Cecilia Silva-Díaz: “El libro-álbum es un terreno propicio para experimentar”

María Cecilia Silva-Díaz (foto: gretel.cat)

María Cecilia Silva-Díaz nació en Caracas y vive en España desde el año 2000. Docente, investigadora y editora de literatura infantil, realizó el Doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona con la tesis titulada Libros que enseñan a leer: álbumes metaficcionales y conocimiento literario. Actualmente trabaja como editora en Ediciones Ekaré y es coordinadora del Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes de la UAB.

¿Cómo llegaste a interesarte por el mundo de la literatura infantil y juvenil?

Me empecé a interesar cuando estudiaba Secundaria, en Caracas. Fue gracias al Banco del Libro –una institución venezolana sin ánimo de lucro dedicada a la promoción de la lectura entre niños y jóvenes-. Una amiga me invitó a formar parte del Comité de Jóvenes Lectores, un grupo de adolescentes voluntarios: leíamos las novelas juveniles que se evaluaban en el Banco del Libro.

Más tarde, mientras estudiaba Letras en la Universidad, hice algunos trabajos de investigación bibliográfica para Ediciones Ekaré, la editorial vinculada al Banco del Libro.

Y, cuando me gradué, comencé a trabajar en Banco del Libro: fue entonces cuando verdaderamente descubrí los libros para niños como campo de estudio y, a la vez, como un componente central de las acciones de promoción de lectura. Me quedé fascinada con estos libros, especialmente con los ilustrados: ¡eran tan hermosos, y tan profundos en su aparente simplicidad!. El trabajo en el Banco me hacía posible unir dos caminos que hasta ese momento no habían guardado relación: el gusto por los libros y por el arte en general y, de otra parte, el deseo de contribuir al cambio social a través de la participación cívica.

"El Expreso Polar", de Chris Van Allsburg (Ekaré)

Los libros-álbum

¿Qué es un libro-álbum? ¿Es otra forma de llamar a los libros ilustrados o son conceptos distintos?

Libro ilustrado y libro-álbum son conceptos distintos. Un libro ilustrado es cualquier libro que incorpore imágenes. Hay un larga tradición de libros con ilustraciones; en los libros ilustrados tradicionales la ilustración es una interpretación del texto; cuando es menos es un elemento decorativo, prescindible y aislado en el que no se apoya la carga narrativa.

En el libro-álbum las imágenes se presentan de forma secuenciada y, casi siempre, están articuladas entre sí.  Al igual que en otras formas de arte secuencial, como el cómic y la novela gráfica, se utilizan dos códigos para contar, el texto y la imagen; de manera que el significado se construye a partir de la interacción entre ambos.

Como el texto y la imagen se reparten la tarea de narrar o de sugerir significados, no se puede prescindir de las imágenes. En el libro-álbum el texto y la imagen se focalizan mutuamente, lo que expresa el texto nos obliga a fijarnos en la imagen y la imagen, a su vez, siempre expande, contradice o matiza lo que pone el texto.  Algunos teóricos han comentado que se produce una relación de sinergia en la que ambos códigos en unión significan más de lo que lo harían por separado.

El álbum es un producto editorial particular. Generalmente se trata de libros de 24 o 32 páginas en los que la mayoría de las páginas están ilustradas, que pueden tener o no tener texto (aunque hay al menos un título que interacciona con la secuencia de imágenes). Así como en el cómic la unidad estructural es la viñeta, en el libro-álbum es la doble-página. La viñeta exige un ritmo rápido y un alto grado de articulación entre las imágenes; en cambio entre una doble-página y otra hay una brecha, un vacío que el lector debe rellenar.

Se ha dicho que el libro-álbum es omnívoro en su capacidad para digerir formas discursivas propias de la literatura, el cómic, el cine y la publicidad. La flexibilidad hace del libro-álbum un terreno propicio para experimentar sobre las formas de contar. Esta propensión hace del  libro álbum una forma original y un gran aporte, como lo expresa el crítico Peter Hunt en su obra Children’s Literature: “el álbum es la única contribución que la literatura infantil ha hecho a la literatura, los demás géneros han sido puramente imitativos”.

¿Se pueden considerar entonces literatura? ¿Son un género? ¿O un arte completamente diferente?

Personalmente no me convence etiquetarlos como un género, porque los libros-álbum son increíblemente diversos, híbridos y omnívoros a la hora de incorporar influencias directas. Esta diversidad hace que sea muy difícil observar rasgos genéricos; además, muchos álbumes se podrían inscribir en géneros narrativos ya existentes: por ejemplo, en el policial, o en la narración psicológica….

Con alguna excepción, los álbumes son una de las varias formas en las que actualmente se nos ofrecen narraciones: como la novela, el cine, o los videojuegos.  No son literatura en sentido estricto, porque narran con imágenes, pero tienen un componente literario, pues casi siempre hay un texto que se lee, aunque sea solo el título.  En definitiva, los álbumes forman parte de un arte  que no es solamente verbal. Los significados múltiples, las ambigüedades, los símbolos,  surgen la interacción de los dos lenguajes, texto e imagen. La lectura de álbumes tiene sus propias convenciones que los lectores deben aprender.

¿Cuál es el origen de este tipo de obras?

La convivencia de texto e imágenes en una página es muy antigua: podemos ver texto acompañado de imagen en los códices precolombinos o en los incunables medievales. Pero la semilla de los álbumes actuales está en algunos libros ilustrados del siglo XIX. Por ejemplo, en el Struwwelpeter de Hoffman, o en las obras del ilustrador inglés Randolph Caldecott. Sin embargo, el álbum tal como lo entendemos actualmente es un producto postmoderno: surgió gracias al abaratamiento de la reproducción de imágenes, a los cambios en la educación y a la vocación por la imagen de la cultura actual.

¿Es el álbum un libro necesariamente para niños?

En absoluto. Al principio, la producción de álbumes estaba destinada a los prelectores, con la idea de que la imagen les aliviara la carga de lectura. Pero poco a poco se fue ampliando la temática y la complejidad. Hoy en día un gran número de álbumes podrían clasificarse en la categoría “para todos los públicos”. Y también hay álbumes dirigidos al público adulto, como Noche de tormenta de Michèle Lemieux. Incluso hay álbumes cuyo destinatario se diría que son los abuelos: como El hilo de la vida de Davide Cali y Sergi Bloch, un álbum que reflexiona sobre el sentido de la existencia.

¿Crees que los álbumes contribuyen a la educación literaria?

Estoy convencida de que los álbumes contribuyen a la educación literaria. Exponen a los lectores que se inician a discursos complejos, y a aspectos de la narración y de la comunicación literaria con los que se encontrarán más adelante al leer literatura. Además, su principal ventaja frente a otras formas de ficción es que esa exposición tiene lugar de forma pausada y autorizada. Muchos de los buenos álbumes tienen gran potencial interpretativo y se prestan para la discusión en grupos, para las diferentes lecturas y para visualizar indicios y símbolos.

Sé que elegir siempre es difícil, pero, si tuvieras que nombrar diez libros álbum que te parecen imprescindibles, ¿cuáles serían?

¡Son tantos! Pero siento particular afecto por Nadarín, de Leo Lionni; Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak;  Los tres bandidos, de Tomi Ungerer; Margarita, de Rubén Darío, e ilustrado por Monika Doppert; Zoológico, de Anthony Browne; La sorpresa de Nandi, de Eileen Browne;  La carta de la señora González, de Sergio Lairla y Ana Lartitegui; Ser y parecer, de Jorge Luján e Isol; ¡Scric, scrac, bibib  blub!, de Kitty Crowther;  La isla, de Armin Greder; Los tres erizos, de Javier Sáez Castán; Madrechillona, de Jutta Bauer; El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch;  El soldadito de plomo, de Jörg Müller;  Emigrantes, de Shaun Taun… En fin, podría seguir…

La investigación

Tu tesis doctoral está dedicada a los álbumes metaficcionales. ¿Nos puedes explicar lo que son exactamente?

La metaficción es un tipo de ficción que desmonta las convenciones de la ficción y llama la atención del lector sobre la idea de que lo que está leyendo es un artefacto, una creación y no la realidad. Este tipo de ficción es muy frecuente en la literatura postmoderna; para crear este distanciamiento, los autores se valen de técnicas diversas tales como narradores en los que no se puede confiar, salto de los niveles de la comunicación narrativa, préstamos de otras obras, cesión de la autoridad al lector.

El juego entre texto e imagen, y la importancia del soporte en los álbumes, han posibilitado que la metaficción campe a sus anchas en las páginas de estos álbumes. Por otra parte, la llamada de atención sobre el hecho de que la literatura es una convención se realiza de forma lúdica y divertida, de manera que, a pesar de su complejidad estructural, los álbumes metaficcionales proporcionan una experiencia grata, que por lo general se apoya en el reto al lector, el humor y la parodia.

Los álbumes metaficcionales exigen una lectura distanciada, muy diferente a la del lector romántico que se mete en la trama y sufre con sus personajes.

¿Cuál es, según tu trabajo, la utilidad de este tipo de álbumes para la didáctica de la literatura?

En la línea de lo que comentaba antes, creo que los álbumes, en general, ocupan un lugar importante en la educación literaria y que a través de su lectura los lectores aprenden mucho sobre la manera en que funciona la  literatura.

Mi tesis consistió en analizar hasta qué punto estos álbumes metaficcionales, en particular, podían contribuir a la educación literaria ofreciéndole al lector la oportunidad de reflexionar sobre los textos literarios y sus convenciones. Las respuestas de los lectores demostraron, desde luego, que este tipo de textos favorecen  ese tipo de reflexión.

¿Sobre qué estás investigando actualmente?

He renunciado temporalmente a nuevos proyectos de investigación porque ahora estoy centrada en mis dos hijos, de cuatro y dos años. Sin embargo, de las experiencias que mis hijos tienen con los libros surgen muchas preguntas para investigaciones futuras ¡que tengo muchas ganas de acometer! Entre tanto, el equipo de investigación al que pertenezco, GRETEL, dirigido por Teresa Colomer, está investigando sobre la lectura en pantallas: un tema sobre el que se sabe poco y que evidentemente es hoy día de importancia crucial.

La edición

Además de ser docente e investigadora, te dedicas también a la edición de álbumes. ¿En qué consiste esta faceta de tu trabajo?

Ediciones Ekaré, una editorial venezolana con más de treinta años de existencia, tiene su oficina para Europa en Barcelona. Me encargo de la edición de algunos de sus títulos: en ello trabajo muy unida a Irene Savino, la directora de arte. Juntas intentamos orientar el proceso de cada libro, desde que recibimos un manuscrito que nos gusta hasta el resultado final. Hacemos sugerencias de cambios a los autores, pensamos en las ilustraciones, el formato, las características físicas, consideramos el ritmo de la historia, intentamos que las decisiones sean coherentes con la idea del libro que tenemos.

¿Qué criterios consideras importantes a la hora de decidir si publicar un libro-álbum o no?

«Ekaré», en una de las lenguas amerindias de Venezuela, significa «narración, lo que se cuenta».  Para nosotros lo principal es que se trate de una buena historia, que sea coherente, entretenida, con tensión y emoción. También hay otros criterios: si encaja en la línea editorial, si  consideramos la obra comercialmente viable o si es posible incorporarla al plan editorial.  Ekaré es una editorial pequeña, que aspira a la máxima calidad y edita pocos títulos al año.

¿Hay alguna obra que hayas editado de la que te sientas especialmente orgullosa o a la que le tengas mayor cariño por alguna razón?

Le tengo especial cariño a Los tres erizos de Javier Sáez Castán. Fue uno de los primeros álbumes que edité: luego, Irene Savino y yo hemos trabajado también en otros títulos de Javier. Trabajando con él y con Irene siempre aprendo cosas, pero me siento particularmente orgullosa del proceso que siguió ese libro: ya era magnífico, pero, modestamente, creo que el trabajo editorial lo hizo aún mejor.

Natalia González de la Llana Fernández
www.unesqueletoenelescritorio.blogspot.com

Natalia González de la Llana

Natalia González de la Llana Fernández (Madrid, 1975) es Licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Univ. Complutense, donde obtuvo el Doctorado Europeo. Posee, entre otros posgrados, el Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes (UAB) y el Máster en Escritura de Guión para Cine y TV (UAB) . Se dedica a la enseñanza y la investigación en el Dpto. de Románicas de la Univ. de Aquisgrán (Alemania). Además, dirige talleres de escritura creativa y ha publicado la obra de teatro "Dios en la niebla" (2013). Es autora de “Un esqueleto en el escritorio”, Premio RdL al mejor blog internacional 2011.

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