Los tesoros de Alfred Hitchcock.
Laurent Bouzereau
Prólogo de Patricia Hitchcock O’Connell
Traducción de Natalia Galiana Debourcieu
Libros Cúpula (Barcelona, 2010)
No hay cineasta en el mundo cuya obra haya sido analizada de manera más minuciosa en innumerables libros como Alfred Hichcock. El maestro, poseedor de una de las filmografÃas más poderosas de la historia fue, a su vez, el director que mejor supo vender su propia imagen. Ya desde sus primeras pelÃculas se ocupó de que los espectadores jugaran a descubrirle en ingeniosos cameos, creó una caricatura en forma de silueta a modo de logo mercantil, concedÃa entrevistas (preferiblemente gráficas o en shows televisivos), participaba en los avances comerciales de sus films, produjo y presentó sus propias series de televisión… FÃsicamente, no hay ningún otro profesional en lo suyo tan identificable. «Hitch» era una marca. Se le reconocÃa por dominar el suspense, pero también por representar él mismo al propio género, con su oronda figura y su manera pausada de hablar enfatizando los chistes macabros. Quizás, en las artes, su caso pueda ser comparable al de Salvador Dalà quien, por cierto, llegó a colaborar con nuestro protagonista en 1945 para la pelÃcula Recuerda, diseñando las secuencias onÃricas. En definitiva, la cosa se trataba de una combinación en la que participaba un producto artÃstico muy bien valorado por crÃtica y público y un creador conocedor, sospecho que conscientemente, de habilidades para vender su trabajo a través de sà mismo. Una mezcla perfecta cuando el artÃfice y el producto son de primera calidad.
Por supuesto, no podemos obviar las biografÃas en las que se ha pretendido recrear su vida personal, o incluso las referencias a las particulares filias y fobias que pueden detectarse en sus trabajos (el miedo a la policia y a ser encerrado en una cárcel injustamente, la adoración por determinado tipo de mujeres…). Tanto se ha visto y escrito que parece casi imposible descubrir facetas o aspectos nuevos sobre él. Personalmente, tengo por volúmenes de cabecera, tratándose de uno de mis directores predilectos, dos tÃtulos imprescindibles: como estudio de su obra, el que está considerado el mejor libro sobre cine jamás escrito, el firmado por François Truffaut con el tÃtulo El cine según Hitchcock, en el que se transcriben sus entrevistas con el director de Vértigo. En el plano biográfico, La cara oculta del genio, de Donald Spoto que, sin ser un texto definitivo, ofrece una visión retrospectiva muy completa de sus peripecias vitales.
A esos dos, habrÃa que sumarle ahora el «libro-objeto» Los tesoros de Alfred Hitchcock. Se trata de un artefacto lujosamente presentado en gran formato y que resulta atractivo por varios motivos que, de manera feliz, han propiciado un reencuentro fascinante con el querido personaje.
El primero y fundamental: El autor. Laurent Bouzereau es un respetable documentalista y, me permito decirlo, el mejor director de making-off’s (documentales sobre producciones y rodajes cinematográficos). Conocido por los aficionados, en especial a partir de la comercialización de DVD’s con contenidos extra, Bouzereau se ha convertido en el experto que ha añadido valor a las ediciones especiales, con piezas que, en ocasiones, han superado en metraje a los propios films. Es, entre otros, el productor de los contenidos que acompañan a las pelÃculas de Steven Spielberg y, claro está, ha dedicado también esfuerzos para recuperar los recuerdos de los compañeros del «mago del suspense» que siguen vivos, con el fin de incluir la mayor cantidad de información en los «Cómo se hizo» de sus principales tÃtulos. Sumar a ello el estudio pormenorizado de cada cinta le ha permitido, además, tener una visión en conjunto mucho más completa al elaborar los escritos que conforman la base de este ensayo.
Otra cuestión importante es el enfoque. Sabedor de que practicamente está todo dicho y que resulta difÃcil abordar una trayectoria tan conocida sin caer en la repetición, Bouzereau se ha inclinado por mostrarnos las principales caracterÃsticas de lo que se entiende por el estilo «hitchcokiano», marcado por ciertas reglas muy reconocibles e imitadas por otros cineastas. El libro está dividido en capÃtulos que describen esos elementos que conforman el estilo creado por el británico, las señas de identidad con las que perfeccionó un arte que se hizo el más popular del siglo XX: Los falsos culpables y antihéroes, las mujeres (a ser posible rubias, ya saben), los villanos y, por supuesto, el famoso «toque Hitchcock», que se compone de varias caracterÃsticas: un férreo guión; una estructura narrativa sorprendente incluyendo el uso del «macguffin» (término inventado por él, que se refiere a algo que hace avanzar la trama sin que, en realidad, tenga ninguna importancia para la pelÃcula -algo asà como una excusa argumental-); un equipo solvente que le permitiera no tener que asistir al rodaje («es lo más aburrido de hacer una pelÃcula», decÃa); y, de manera muy especial, emplear técnicas de filmación diferentes en cada proyecto. Hitchcock llegó a hacer infinidad de experimentos visuales y sonoros para remarcar los momentos cumbres de su carrera, desde ser pionero en el 3D (Crimen perfecto, 1954) a filmar toda una pelÃcula en un solo plano (La soga, 1948); proyectar, junto al diseñador Saul Bass, una secuencia de tres minutos con cincuenta planos y más de setenta ángulos de cámara (me refiero, claro está, al asesinato de la ducha en Psicosis, 1960); crear una tensa, larguÃsima y trepidante secuencia final de doce minutos sin diálogo, tan solo con la música de la “Storm Cloud Cantata†de Walter BenjamÃn interpretada en el Royal Albert Hall (El hombre que sabÃa demasiado, 1954); montar una secuencia de acción sin ni siquiera música (la de la avioneta en el desierto para Con la muerte en los talones, 1958); presentar otra pelÃcula sin nada de música pero con sonidos electrónicos a cargo de Bernard Herrmann (Los pájaros, 1963); o hacer que el espectador contemple lo difÃcil que puede llegar a ser matar a alguien (lo hizo en Cortina rasgada, de 1966, con una secuencia portentosa que supera los cuatro minutos en la que la vÃctima, naturalmente, se resiste a ser asesinada). En cada proyecto, Hitchcock se comprometÃa con esos detalles y aún hoy resulta asombrosa la alegrÃa con la que colocaba la cámara en los lugares más insospechados para ofrecer otro punto de vista al espectador. Todos estos aspectos, deteniéndose en sus representaciones más reconocibles, hacen del libro una guÃa interesante sobre lo que nos legó Hitchcock, su manera de utilizar el cine para explicar historias.
Pero el peso del volumen, y nunca mejor dicho, lo encontramos en el material gráfico. Y aquà destacaré que, sin la colaboración de los herederos, en especial de Patricia Hitchcock que firma el prólogo, no hubiera sido posible contemplar, por primera vez, fotos familiares y de rodaje que nos permiten descubrir el lado humano del director. De hecho, se nos indica que es el primer libro realizado con autorización expresa de la familia. La edición, en este sentido, es espléndida. Y no queda otra que felicitar a Libros Cúpula por haber respetado el formato original que contiene, para deleite de los coleccionistas, documentos facsimilares presentados en «páginas-sobre». AsÃ, tendremos en nuestras manos su certificado de nacimiento y el de matrimonio fielmente reproducidos; un telegrama dirigido en 1940 a David Selznick; unas notas extraÃdas de un bloc con membrete del barco Queen Mary, en las que detalla las cualidades más relevantes que debe tener una buena pelÃcula; también encontramos storyboards, fragmentos de guiones manuscritos, bocetos de vestuario… Como ya indica el tÃtulo, auténticos tesoros que hacen del ejemplar una deliciosa caja de sorpresas.
Quizás no descubrirán nada que no sepan, pero el libro de Bouzereau les permitirá recordar pasajes maravillosos de la historia del cine, detectar elementos que pudieran revelarles sincronÃas entre la vida del director y sus pelÃculas, volver a admirar a las grandes estrellas de Hollywood y disfrutar como niños con esas sorpresas que contienen sus páginas de color dorado, fragmentos de la vida de uno de los hombres más influyentes de la cultura del siglo pasado.
José A. Muñoz
Hola, querÃa hacerte una pregunta:
estoy buscando la biografÃa más fiel de Hitchcock y que incluya una filmografÃa completa con la ficha técnica y anécdotas de rodaje.
La que estoy buscando es «Alfred Hitchcock. Una vida de luces y sombras» de Patrick McGilligan. Es la que me parece más completa, pero antes de gastarme el dinero me gustarÃa saber si te compraste la de Spoto sabiendo de la existencia de esta que te comento.
Espero que puedas hacerme una recomendación.
¡Muchas gracias!
Saludos. Conozco el libro de McGilligan y, personalmente, creo que no aporta nada nuevo que no se sepa ya sobre Hitchcock. Quizás algunas valoraciones propias de los films, pero poco más. El de Spoto lo leà hace muchos años, antes que el de McGilligan, y guardo un buen recuerdo por los aspectos biográficos. Ha servido de referencia para otras biografÃas. Si te interesa más su filmografÃa y su técnica de rodaje, etc., te recomiendo encarecidamente el de entrevistas con Truffaut. Hay una edición de bolsillo muy asequible («El cine según Hitchcock») publicada por Alianza que acaba de ser reeditada, y una edición de lujo con muchas fotos, con el tÃtulo «Hitchcock/Truffaut». En realidad es el mismo texto, pero en gran formato y, como te digo, ilustrado. El reseñado aquÃ, «Los tesoros de A. Hitchcock» también es muy recomendable por sus textos.
Por último, recomendar la Hitchcock-Wiki (http://www.hitchcockwiki.com). Es en inglés, pero tiene muchÃsimo material.
¡Gracias, Noelia!
Pues muchas gracias por tu consejo 😉
¡Saludos!