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“Eso no te servirá para atrapar un pez ni para pelar un plátanoâ€. [Afirma la madre de Matilda]. Y no le faltaba razón. Pero no buscábamos peces ni plátanos, sino algo mayor. Intentábamos procurarnos otra vida.
“Procurarnos otra vidaâ€. Harold Bloom dijo alguna vez que la lectura nos aporta el don de la alteridad; esto es, cambiar nuestra perspectiva por una ajena, ya sea la del personaje, la del narrador o la del autor, y observarlo todo desde otro punto de vista. Es un ejercicio mental: la alteridad otorga flexibilidad de pensamiento, y elude la comodidad de permanecer encallados en la idea de que nuestra propia cosmovisión es la única posible.
El destino, no obstante, le tiene reservado un camino aún más espinoso a la joven isleña. Mucho más espinoso, incluso, que aquel de Pip cuando recala en Londres. Matilda lo pierde todo, su historia, su mundo, su identidad. Antes de huir de su tierra, reflexiona: “Ya sabÃa yo lo que era marcharse. SabÃa por Pip lo que era irse de un sitio. SabÃa que no se mira atrásâ€.
Lloyd Jones pretende dar un paso más con El señor Pip. No hay huellas de culpa ni asignaturas pendientes en Matilda. De hecho, la joven se esfuerza en saldar todas las deudas morales que pueda llegar a tener. Esta actitud le permite caminar con paso firme por la vida, lo que le otorga a su vida adulta una identidad más definida que aquella de Pip: Matilda sabe lo que quiere y configura su vida en pos de esa meta.
Y en este acto de justicia, existe una diferencia fundamental entre ambos personajes: mientras Pip se avergüenza de sus orÃgenes, Matilda está orgullosa de los suyos. El personaje de Dickens aparta la vista de todo aquello que le recuerde a su tierra. Tras residir once años en el extranjero y regresar por un corto periodo, no manifiesta intenciones de quedarse. Quizás sea por las escasos afectos que lo ligan a su casa. ¿Pero es realmente asÃ? AllÃ, en su tierra, permanecen sus adorados Joe, Biddy y Estella. Pip, consecuente con el victoriano valor de mirar más allá del propio horizonte, prefiere mantener sueltas las amarras con su tierra. “Partir sin mirar atrásâ€, o eso cree Pip, ya que en su cabeza seguirán rondando hasta el fin de sus dÃas los afectos que dejó en Rochester. Matilda, por su parte, quiere cerrar ese cÃrculo abierto ciento treinta años atrás y hacer las paces con la tierra que la vio nacer, a pesar de la sangre vertida y las desgracias vividas. A fin de cuentas, no hay nada en el universo que no vuelva a sus orÃgenes. Matilda adopta la historia de Pip como propia, pero no tanto para identificarse con ella, sino para corregir el error de Pip: Grandes esperanzas le permite tomar el impulso necesario para volver a casa.
Franco Chiaravalloti (Buenos Aires, 1979) Reside en Barcelona desde 2003, ciudad en la que cursó sus estudios de posgrado en Literatura Comparada. Vivió en Argentina, Italia, Inglaterra y Kenia. Especialista en narrativa breve, desde 2010 imparte clases de cuento y microrrelato en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Ha publicado los volúmenes de relatos 'Como un cuentagotas que se presiona suave, muy suavemente' (Hijos del Hule, 2009), 'Esos de ahà afuera' (Talentura, 2015; edición argentina de Baltasara, 2020) e 'Insular' (Tres Hermanas, 2020). Además, ha colaborado en numerosas antologÃas de narraciones breves e hiperbreves, tanto en España como en Argentina. En 2019 formó parte de la comitiva que representó a Barcelona en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.