendo éxito. ¿Crees que es porque muchos han reconocido el programa de televisión que creó tu padre y le plagiaron en los años 90?
Supongo que eso ha ayudado a que se hable más de él en algunos medios, pero si el libro es o no es un éxito lo será por su valor literario, testimonial y emocional.
Además es un contrarelato de la historia oficial de los noventa… esa que decÃa que el paÃs iba como un cohete. Tú propones la cara b de esa historia.
Es posible. España es un paÃs de contrastes, desequilibrado, hasta dirÃa que injusto: siempre ganan los mismos. En los noventa se nos hizo creer que cualquiera de nosotros podÃa ser un triunfador, prosperar, ascender en la escala social. Algo asà como el sueño americano a la española. Mi padre se lo creyó, y se gastó todo su dinero y su energÃa para conseguirlo, pero el sueño se convirtió en una pesadilla. A muchas familias les pasó lo mismo sin que hubiera un plagio de por medio.
Por otro lado, algunos han visto en El plagio, una reflexión sobre la paternidad. Cuentas tu relación con tu padre y reflexionas sobre tu hijo que está por nacer. Â
El plagio es, desde luego, un libro sobre el tránsito de ser hijo a ser padre, y en esa encrucijada se desvelan las cuestiones inherentes a la paternidad, como el respeto, la aceptación y el valor de tus padres, y también su herencia… qué cosas nos han transmitido y cuáles vamos a legar nosotros a nuestros hijos. Pero también es un libro sobre el perdón, sobre la resistencia, sobre la dignidad. Y, por supuesto, también es un libro sobre una injusticia y una traición. Y además es un libro sobre el dinero, sobre lo importante que es cuando te falta. Y también es una reflexión sobre la memoria y la escritura. Y una enmienda a mà mismo en tanto que plagiarista. Y una denuncia de la precariedad a la que nos condenan esos que siempre ganan. Y es, finalmente, una carta de amor que mi familia se merecÃa desde que empecé a escribir.
También es una carta de amor a tu hijo recién nacido. ¿Cómo va eso de ser padre?
SÃ, eso también. Mi hijo está a punto de cumplir cinco meses. Duerme bien, come cuando hay que comer, y se rÃe mucho, sobre todo con su madre. Desde luego, ser padre es la experiencia más emocionante que he vivido hasta ahora. Pero no quiero hablar sobre ello porque entonces estarÃa saltándome la promesa que le hice a mi pareja cuando le aseguré, y lo dejé por escrito, que no iba a escribir más sobre nosotros.