«Primer viaje» y «En la juventud está el placer», de Denton Welch

Primer viaje. Denton Welch
Traducción de Albert Fuentes
Alpha Decay (Barcelona, 2013)

En la juventud está el placer. Denton Welch
Traducción de Albert Fuentes
Prólogo de Julio Jesús Órdovas
Alpha Decay (Barcelona, 2011)

Tal vez se trate de un prejuicio personal, pero cuantas más novelas de esa temática que evanescentemente podría etiquetarse bajo el epígrafe «novelas de adolescencia» -por ceñirme a títulos de reciente aparición, este Primer viaje, En la juventud está el placer, del propio Denton Welch, o la estupenda Algún día este dolor te será útil, (Someday This Pain Will Be Useful To You, 2007) de Peter Cameron, Libros del Asteroide)-, más baja cae en mi apreciación El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye, 1951), más incomprensible se me hace su sobrevaloración y más me confirma la sospecha de que se trata de un libro aprovechable para un lector de 16 años pero irrelevante para un lector adulto.

Primer viaje (Maiden Voyage, 1943) forma parte de una supuesta tetralogía autobiográfica ficcionalizada -supuesta porque el protagonista recibe varios nombres a lo largo del ciclo- junto con En la juventud está el placer (In Youth is Pleasure, 1944), cuyas versiones en castellano forman parte de una prometedora «Biblioteca Denton Welch» de la editoral Alpha Decay; Brave and Cruel (1949) y la inacabada A Voice Through a Cloud (publicada póstumamente en 1950).

Primer viaje es un catálogo de experiencias narradas desde una sorprendente y edificante ingenuidad; esa narración se hace mediante el recurso al lenguaje directo que se limita a explicar lo que sucede (o, más bien, sucedió) al narrador, con breves y puntuales incursiones en la conciencia del protagonista, utilizando para ello un estilo claro construido a partir del propio lenguaje adolescente: un primer paso para la verosimilitud superado con creces.

«Una mujer francesa estaba comprando una cesta de fruta en la estación. Estaba enfadada porque la muchacha del mostrador no la entendía. Me dirigió una mirada implorante y quise ayudarla, pero de repente se me ocurrió que tal vez era una prostituta y me alejé corriendo”.

El texto demuestra, una vez más, que la grandilocuencia estilística es un ítem independiente del contenido: la ingenuidad puede ser tan demostrativa, o incluso más, que la retórica vacía… A veces, en la narrativa, puede aplicarse también el principio filosófico de la navaja de Occam, con resultados excelentes.

«Me imaginé que todos hablaban de mí, y espero que lo hicieran. Procuré no cruzar miradas con nadie en concreto, sonriendo y mostrándome natural. «Â¡Sé natural!», dije para mis adentros con fiereza, «Â¡sé natural!»â€.

¿Qué tiene de interesante la estancia en un internado? ¿Por qué nos parecen fascinantes las anécdotas cotidianas en lugar de las aventuras épicas? Porque el denostado realismo nos procura la oportunidad de reconocernos; el tedio, la repetición, la insustancial, también pueden ser literarios.

«… el trimestre empezó a derretirse con lentitud. Ya no era un enorme terrón de tiempo que no parecía disolverse en nada”.

Primer viaje no contiene una trama al uso, un esquema de planteamiento-nudo-desenlace; no hay un misterio que resolver ni una acción progresiva; no contiene un tema explícito: Denton, el protagonista,

«Siguieron otros poemas y pensé que eran muy buenos, pero no le dije a nadie que era un poeta. No era motivo de risa y podía tener por seguro que harían precisamente eso”

cuenta unos hechos que le sucedieron con una objetividad elemental, casi con indiferencia,

«La habitación olía a pericia, desdicha y exceso de trabajo. Cuando por fin nos fuimos, el aire de la calle me pareció más fresco que nunca”,

para que sea el lector el que los trascienda y construya su interpretación a partir de un conjunto de piezas sueltas.

Es posible que al lector del siglo XXI le sorprendan las preocupaciones y las cuitas del protagonista, y que tanto la experiencia del narrador en la huida de la escuela como el viaje a China le parezcan lejanas, pero no se trata de ninguna anacronía: conviene no olvidar que el relato se sitúa en el mundo británico de entreguerras, con todo lo que ello conlleva: lo que en nuestros días no sería más que un aséptico viaje turístico de placer bien podía constituir, en aquella época y con dieciséis años, un verdadero viaje iniciático («Viaje inaugural», traducción literal del título original, se ajusta perfectamente a ese concepto), y más teniendo en cuenta esa mirada tan británica y tan particular, mezcla de superioridad y curiosidad, incapaz de integrar las diferencias,

«Fuimos a la orilla de un campo y les vimos depositar el ataúd en el suelo. En vez de cavar una tumba, empezaron a cubrirlo con una montaña de tierra. Nos quedamos allí, fumando cigarrillos, mientras ellos refunfuñaban y maldecían”,

la condescendencia enmascarada por el desconocimiento, la superioridad de la civilización británica sobre el naturalismo aborígen, la superioridad moral del conquistador económico.

En la juventud está el placer es el texto que se complementa con y complementa a Primer viaje; si en éste el paradigma dominante es la apertura al mundo y la primera experiencia, En la juventud está el placer se apoya la curiosidad y la perplejidad de una mente adolescente que ve, por primera vez, aparte de darse cuenta de su individualidad, pasar el mundo, un mundo adulto que le es extraño y que todavía no lo acepta como uno de los suyos,

«No soportaba que la gente se imaginara que podían leerle el pensamiento por el simple hecho de ser un niño”

a una velocidad que no puede seguir.

Welch abandona el narrador en primera persona y construye un narrador omnisciente tal vez con la intención de alejarse del protagonista, al que también cambia el nombre -Orvil- y que no se llama Denton como en Primer viaje, de subrayar la intención de subjetividad, de poner distancia con respecto a lo que cuenta, pero el lenguaje directo sostiene la misma inmediatez y proximidad; tal vez el protagonista no nos caiga tan simpático, pero el objetivo de la novela permanece maravillosamente fijado.

Se trata, posiblemente, de un relato con un matiz más pesimista, en el que incluso el título parece ser una referencia irónica, y en el que las reflexiones del narrador y de los actores adquieren una profundidad distinta. No es que se trate de una novela social, pero la sociedad en la que se desenvuelven los personajes configura un despiadado retratro de la burguesía británica, encallada su grandeza en el escollo de las apariencias, el aburrimiento y una pretendida superioridad moral que hace aguas con la rapidez de un súbito naufragio. Y, en el caso del protagonista, agravado todo ello por la inconsciencia de la juventud.

«Pero Orvil quería hacer borrón y cuenta nueva. Quería estar junto a alguien juicioso y fuerte, alguien que pudiera darle buenos consejos sin mostrarse dubitativo. Quería abdicar de su propia voluntad”.

Si los inabarcables campos de centeno del Medio Oeste norteamericano y ese absurdo deporte de pegarle a la pelota con un palo y salir corriendo les pillan lejos, cámbienlos por las suaves colinas inglesas y el coleccionismo de antigüedades: lean a Denton Welch, con pausa, me atrevería a decir que lo lean con la curiosidad del neófito, y descubrirán a un autor sorprendente.

Joan Flores Constans
http://jediscequejensens.blogspot.com

Joan Flores Constans

Joan Flores Constans nació y vive en Calella. Cursó estudios de Psicologia Clínica, Filosofía y Gestión de Empresas. Desde el año 1992 trabaja como librero, actualmente en La Central del Raval. Lector vocacional, se resiste a escribir creativamente para re-crearse con notas a pie de página, conferencias, críticas y reseñas en la web 2.0, y apariciones ocasionales en otros medios de comunicación.

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