Foto: CCCB | Andrew Thomas Huang

Paisaje Björk

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Foto: CCCB | Andrew Thomas Huang

“Nuestro amor era mi matriz… / Soy una única herida… / soy un cohete brillante, refulgente / que vuelve a su hogar / al entrar en la atmósfera…”. Este fragmento de Black Lake, de Björk, resume bien la exposición que la artista islandesa propone, en forma de viaje emocional, en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona.

El recorrido se inicia, de hecho, con ese tema, canción que encontramos en su último disco Vulnicura. El título del álbum lo podríamos traducir del latín como “Curación de la herida”, y es que todo la muestra es una especie de tránsito desde su divorcio a la aceptación del dolor como parte de la vida. En una sala oscura, llena de altavoces y dos grandes pantallas, somos testigos de esa odisea a través de las montañas negras de Islandia, en un videoclip encargo del Museo de Arte Moderno de Nueva York y realizado por Andrew Thomas Huang.

En Björk Digital, exposición que ha producido el CCCB con la colaboración del Sónar, se mezcla paisaje y pasión, imagen y sonido, naturaleza y artefacto. “Tenemos que ponerle humanidad y alma a la tecnología”, afirma la compositora, que además es la comisaria de la propuesta. Consciente de la profunda teatralidad de sus proyectos, se ha unido a los creadores más innovadores, como Michel Gondry, Spike Jonze o Alexander McQueen, para saltarse todas las fronteras de la instalación y la performance.

En la segunda parada de la exposición entramos de lleno, ya, en la realidad virtual. El espectador, sentado en un taburete, con gafas y auriculares, es testigo de un concierto privado de la artista. En Stonemilker VR nos situamos en una playa islandesa, deshabitada, en la que el paisaje vuelve a ser el protagonista. Esta suerte de “ordeñadora de piedras” pide una y otra vez “respeto emocional” ante la intensidad del diálogo cerrado. Hay que “abrirse” y, tal vez por eso, podemos seguir su deambular, casi derviche, en 360 grados.

Sin salir de la misma sala, gafas puestas e inmersos en la liturgia björkgiana, vemos ahora Quicksand VR, que reproduce una actuación en directo de la artista en el Miraikan de Tokio. Aparece con una máscara impresa en 3D de Neri Oxman. La máscara, la persona en plena metamorfosis, nos enseña esas «arenas movedizas» por las que busca escapar de la oscuridad de sus propias cavernas. Entre el mito griego y la ópera electrónica, el ritual nos invita a reconocernos todos como “hermanos del sol”.

Mouthmantra VR, proyecto realizado en colaboración con el director Jesse Kanda, es tal vez el vídeo más inquietante. Nos traslada al interior de la boca de la creadora con un tema compuesto después de que fuera operada de las cuerdas vocales tras una seria lesión. Una vez más, se produce una especie de renacimiento tras asomarse al abismo. Ese arco emocional, que abarca todo el peregrinaje, es el que recoge Family VR, pieza que dirige de nuevo Andrew Thomas Huang.

En NotGet VR, dirigido por Warren Du Preez y Nick Thornton Jones, Björk vuelve a la espectacularidad y a la dramaturgia. Un juego de luces nos presenta, a menos de un palmo (otra vez gracias a la realidad virtual), a una artista resucitada, una especie de polilla que baila ancestralmente para convertirse, de nuevo, en el guardián que ofrece refugio ante la muerte.

La exposición cierra con un programa de dos horas que resume los vídeos de la carrera de la compositora. Y, finalmente, con Biophilia, un proyecto pedagógico creado a partir de su anterior álbum. Allí entendemos mejor qué es lo persigue Björk, qué hay en la naturaleza que nos conecta con un lenguaje anterior al lenguaje, por qué la música sabe pronunciar una palabra vieja y nueva al mismo tiempo.

Björk Digital | CCCB, Santiago Felipe

Albert Lladó

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros títulos, de 'Malpaís' y 'La travesía de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).

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