“Somos los primitivos de una civilización desconocidaâ€, ha dicho el escritor Kim Stanley Robinson en el CCCB, en conversación, a través de streaming, con el investigador cultural José Luis de Vicente. El autor de TrilogÃa marciana, invitado en el marco de la exposición Marte, el espejo rojo, ha explicado que esa frase —que resume bien su trabajo— la extrajo del poeta japonés Nanao Sakaki.
Convocado para hablar sobre cómo el espacio puede ser motor del pensamiento utópico contemporáneo, Stanley Robinson ha compartido algunos de los descubrimientos cientÃficos contemporáneos que más le han sorprendido. “El 50% de nuestro ADN no es ADN humanoâ€, ha recordado el escritor, asegurando que “somos como un bosque, como una medusaâ€. “Todos somos expresiones del planeta en el que vivimosâ€, ha advertido el estadounidense.
El autor de Marte rojo, Marte verde, y Marte azul ha explicado que inicia su trilogÃa en 1992, cuando la globalización ya está en marcha, y cuando los mandatos de Thatcher y Reagan ya han consolidado una visión neoliberal de la economÃa y de la relación con los recursos naturales. El vÃnculo entre los tiempos geológicos y polÃticos siempre le ha preocupado, y por eso utiliza la ciencia ficción como una posibilidad para hacer predicciones sobre el futuro pero, al mismo tiempo, como una metáfora del presente.
Marte es el escenario perfecto para Kim Stanley Robinson porque es un lugar real y, a la vez, porque está vacÃo. A través de lo que se denomina terraformación puede —en su caso, siempre desde la conjetura narrativa— hacer que sea un planeta habitado por humanos en busca de una vida mejor. “Es un espejo rojo desde donde imaginar una civilización más sostenible y más igualitariaâ€, ha dicho, rememorando su proceso creativo. Un lugar, entonces, que puede devenir revolucionario sin la necesidad de utilizar la violencia.
Después de todo el debate sobre el Antropoceno —un término utilizado a partir del 2000, y que defiende que la influencia del comportamiento humano sobre la Tierra ha constituido una nueva era geológica—, Stanley Robinson considera que lo prioritario es el cuidado de la biosfera. “Solo tenemos un planeta, Marte no puede ser un plan Bâ€, añade el escritor. Además defiende que, después de los últimos descubrimientos cientÃficos, es necesaria una ciencia ficción que mire a Marte desde otros ángulos par que la metáfora se actualice con toda su potencialidad.
José Luis de Vicente ha recordado que la exposición que se puede visitar en el Centre de Cultura Contemporà nia de Barcelona supone toda una “historia humana†—al menos, de 200 años— sobre cómo nos hemos acercado al planeta rojo. Lo hemos hecho como la posibilidad de una sociedad diferente, acogiendo la pregunta por el otro, y ampliando la cuestión sobre qué nos hace humanos, o no. Frontera y espejo que Kim Stanley Robinson ha desarrollado en su último trabajo, The Ministry for the Future, donde los efectos del cambio climático son protagonistas de un mundo que ya no puede ser monitorizado únicamente por el dinero.
Precisamente, preguntado por el reciente aterrizaje del Perseverance en Marte, y por las consecuencias que puedan generar sus extracciones, el escritor estadounidense se muestra prudente. “No hay nada en Marte que no tenga a la Tierra en concentraciones mayores. No es un objeto económicoâ€, y eso hace que la carrera espacial no sea una batalla exactamente económica. Además, no hay que ir a otro planeta para encontrar otras formas de colaboración que no dependan de la especulación. Stanley Robinson ha citado, por ejemplo, las cooperativas de Mondragón como paradigma de una relación productiva que se basa en la cooperación y no en la competencia.
La pandemia del coronavirus ha supuesto, para el autor, “un test de estrés para la civilización†y, aunque también él cree que estamos en algo que se parece demasiado a una novela de ciencia ficción, es una gran lección sobre cómo las grandes instituciones están obligadas a trabajar conjuntamente. El espejo está, pues, a más de cincuenta y cuatro millones de kilómetros de distancia estelar, pero la utopÃa aún habita esta civilización desconocida que encarnamos aquÃ, y ahora.