Paisaje habitado. Oscar Pita Grandi
Estruendomudo (Lima, 2010)
[una impresión metaanÃmica]
Suelo inventar tÃtulos perfectos. La sola rendición a heredades borrosas en el portal neblinoso delineando mundos verticales sin el cabo de luz velando traición extinta, solaza, a campo amarillo, ya sin cuervos, sensuales sembrÃos que acongojan el campo de la memoria sin batalla arrasada por el canto suicida de las sirenas en picada.
Por plantado que parezca, uno se sitia a los parajes corrugados de un papel cartón que hace de muro colindante, a una cara insuflada por su vertiente humosa que la fuma, por su noria adelantada levantando el ánimo relator a secuencias en verano; encierros sesudos, sobre el escritorio, en noches invernales, constipado.
La cara opuesta de Ausonia habita en el Dottore, vertiente incontenible de las memorias del sueño, de un alucinado entre nosotros, que igual que en un café o bar de Amsterdam u Holanda, responde de manera fluida las cuestiones metafÃsicas iluminadas en Bestiario, del Cronopio, y las cuelgan, como borrando las grietas del rostro marcado por mi paredro, por zancadas dando tregua a una vieja ególatra pinta que te pinta una escena, un tejido que gasta de su propio lomo angora, sedentario; y la pinta tan bien, que la vuelve patética, mientras se soporta su compañÃa de labios de trapo rouge desceñido en los puntos arrugados de sus labios pilÃferos de pianista frustrada. Era para reÃrse de frÃo.
Tiempo aquel en que habitaba un oficio por las lÃneas fantasmagóricas vertidas sobre las cartas del agrimensor, doblegando a hitos, la colonia naciente, que venga a ser Lima distendida y neblinosa, por ejemplo. Con sus lúgubres portales y edificaciones ahumadas por el paso inclemente del tráfico; o bien una mata de casuchas pequeñas, donde, sépanlo, habitar mundos bohemios es posible asistiendo a lo sorpresivo; mesar como pocas nueces la cabellera partida en anguilas negrÃsimas alimentando la fasce en doré vaporizado de la musa en ciernes, que ya hacÃa buena ausencia. Maga, Magda, Adra, Ausonia, imperio romano antiguo, con veladuras ajedrezadas mostrando ruinas inextricables de ciudades derruidas por el polvo. Y de esta parte del vuelo uno comprende que un muerto se explaya de plano en la alcantarilla izquierda o derecha; en el mundo N° 79, (o) en los envenenados cubÃculos cibernautas, en donde ligar con una muerta con los labios aceitados de vanila nos recuerda al paso desierto por el mercadillo peligroso, un viernes halando sangrientamente a dos travestis lejanos tratando de cerrar el paso ultrasónico de la pareja que se quedó fijada para siempre como el más desastroso pacto con el amor salvaje que se da al amanecer en las calles estrechas con portales de la nobleza española de Coxamala.
La pugna por sobrevivir a una ciudad en picada a extramuros, habitada por descendientes de italianos; ciudad estallada bajo bombardas violentas. Ausonia de mis dÃas. Terrorismo, intrigas familiares, viñetas tipo almanaque Restore a cuya estructura humana se desprende en sub-tÃtulos desglosando la versión gore de El otoño del patriarca, llevada hasta grados sublimados en lo que la novela rÃtmica, frondosa, apretada, densa, novelapoema, revela cuán grandes posibilidades en los reinos novelescos pueden explayarse, dentro del ser en seco, a oscuras, luchando por verter la historia lirizada de los vientos, grado más, grado menos, tramar la sucesión episódica en la que sucede relatar los puros ánimos que habitan. Sin nadie adentro.
Jack Farfán Cedrón
www.elaguiladezaratustra.blogspot.com
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Entrevista a Oscar Pita Grandi