Libro ilustrado y libro-álbum son conceptos distintos. Un libro ilustrado es cualquier libro que incorpore imágenes. Hay un larga tradición de libros con ilustraciones; en los libros ilustrados tradicionales la ilustración es una interpretación del texto; cuando es menos es un elemento decorativo, prescindible y aislado en el que no se apoya la carga narrativa.
En el libro-álbum las imágenes se presentan de forma secuenciada y, casi siempre, están articuladas entre sÃ. Al igual que en otras formas de arte secuencial, como el cómic y la novela gráfica, se utilizan dos códigos para contar, el texto y la imagen; de manera que el significado se construye a partir de la interacción entre ambos.
Como el texto y la imagen se reparten la tarea de narrar o de sugerir significados, no se puede prescindir de las imágenes. En el libro-álbum el texto y la imagen se focalizan mutuamente, lo que expresa el texto nos obliga a fijarnos en la imagen y la imagen, a su vez, siempre expande, contradice o matiza lo que pone el texto. Algunos teóricos han comentado que se produce una relación de sinergia en la que ambos códigos en unión significan más de lo que lo harÃan por separado.
El álbum es un producto editorial particular. Generalmente se trata de libros de 24 o 32 páginas en los que la mayorÃa de las páginas están ilustradas, que pueden tener o no tener texto (aunque hay al menos un tÃtulo que interacciona con la secuencia de imágenes). Asà como en el cómic la unidad estructural es la viñeta, en el libro-álbum es la doble-página. La viñeta exige un ritmo rápido y un alto grado de articulación entre las imágenes; en cambio entre una doble-página y otra hay una brecha, un vacÃo que el lector debe rellenar.
Con alguna excepción, los álbumes son una de las varias formas en las que actualmente se nos ofrecen narraciones: como la novela, el cine, o los videojuegos. No son literatura en sentido estricto, porque narran con imágenes, pero tienen un componente literario, pues casi siempre hay un texto que se lee, aunque sea solo el tÃtulo. En definitiva, los álbumes forman parte de un arte que no es solamente verbal. Los significados múltiples, las ambigüedades, los sÃmbolos, surgen la interacción de los dos lenguajes, texto e imagen. La lectura de álbumes tiene sus propias convenciones que los lectores deben aprender.
¿Crees que los álbumes contribuyen a la educación literaria?
Estoy convencida de que los álbumes contribuyen a la educación literaria. Exponen a los lectores que se inician a discursos complejos, y a aspectos de la narración y de la comunicación literaria con los que se encontrarán más adelante al leer literatura. Además, su principal ventaja frente a otras formas de ficción es que esa exposición tiene lugar de forma pausada y autorizada. Muchos de los buenos álbumes tienen gran potencial interpretativo y se prestan para la discusión en grupos, para las diferentes lecturas y para visualizar indicios y sÃmbolos.
El juego entre texto e imagen, y la importancia del soporte en los álbumes, han posibilitado que la metaficción campe a sus anchas en las páginas de estos álbumes. Por otra parte, la llamada de atención sobre el hecho de que la literatura es una convención se realiza de forma lúdica y divertida, de manera que, a pesar de su complejidad estructural, los álbumes metaficcionales proporcionan una experiencia grata, que por lo general se apoya en el reto al lector, el humor y la parodia.
Los álbumes metaficcionales exigen una lectura distanciada, muy diferente a la del lector romántico que se mete en la trama y sufre con sus personajes.
¿Cuál es, según tu trabajo, la utilidad de este tipo de álbumes para la didáctica de la literatura?
He renunciado temporalmente a nuevos proyectos de investigación porque ahora estoy centrada en mis dos hijos, de cuatro y dos años. Sin embargo, de las experiencias que mis hijos tienen con los libros surgen muchas preguntas para investigaciones futuras ¡que tengo muchas ganas de acometer! Entre tanto, el equipo de investigación al que pertenezco, GRETEL, dirigido por Teresa Colomer, está investigando sobre la lectura en pantallas: un tema sobre el que se sabe poco y que evidentemente es hoy dÃa de importancia crucial.
Natalia González de la Llana Fernández (Madrid, 1975) es Licenciada en TeorÃa de la Literatura y Literatura Comparada por la Univ. Complutense, donde obtuvo el Doctorado Europeo. Posee, entre otros posgrados, el Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes (UAB) y el Máster en Escritura de Guión para Cine y TV (UAB) . Se dedica a la enseñanza y la investigación en el Dpto. de Románicas de la Univ. de Aquisgrán (Alemania). Además, dirige talleres de escritura creativa y ha publicado la obra de teatro "Dios en la niebla" (2013). Es autora de “Un esqueleto en el escritorioâ€, Premio RdL al mejor blog internacional 2011.