Postal de olvido. Verónica Aranda
Prólogo de Antonio Gala
Ilustraciones de Marta Useros y Javier Cantalapiedra
El Gaviero Ediciones (AlmerÃa, 2010)
A menudo se viaja con la cámara a cuestas para ir dejando constancia gráfica de lo visto y que los amigos y familiares, a la vuelta, se cansen envidiando nuestro periplo. Pero ¿y lo vivido? ¿Cómo relatamos la vivencia más allá de las imágenes, más allá de las postales que enviamos o que olvidamos enviar? En la respuesta, tal vez, hallemos la diferencia entre el turista y el viajero: en las diferentes maneras de vivir el viaje y en cómo después lo asimilamos y compartimos.
Por supuesto, también el poeta viaja con la parcialidad de una mirada, con su forma de ver el mundo a vuela pluma. Verónica Aranda, joven poeta y traductora pero con un amplÃsimo bagaje a sus espaldas, con esta Postal de olvido, -con prólogo de Antonio Gala e ilustraciones de Marta Useros y Javier Cantalapiedra, en una edición muy cuidada y bella, en forma de cuaderno, como habitualmente nos tiene acostumbrados la editorial almeriense El Gaviero Ediciones- nos trae la atención con la que ha viajado en forma de poemas. Viajar poniendo atención es viajar recuperando imágenes y detalles, que, tal vez, la colectividad olvidó, pero que ahora, la poeta tendrá la capacidad o la habilidad de hacernos recordar: desvelar.
Toda visión es fragmentaria y lo visto, incluso lo fotografiado, puede ser olvidado con mucha facilidad. Pero lo vivido, las sensaciones, es lo que puede permanecer sin necesidad de soporte gráfico; y en este caso la palabra escrita, el poema permanece y Verónica nos lo anuda. La poeta no se limita a enviar postales desde diferentes lugares del planeta, en cada uno de los poemas que conforman este trayecto, sino que implica la sucesión de acontecimientos y reabre la realidad que oculta cada lugar a través de todo aquello que allà sucedió, con cierto aire de anacronismo o de viaje en el tiempo, para atraparlo en versos libres y palabras de amada y sencilla exactitud, donde repetir, poema tras poema, el extrañamiento, o el olvido, de la propia existencia en un presente al que no tenemos más remedio que regresar. Al igual que en un buen viaje, disfrutamos de su lectura, y no deseamos que llegue nunca la última página.
AgustÃn Calvo Galán
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