S. o la esperanza de vida. Alexandre Diego Gary
Traducción de Ignacio Vidal Folch
Galaxia Gutenberg (Barcelona, 2010)
¿Cuál es el mejor sistema para pasar cuentas con el pasado, suponiendo que el pasado sea un paisaje con el que sea posible pasar cuentas? La propuesta de la lógica, y más en el caso de que este pasado tenga un inevitable carácter traumático, parece apostar por la opción más radical: enterrarlo, silenciarlo, no dejar que nos hable, con su tozuda insistencia, ni darle ninguna opción para que atraviese esa frontera invisible sin checkpoint charly ni muros de la vergüenza para salvaguardar nuestra frágil integridad de sus desordenados y poco inocentes envites; en todo caso, anularlo para no anularse, negarlo para que no se hable más de él. Sin embargo, a veces no es posible ese recurso, no figura entre el arsenal de auto-defensa con que nos dotan ese mismo pasado o la genética porque, como el corazón emparedado en el relato de Edgar Allan Poe, sigue haciéndose presente con insidiosa obstinación. En este caso, no cabe otra solución que hablar de él, exponiéndolo impúdicamente y, por tanto, exponiéndose, aunque de todo ello resulte un hecho tan insólito como el desnudarse ante desconocidos.
“¡Silencio! No me oigo pensar. Callad, muertos. Pese a todo el respeto que os debo. Ahora tengo yo la palabra.â€
Alexandre Diego Gary, hijo del escritor Romain Gary y de la actriz Jean Seberg, vagabundo impenitente y barcelonés no sé si por elección, adopción o por casualidad, describe en este S. o la esperanza de vida (S. ou l’ésperance de vie, 2009), por persona interpuesta -que asà se aleja más de la propia biografÃa, y el dolor duele menos cuando lo podemos traspasar a otro, aun cuando ese otro seamos nosotros mismos- el camino de ida a un particular infierno, con sus etapas y sus correspondientes cÃrculos dantescos, y el improbable viaje de regreso hasta un purgatorio que, por contraste, puede parecer el más llevadero de los paraÃsos.
Y es que el lastre que supone para el alma ser hijo de padres ricos, guapos y famosos, y con un final tan horrible para ambos, no se puede soslayar asà como asÃ. Escribir puede ser una ¿solución?, pero tampoco es inocua:
“La literatura es la explotación del hombre por el hombre, hasta los más profundos recovecos de su alma, de sus entrañas.â€
Ese escribir, esa literatura, acaba convirtiéndose en un silencioso diálogo con una corriente incontinente de palabras que salen a borbotones, sin control, inocentes, no sin culpa pero sà sin intención, que despiertan al dolor dormido nada más ser pronunciadas, pero que no pueden callarse. Y es que la presencia de los muertos forma una parte tan inextricable del superviviente que hace imposible la huida; no hay escapatoria válida cuando es uno mismo quien aloja al enemigo.
“Pero no siempre se puede faltar al deber de recordar […] Intentas eludirlo, intentas no pensar en ello. Nuestros muertos, nuestros pobres muertos. Su recuerdo flota aquà y allá. Y nos abruman estas almas en pena.â€
Evidentes ecos de Huysmans, al menos en la memoria lectora de quien escribe, para una novela (¿novela? ¿Por qué en la portada de “S. ou l’espérance de vie†no figura el conocido rótulo “Romanâ€, aunque sea como advertencia?) que no sucumbe a la estúpida simplificación freudiana; un relato que no puede reducirse a una sintomatologÃa, un libro que es vida, escrito en un estilo duro, seco, frÃo, cortante; pero, ¿quién dijo que vivir fuera fácil?
Mención especial para la cuidada edición de Galaxia Gutenberg, para la magistral traducción y, aunque anecdótico, para la estupenda foto de la cubierta.
Joan Flores Constans
http://jediscequejensens.blogspot.com/
El libro de Alexandre Diego Gary no es, efectivamente, una novela, sino un relato autobiográfico. En Francia en muchos libros ponen debajo ‘récit’, algo que en España se deberÃa hacer pues es muy reduccionista rotular los libros sólo como novela, cuento o ensayo.
Respecto a esta obra, para los que -como yo- Romain Gary representa un tipo de escritor, de hombre, de vida, de escritura, fascinantes, es muy interesante. Pero al ser un relato dependiente de la figura del padre, puede ser menos fácil de apreciar para quien no conozca al escritor francés. «S. o la esperanza de vida» yo dirÃa que está escrito con mucho ‘coraje’, courage, valentÃa. Es un libro duro pero escrito con mucha sensibilidad.