Stone Junction, una epopeya alquÃmica.
Jim Dodge
Prólogo de Thomas Pynchon
Traducción de Mónica Sumoy Gete-Alonso
Alpha Decay (Barcelona, 2011)
“Cuando alguien te persigue, el mejor sitio para esconderte es detrás de ellosâ€.
La alquimia se basa en la transformación de la materia, y el aprendizaje no es otra cosa que el paso de un cerebro ignorante a un cerebro sabio tras aplicarle determinadas artes. De alquimia habla la novela que nos ocupa, y a la alquimia editorial debe que la hayamos leÃdo. Stone Junction, una epopeya alquÃmica, la novela de Jim Dodge que reedita Alpha Decay, tiene una trayectoria inverosÃmil en nuestro mercado. Empecemos por aquÃ. Su autor la escribió hacia 1990 en inglés, y Thomas Pynchon la leyó y prologó en 1997. Diez años después, la editorial española hacÃa su primera intentona bajo el tÃtulo de Introitus Lapidis. Traducida por Mónica Sumoy Gete-Alonso, la novela no encontró su hueco. Pero ahora que Alpha Decay ha crecido, la reedita con nuevo tÃtulo, nueva cubierta y una efusiva nota en la que aseguran que es uno de sus libros más queridos. Y entre Pynchon, la alquimia y la insistencia, uno acaba por ceder.
“La tranquilidad es casi tan buena como un poco de coñoâ€.
Pegada al orden cronológico, cuenta a la manera de las grandes novelas norteamericanas la historia de un aprendizaje: el de Daniel Pearse, hijo de Annalee Pearse, huérfana que, a los dieciséis, rompe de un derechazo la mandÃbula de una de las monjas de su hospicio para que no le quiten al niño. Con el puñetazo que abre las páginas echa a correr una novela de más de quinientas páginas y más de cinco millones de golpes. Una novela escrita con dos tintas: la imaginación y la agudeza. Será ya redundante decir que atrapa, cansa y divierte como cada largo viaje.
“Cuando se viaja tanto como yo lo hago, el lujo se torna necesidadâ€.
A la deriva en la Norteamérica de finales de los sesenta, mientras Kerouac y los suyos trazaban sus rutas de delirio por las venas de un paÃs demasiado ordenado, viaja Annalee Pearse, huÃda del hospicio y preñada, hasta tropezar con un pequeño tentáculo de la AMO, una organización secreta de magos y, sobre todo, personajes amables y originales outsiders. En el seno de esta organización comenzará el aprendizaje socrático de Daniel: su madre debe acoger en la casa que la AMO le presta a prófugos, y ellos enseñan a su hijo aquello que saben. Cargar armas rápidamente, robar, caminar desnudo bajo la lluvia, escapar del ataque de un helicóptero parecido a una langosta gigante.
“Él ha olvidado más mierda sobre los metales preciosos de lo que tú jamás podrás llegar a aprenderâ€.
Uno de los acogidos, Shamus, alquimista, está obsesionado con robar plutonio para que no lo tengan los hombres, pues es “la verdadera novia de Frankenstein: mágica, fascinante, poderosa…, pero sin almaâ€. Shamus encarna también el amor de Annalee, y la excesiva implicación con él termina por llevarla al desastre. Daniel queda huérfano y su vida se convierte en un intenso aprendizaje. En manos de la AMO, su nueva madre, se convertirá en un experto en el juego, el transformismo, la droga de diseño, la apertura de cajas fuertes y, finalmente, la invisibilidad, la capacidad para desaparecer como los magos de los viejos circos ambulantes.
“Él afirmaba que la meditación de “reconocer sin reaccionar†es la única que realmente necesitas para comprender la magiaâ€.
Las ferias, los circos, los espectáculos de monstruos de Coney Island tienen muchos muñecos guardados en los arcones de esta novela monumental. El Freak Show visto desde el otro lado del espejo descubre el alma de los renegados a través de las enseñanzas con las que aderezan al superdotado Daniel Pearse, que hace de filtro para el lector. Leemos todo cuanto él quiere aprender, y lo acompañamos en este trayecto con los recelos de Volta, su tutor, en la cabeza. Porque esta novela habla del aprendizaje como persecución de una sabidurÃa total y peligrosa.
“Ahora sé más sobre la culpa. Es una verdad llena de pus, que se pudre con la negaciónâ€.
El ciclo artúrico, la búsqueda del Santo Grial por parte de los caballeros de la Mesa Redonda, puede entenderse como una búsqueda de un grupo de inadaptados de la puerta que comunica la ignorancia con la sabidurÃa. En las entrañas de esta novela, como en aquellos cantos, brilla la superficie diamantina de un grial. Hombres ignorantes se han adueñado de él, y hombres preparados, curiosos y brillantes deben arrebatárselo para entender su sentido en el mundo. La búsqueda de la sabidurÃa a través de la sabidurÃa vertebra todas y cada una de las páginas de este libro.
“La gente de Durango decÃa que en la familia Randall las únicas vÃrgenes eran las que corrÃan más que sus hermanosâ€.
Que no busquen los seguidores de Thomas Pynchon en este libro el examen de un alumno brillante de aquella escuela. ¡Protesto! Lo que en Pynchon es complejidad, maraña y multiplicidad de puntos de vista, está resuelto en la novela de Dodge con un único y amable narrador. Los desórdenes que empiezan a juguetear con la estructura bien avanzado el libro no son más que combinaciones simples de una narrativa lineal. Todo queda explicado, la novela es fácil y, en parte por eso, resulta su desenlace un poco descorazonador. Pero divierte en cada lÃnea y está escrita con maestrÃa y sensibilidad. Los hallazgos para el lector son tantos como para su protagonista. Es una novela brillante con una conclusión brillante y un desarrollo brillante pero, sin duda, no es un libro de Thomas Pynchon. Quizás, sÃ, uno de los libros que a Thomas Pynchon le gusta leer.
“-Que encuentres lo que buscas.
Daniel sonrió en la oscura cabina.
-Eso me ha sonado a bendición.
-Entonces, que encuentres lo que merecesâ€.
Juan Soto Ivars