«La luz de la mesita de noche», de Juan Pardo Vidal

La luz de la mesita de noche. Juan Pardo Vidal
Sloper (Palma de Mallorca, 2012)

El almeriense Juan Pardo Vidal nos trae en La Luz de la mesita de noche una novela sobre la soledad y el amor. En un estilo directo, escrita desde un narrador omnisciente, consigue retratar a la perfección a su protagonista, profesora de matemáticas, que gusta de llamar con números a sus amantes, no para deshumanizarlos o simplificarlos, sino para retener mejor su recuerdo. La enumeración es fuente de orden y por tanto también de memoria. Los números, frente a las letras, representan el universo de las ciencias que, excepcionalmente y fuera de la ciencia-ficción, los novelistas contemporáneos no suelen tratar. Ese gran tópico de la división irreconciliable entre ciencias y letras, que nuestro sistema educativo está perpetuando, es fuente no sólo de desconocimiento sino también de desencuentros que implican absurdos contemporáneos: como el desinterés por el latín y el griego por parte de los currículos de las carreras científicas, cuando el conocimiento de ambas lenguas es la base de todo o casi toda la nomenclatura de la ciencia.

Contadas y extraordinarias excepciones son las de los novelistas que se han adentrado en la ciencia o la han introducido como material creativo, así tenemos entre los clásicos al matemático Lewis Carroll o, más recientemente, al poeta y ensayista Hans Magnus Enzensberger con su exitoso El diablo de los números. Hasta donde yo sé, Juan Pardo Vidal no es científico; se podría decir, en esa división absurda de los saberes mencionada antes, que es más de “letras”, y sin embargo ha optado en su primera novela por adentrase, con gran valentía, en el uso creativo de los números. La personalidad de los números es tema tan complejo que nos llevaría incluso a hablar de la Cábala o incluso a la numerología y demás “mancias” sin sentido. Nada más lejos de la obra de Juan Pardo Vidal, donde la enumeración no es más que una metáfora de la memoria y un recurso que la personalidad de la protagonista (cuyo nombre es, significativamente, Pi) desarrolla para intentar entenderse a sí misma y a los demás.

Juan Pardo Vidal (foto cedida por el autor)

Porque en realidad Juan Pardo Vidal no ha escrito una novela sobre números, sino sobre personas, con personajes estupendamente definidos en el proceso de vivir su soledad o de encontrar su media naranja. La soledad en las sociedades urbanas modernas es un tema no sólo para la sociología, sino también para que ámbitos como la publicidad o el merchandising la tengan cada día más en cuenta; y no me refiero tanto a los ancianos o a las personas que viven en soledad involuntaria, sino a las personas, -los consumidores-, de entre 25 y 50 años que viven sin tener una pareja (o, al menos, una pareja fija) de forma voluntaria. Estas nuevas circunstancias sociales han llevado a dejar en desuso la palabra soltero o soltera. A las personas que nunca se han casado y viven sin pareja, a las que se les añade ahora un grupo, cada vez más numeroso, que es el de los divorciados, se les llama actualmente “singles” (sin duda, el inglés es la fuente de los eufemismos modernos). Así La luz de la mesita de noche, una única luz en un cuarto de estar con cama de matrimonio es, en las noches de insomnio, en las noches solitarias, el mejor reflejo de la realidad de los “singles”. ¿Pero hasta qué punto esta soledad es querida absolutamente como signo de libertad personal y hasta qué punto no se sigue deseando tener pareja y compartir el espacio vital, las intimidades, la convivencia? He ahí las reflexiones que nos trae la protagonista de esta novela. Resolver la contradicción que supone querer mantener un espacio propio y querer compartir la vida con otra persona, es el tema que La luz de la mesita de noche desarrolla con razón y gran sensibilidad.

Estas contradicciones se muestran en sentencias que ahondan en el estereotipo reduccionista como las que comienza con “sólo hay dos tipos de hombres…” que en la novela de Pardo Vidal se repiten a menudo, pero no para confirmar el tópico sobre las diferencias entre hombres y mujeres, sino para demostrarnos lo absurdas que son y para introducir unas estupendas y bien llevadas notas de ironía y buen humor. Al fin, la enumeración de sus amantes por parte de una profesora de matemáticas, por parte de una persona que ama los números, no es más que el reflejo de su necesidad de amar, de comprender el mundo y amar, de comprender al otro y amarlo.

Excelente novela, sutil y reflexiva, que dejará en los lectores no sólo un buen sabor de boca, sino también una sentida necesidad de repensar cuestiones como la soledad, la libertad, el sexo, la familia, etcétera, en el mundo occidental; y en especial sobre el sentido de la pareja en una sociedad abierta e individualista, que vive cada vez más sin modelos cerrados, donde las respuestas exitosas al sentido actual de la pareja o la familia ya no pueden ser estandarizadas sino adaptadas a cada circunstancia vital.

Agustín Calvo Galán
http://proyectodesvelos.blogspot.com

Agustín Calvo Galán

Agustín Calvo Galán (Barcelona, 1968) ha publicado 'Letras transformistas', una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), 'Otra ciudad' (libro objeto, 2006), 'Poemas para el entreacto' (2007) y 'A la vendimia en Portugal' (2009). Su obra como poeta visual ha sido recogida en varias antologías especializadas.

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